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Carmen Calvo, premio al socialismo, al feminismo y la igualdad real

La Federación de Servicios Públicos del sindicato UGT de la Comunidad Valenciana premió con el galardón «Avançant en Igualtat» a la exvicepresidenta del Gobierno por su compromiso con el feminismo, lo que tiene una importante proyección ideológica en un momento en el que el pragmatismo y la ineficacia se han apoderado del Gobierno español

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análisis

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El volumen de errores que ha cometido Pedro Sánchez desde que llegara a la Presidencia del Gobierno en junio de 2018 son incontables. Sin embargo, desde un punto de vista de gobierno, los mayores fallos del presidente se focalizaron en la figura de Carmen Calvo. En primer lugar, poniendo en el mercado de la negociación con Podemos el Ministerio de Igualdad y, en segundo término, con el cese de la exvicepresidenta en la crisis de gobierno del pasado verano. Los hechos así lo demuestran.

El pasado viernes, Carmen Calvo recibió el premio «Avançat en Igualtat», galardón concedido por la Federación de Servicios Públicos del sindicato UGT de la Comunidad Valenciana, por una trayectoria profesional y política marcada por el compromiso feminista. La lucha por la igualdad ha estado siempre presente tanto en su faceta como jurista y experta constitucionalista, como a lo largo de los diferentes puestos de responsabilidad en el PSOE, vicepresidenta del Congreso de Diputados, presidenta de la Comisión de Igualdad, 8 años de consejera de Cultura en el Gobierno de la Junta de Andalucía y 6 años en el Gobierno de España (3 de vicepresidenta Primera).

En definitiva, más de 14 años de Gobierno, siendo la política en el PSOE que más cargos públicos ha desempeñado, incluidos los de gobierno, distinguida con numerosos y merecidos premios, entre ellos el que le fue otorgado por Diario16 en el año 2019 como Mujer del Año por su incansable compromiso con el feminismo y la igualdad real.

La lucha por la igualdad, un concepto básico en la base ideológica del socialismo es, precisamente, por lo que se ha premiado a Carmen Calvo, por una trayectoria vital entregada a ello.

Sin embargo, la realidad es que desde la salida de la exvicepresidenta del Ejecutivo se han producido demasiados hechos que son absolutamente contrarios a esa máxima, tanto en el gobierno como a nivel del Partido Socialista.

Quizá lo más grave haya sido que el gobierno de Pedro Sánchez e Irene Montero haya permitido que María Salmerón, una madre cuyo único delito ha sido defender a su hija de las garras de un maltratador condenado, esté ahora mismo en la cárcel. ¿Esto es compromiso con la lucha por la igualdad y contra la violencia de género? No, es darle una victoria al maltratador.

La gravedad de esta incoherencia del actual Ejecutivo, con Pedro Sánchez e Irene Montero como máximos responsables, se muestra en la desgarradora carta que Miriam, la hija de María Salmerón hizo pública tras la entrada de ésta en prisión: «Este jueves mi peor pesadilla se hizo realidad. Mi madre, María Salmerón, entró en prisión por respetar mi decisión de no ver a mi padre maltratador. Estoy rota y llena de rabia e impotencia. Me ha arrebatado al pilar de mi vida, a mi protectora, la mujer que me trajo al mundo y que desde ese día no ha parado de luchar por mi felicidad ni un solo instante. Pero no sólo eso, los representantes del gobierno y jueces implicados lo han permitido. La ministra de Igualdad dijo públicamente “hemos fallado” en cuanto a la no concesión del indulto a mi madre, pero nadie ha puesto solución ni corregido dicho fallo. Se están vulnerando todos los derechos de mi madre, quien ni siquiera ha recibido una resolución de dicho indulto y cuyo expediente se le está ocultando ilegalmente».

¿Es esto lo que se espera del cada vez más presunto «gobierno más progresista» de la historia de España? Evidentemente, no.  

Sin embargo, la acción de Sánchez ha ido más allá del Gobierno y en el 40 Congreso celebrado en Valencia se impuso desde la dirección federal a las feministas del Partido Socialista la aprobación en comisión de que debía apoyarse a la Ley Trans de Irene Montero a cambio de que se diera el beneplácito a una de las reivindicaciones históricas de las mujeres socialistas: la abolición de la prostitución. Así es Sánchez, que hará lo que haga falta, traicionará a quien tenga que traicionar, por mantenerse en el poder y abrirse la puerta (o eso se creen él y su ego) a la Presidencia de la Comisión Europea o de la Secretaría General de la OTAN.

Además, en esa imposición del 40 Congreso a las feministas se demuestra una vez más el carácter autoritario de Pedro Sánchez que en Diario16 llevamos denunciando desde prácticamente el primer día de esta nueva etapa de esta histórica cabecera. Este fin de semana, además, el propio Alberto Núñez Feijoo lo volvió a poner encima de la mesa en un acto electoral en Córdoba: «A Sánchez le estorba cualquiera que se atreva a llevarle la contraria». Ese modo dictatorial de ver el liderazgo es absolutamente contrario a las esencias básicas del socialismo de Pablo Iglesias Posse.

Evidentemente, en el siglo XXI no se pueden aplicar al pie de la letra los postulados de Iglesias Posse, hay que adaptarlos a los nuevos tiempos. Sin embargo, Sánchez está cada vez más cercano a lo señalado por Manuel Valls en 2014: «Mi idea de izquierda es pragmática y no ideológica». Las consecuencias para el Partido Socialista de Francia se han visto en las últimas Elecciones Presidenciales, donde apenas superó los 700.000 votos.

El PSOE de Pedro Sánchez va en ese camino: eliminar la ideología para centrarse en el pragmatismo y eso también se vio en el 40 Congreso con la eliminación absoluta de la palabra «socialismo» para centrarse en potenciar ese engendro político que es la «socialdemocracia» y que no es más que un eufemismo para adecuar la acción del Partido Socialista al neoliberalismo maquillado con determinadas medidas sociales que no llegan a cubrir las necesidades reales de la ciudadanía.

La apuesta de Sánchez por la socialdemocracia le abre las puertas del otro poder que es el que realmente gobierna el mundo y se aleja, evidentemente, de las esencias básicas que un partido que lleva en sus siglas la palabra «socialista» lleva defendiendo o debería haber defendido desde el 2 de mayo de 1879. Sin embargo, lo peor es que también aleja el partido a sus militantes y dirigentes que siguen luchando para que esas esencias ideológicas no se pierdan bajo la acción de un líder que ni conoce ni quiere conocer de lo que significa ser el secretario general del PSOE.

La acción de gobierno de Sánchez está muy alejada de lo que esperaban las personas que pusieron sus esperanzas en un discurso que empezó a traicionar desde el día en que puso en el mercado el día después las elecciones generales de noviembre de 2019, por ejemplo, un Ministerio de Igualdad que estaba implementando políticas realmente feministas y potenciando la lucha contra la violencia de género sin la contaminación de inventos perniciosos como la «teoría queer».

A partir de ese momento, Sánchez demostró que su intención no era otra que mantenerse en el poder traicionando lo que hiciera falta. No sirven las excusas o las coartadas, no valen las justificaciones poniendo como parapeto la pandemia, porque incluso ahí Sánchez se saltó la ley para potenciar su aparato de propaganda que ya sólo le compra la «yihad sanchista» que, haga lo que haga Sánchez, le aplaudirá.

Dentro de su Ejecutivo se han ido eliminando todos los elementos que dignifican la ideología socialista para potenciar el papel de neoliberales enmascarados que están impidiendo una política realmente progresista. Los ejemplos son muchos, pero una reforma laboral apoyada por Ana Patricia Botín, la defensa del expolio a los afectados de los bancos (Banco Popular, IRPH, cláusula suelo, Valores Santander, hipoteca multidivisa, etc.) poniendo como excusa la defensa del «interés general», el alineamiento con la extrema derecha y el Partido Popular para frenar la reforma fiscal para que las grandes fortunas paguen los impuestos que les corresponden, una reforma de la Ley de Vivienda que sigue sin respetar el artículo 47 de la Constitución o la más reciente afirmación del ministro de Seguridad Social de que era necesario atraer nuevos inmigrantes porque los españoles ya no aceptan las condiciones de explotación laboral y semiesclavitud del sector hostelero que incumple de manera recurrente lo estipulado en convenios colectivos y leyes laborales sin que la Inspección de Trabajo actúe. En este sentido, al ministro Escrivá habría que recordarle que los empresarios hosteleros que sí cumplen con sus obligaciones y contratan cumpliendo la ley con un salario y unas jornadas laborales dignas no están teniendo ningún problema para encontrar trabajadores. Tal vez esa sea la solución.

Para el PSOE, por más que las encuestas digan otra cosa, la solución está clara: Sánchez debe irse porque la ciudadanía está absolutamente decepcionada por un partido que se autodenomina de izquierdas pero que no duda en frenar medidas sociales de un modo que ni siquiera Mariano Rajoy hubiera aplicado. Más socialismo y menos sanchismo.

El pueblo andaluz está llamado a ser el juez inexorable, pero justo, que sentencie al predicador de incoherencia, líder de trileros y trileras con corbata. Tal vez, con esa sentencia, renazca del candidato andaluz el socialismo de la esperanza, de la conciencia y la justicia social, de la igualdad real. Sin duda, y siempre con Carmen Calvo y la ideología que representa, la que hace sentir, como dijo Antonio Machado sobre Pablo Iglesias Posse, «el timbre inconfundible e indefinible de la verdad humana».

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