La declaración judicial de Carlos Balado, ex director general de Comunicación del Banco Popular, dejó, entre otras cosas, señalados varios aspectos fundamentales. En primer lugar, ratificó la importancia de la reexpresión de las cuentas de Saracho y la enmarcó dentro de la estrategia de comunicación orientada a debilitar al banco. En segundo término, demostró con claridad la connivencia entre el presidente y el despacho de abogados Uría y Menéndez, es decir, con el Santander.

La reexpresión de las cuentas anunciada por Saracho a través de un hecho relevante publicado en la CNMV fue poco significativa, tal y como se comprobó en los resultados del primer trimestre de 2017. No obstante, la estrategia de comunicación estaba orientada a generar pánico sobre la situación del banco entre los accionistas y los clientes. Esa insignificancia de la reexpresión de Saracho fue, además, confirmada por PwC, el auditor externo del Popular. Además, según los datos internos de la entidad, tenía un carácter poco significativo y estaban basada en meras estimaciones sin confirmar. Sin embargo, la estrategia de Saracho tenía otra intención: hacer ver al mercado y a la opinión pública que, en realidad, se trataba de una reformulación de cuentas.

«El hecho relevante dejaba abierto muchos interrogantes y sobre todo no daba una cifra concreta, que permitiera arrojar claridad sobre el hecho que se estaba analizando y eso provocó que se especulara sobre las cantidades y el impacto que podrían tener sobre el banco y a partir de ahí es cuando se produce cierta inquietud en los mercados», declaró Carlos Balado en sede judicial, añadiendo que él mismo advirtió a Saracho de la confusión que se estaba generando: «mi recomendación era, que nosotros diéramos la cifra de la forma más homogénea posible y que, en el caso de que la cifra no fuera homogénea y no se pudiera concentrar en una sola cantidad, que aclaráramos el porqué de esa falta de homogeneidad y por qué no se podían dar esas cifras, como cifras que tuvieran un sentido agregadas».

Saracho prescindió desde su llegada del Departamento de Comunicación del banco que presidía para que las informaciones se sometieran al criterio de un asesor externo: el bufete de abogados de cabecera del Banco Santander. «Desde su llegada, lo que me dijo es, que yo tendría, cualquier asunto o papel o demás que pudiera salir al exterior, eso tenía que pasar por el despacho de Uría».

Además, el día para presentar ese hecho relevante había sido cuidadosamente elegido para que, si no tenía un efecto muy negativo en el valor de la acción, hubiese otro acontecimiento que rematara el golpe que se le dio ese día al Popular: «Tuvimos ahí un problema, yo diría, de índole corporativa, también bastante grave, porque en el momento de hacer público el hecho relevante, que como decía dejaba muchas dudas sobre los datos y el impacto de esos datos en el banco, ese día sobre la una de la tarde, el periódico Expansión publica, que el CEO abandona la entidad, yo llamo al CEO, le pregunto si es verdad lo que publica el periódico Expansión, el me pregunta, que como se han enterado ellos y yo le repregunto, si él lo ha hablado con alguien o lo ha puesto en conocimiento de alguien, y él me dice, que la única persona con la que él había hablado de esa información, era con el Presidente», afirmó Carlos Balado en su declaración judicial, algo que coincide con lo declarado por Pedro Larena en la Audiencia Nacional.

Lo que Saracho consiguió, asesorado por Uría, con esa concatenación calculada de informaciones fue que tanto el mercado como la opinión pública relacionara ambas situaciones que, en realidad, no guardaban relación alguna. «la conclusión periodística es unir y sacar conclusiones de relación y causalidad entre una decisión y la otra, entre el hecho de la reexpresión de las cuentas y la publicación de la reexpresión de las cuentas y el cese del CEO, sí, eran dos informaciones, que periodísticamente cabía interpretarlas como nexo de causalidad, no de correlación», afirmó Balado.

La desestabilización del Popular sólo tenía un beneficiario, el Santander, quien lo compró sólo dos meses después por un euro. Ya se estaba encargando su bufete de abogados de que todo fuese de acuerdo al interés de la entidad presidida por Ana Patricia Botín. Lo consiguieron a costa de la ruina de más de 1,2 millones de personas.

4 COMENTARIOS

  1. En mi humilde opinion la mejor manera de que la gente de a pie o la gente que sigue comprando acciones del Santander , si es que la hay, porque yo creo que son empleados con pluses o el mismo Santander, se de cuenta de lo macarras que desde mi punto de vista son su presidenta y el mismo banco en si, es que cerreis cuentas todos, amigos, vecinos, familia, hasta el gato, todos, hasta hacer bakar el precio de la acción a 20 centimos

  2. Sabemos cómo se suelen hacer las grandes fortunas, sobre todo, antes de las TIC’s: guerras, matanzas, asesinatos, mafias, tráficos ilegales de todo tipo, etc., etc. Los agentes privados hacen “sus guerras” y, en el sistema en el que estamos, es la manera de funcionar. Hay altos despachos dedicados a ello. Distinto es el comportamiento de las instituciones públicas ante ellos: que la CNMV no haga nada y permita el tejemaneje de la información relevante y privilegiada; que se queden con el banco por 1 € y, sin embargo, posteriormente le desembolsaran más de 500 ms. al Santander. Y vete a saber las ayudas públicas que recibió el Popular. Es la redistribución capitalista: el dinero de todos se lo llevan ellos, sus testaferros en los gobiernos se lo entregan.

    Claro que esa hipocresía más o menos sibilina también tiene su cara “en bruto”: tenemos, internamente, los recientes robos con el arma de la crisis o, exteriormente, cuando EEUU+GB+Spain montan una guerra por motivos geopolíticos y de control petrolero …, matan a un montón de personas inocentes … y a sus dirigentes no sólo no les pasa nada, sino que son recompensados por las corporaciones … Conclusión: vivimos en un sistema …. ¿Qué hay que hacer para cambiarlo?

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