Al poco de la victoria de la revolución cubana liderada por Castro, Camilo, el Ché, Raúl, Almeida y tantos otros el 8 de enero de 1959, los movimientos negros de liberación de EEUU vieron en “esos barbudos” unos aliados en su lucha dentro del corazón del capitalismo racista. No en vano, en su visita de septiembre de 1960 a Nueva York, Castro se alojó en el emblemático Hotel Theresa de Harlem siendo protegido por los musulmanes negros bajo coordinación de Malcolm X. Allí recibió la visita de Gamal Abdel Nasser, Jawaharlal Nehru y Nikita Jrushchov, quienes tuvieron ocasión de conocer un aspecto de la verdadera Norteamérica. El barrio negro neoyorquino se convirtió por un momento en la sede temporal del movimiento anti-imperialista mundial. Esto permitió lograr un efecto de simpatía por parte de las naciones en lucha contra el imperialismo hacia la lucha negra en los EEUU, efecto que duró varias décadas con intercambios y visitas políticas constantes.

Con el correr de los años Cuba, ha sido, asimismo, el refugio ocasional de disidentes negros; combatientes de los Panteras Negras y del Black Liberation Army (Ejército de Liberación Negro) quienes, como Assata Shakur, hallaron refugio ante la persecución del FBI.

Aunque cabe decir que en las últimas décadas son muchas las voces que se alzan en Cuba para señalar que la revolución cubana no ha sabido acabar con el racismo y que la representatividad institucional de las personas negras, aun siendo mucho mejor que la de la mayoría de países latinoamericanos, es aún muy baja en relación a su presencia numérica social real.

 

Contra el Apartheid

No cabe duda que la victoria angolano-cubana, del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) contra la fuerza combinada de la República Sudafricana y la UNITA en la batalla de Cuito Cuanavale, y la posterior ofensiva, todo ello entre diciembre de 1987 y marzo de 1988, aseguraron la independencia de Angola y contribuyeron drásticamente a la posterior caída del régimen del Apartheid.

La participación en esa gesta anti-colonial de más de 15.000 cubanos enviados por Fidel Castro fue decisiva para transformar el futuro de África austral. También fue decisivo el apoyo logístico de Cuba al Umkhonto we Sizwe (La Lanza de la Nación) brazo armado del Congreso Nacional Africano, en su lucha contra el apartheid. No es cierto, como se ha dicho, que el apartheid no hubiese caído sin Cuba, ya que la lucha del pueblo sudafricano y sus aliados africanos era decidida, pero lo habría hecho mucho más tarde y seguramente con un mayor coste en vidas.

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Sin embargo, la asistencia cubana a África no se ha quedado en lo militar. Se debe destacar la colaboración masiva de decenas de miles de cooperantes cubanos en diferentes países de África, principalmente médicos, en un gesto solidario de asistencia masiva sur-sur, constante en el tiempo. Hay que tener en cuenta que en 2014 había desplegados en África 4.048 cooperantes cubanas y cubanos en 32 países africanos, y que durante décadas uno de cada doce profesionales de la medicina del continente ha sido cubano.

en 2014 había desplegados en África 4.048 cooperantes cubanas y cubanos en 32 países africanos

Lo anterior unido al apoyo diplomático y estratégico principalmente a los países africanos cercanos al socialismo, hicieron de Fidel Castro y la revolución que encarnaba, un freno, un obstáculo enorme a las ambiciones capitalistas-imperialistas. Demostrando sobre todo en el plano ideológico y político, que los sistemas socialmente redistributivos podían prometer mayores cotas de desarrollo y de bienestar que el capitalismo neocolonialista imperante tras las descolonizaciones y que incluso aún hoy en día pretende hacerse preeminente en todo el mundo.

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Bien es cierto que el proyecto castrista plantea serios cuestionamientos a quienes creemos en la democracia multipartidista o diversa, y es cierto también que no pocos dictadores en África han aducido a su imagen y ejemplo para imponer su propio proyecto autoritario. Sin embargo, puestos en la balanza ambos efectos, no cabe duda que el internacionalismo de la Cuba diseñada por Castro ha sido decisivo en la mejora general del continente africano y más beneficioso que negativo en el sentido político.

Es ese proyecto de «otro mundo posible«, ese coraje de resistencia de una isla de apenas unos once millones de habitantes ante el poder de un coloso como los EEUU, lo que hace de Castro y la revolución cubana un ejemplo para todos los pueblos que quieren la liberación del yugo imperialista neocolonial.

Con sus aciertos y errores, muchos, producto de su tiempo, está claro que sin Fidel Castro Ruz, sin lo que aportó internacionalmente la revolución cubana, el mundo y especialmente África serían lugares distintos, seguramente peores en lo tocante a avances sociales y más oprimidos aún por el poder supremacista blanco.

 

Acceso al artículo original publicado el 26/11/16 en Africanidad aquí

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