El filósofo estadounidense Charles Sanders Peirce afirmaba que la «identidad de un hombre consiste en la coherencia entre lo que es y lo que piensa». Esa coherencia en un político o política es fundamental, puesto que se hallan factores ideológicos que el pueblo percibe y cuyos errores no perdona. Esto ocurre, sobre todo, en el arco de la izquierda y del progresismo porque es el arco ideológico que, teóricamente, orienta sus acciones hacia el bienestar de los y las ciudadanas.

Precisamente, esa falta de coherencia es lo que ha llevado a la socialdemocracia europea a encontrarse en una crisis existencial que está llevando a los viejos partidos a ser residuales y a dejar el espacio político que ocuparon en manos de los populismos y de la extrema derecha que, aunque pudiera parecer contradictorio, ha pescado en el caladero de las víctimas de la crisis (las que teóricamente debían defender los socialdemócratas) gracias a modelos de penetración social y propaganda basada en mensajes grandilocuentes pero vacíos de contenidos.

La coherencia es, además, un aspecto que está basado en algo mucho más elevado: la verdad, un elemento básico en la política, sobre todo cuando se ocupan puestos de poder. En este aspecto la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, ha dado una nueva lección de lo que es defender la verdad política a través de la coherencia ideológica.

En el Senado Carmen Calvo pronunció unas palabras que trascendieron de la pura ideología para llegar a la defensa pura de los valores de una democracia: «La democracia se tiene que mirar a sí misma con las gafas de la verdad […] La democracia española no puede tener desaparecidos. Tenemos que seguir abriendo las fosas para saber dónde están compatriotas nuestros que entregaron su vida, justamente, para seguir sembrando las libertades, los derechos y la democracia de la que ahora nosotros nos beneficiamos como país. Se merecen la verdad y también la reparación. Por eso vamos a identificar a cuantos podamos: tenemos una deuda de gratitud, no sólo con ellos, sino también con sus familiares».

Schopenhauer decía que una verdad atraviesa tres fases. En primer lugar se la ridiculiza, después se produce una violenta oposición para terminar siendo aceptada como algo evidente porque no se puede refutar a la verdad. Estas palabras de Carmen Calvo están tan llenas de verdad, tan plenas de coherencia política e ideológica, que sólo recibirá la oposición de los contrarios a la reparación y la dignidad pero que habrá llenado de esperanza a cientos de miles de personas en este país.

El PSOE ha vuelto a la coherencia, a la verdad y a la ética política gracias a Carmen Calvo que es el pilar sobre el que se asienta la estructura y la estrategia de un gobierno que cuenta con las esperanzas de decenas de millones de ciudadanos y ciudadanas que miran a la Moncloa, no esperando a ver una «lucecita» encendida a altas horas de la madrugada, sino el faro que conduzca a todos y todas a un escenario de igualdad absoluta en todos los ámbitos. Esto sólo se logrará con la justicia social que se podrá implementar en el país gracias a un gobierno que actúe desde la coherencia.

Baltasar Gracián, en su Oráculo Manual, aconsejaba el hallazgo de un real torcedor cuando existía algún problema de difícil solución que sirviera como elemento de cambio real. Tras su victoria en las primarias, Pedro Sánchez se encontró con una situación interna muy complicada con un partido prácticamente al borde de la escisión y un escenario político nacional en el que el PSOE necesitaba recuperar la credibilidad perdida ante la ciudadanía por múltiples razones, pero, fundamentalmente, por la falta de coherencia ideológica de los dirigentes que le sustituyeron en 2016. Todo indicaba que los socialistas españoles recorrerían el mismo camino que los franceses, los griegos, los italianos o los laboristas británicos, por citar algunos.

Tras moción de censura que le llevó a la Moncloa, Sánchez se apoyó en una mujer que le había sido leal en un territorio donde no estaba bien visto el sanchismo, una mujer que le aportaba la experiencia de gobierno de la que él carecía, una mujer capaz de desarrollar un Ejecutivo que basara su estrategia en la justicia social, en la igualdad real y en el feminismo de los derechos humanos porque esos eran conceptos en los que ella misma había basado su vida política. Y Carmen Calvo, junto a su equipo de mujeres y hombres feministas, no le han fallado porque las lealtades se pagan con lealtades, sobre todo cuando se encuentran enmarcadas en la verdad que lleva a la coherencia y a la ética más absoluta.

Por ello, ese alegato a los valores democráticos, a la justicia, a la reparación, no es más que una muestra más de que la política se basa en hacer lo que se dice y no en lo contrario. Nadie tiene derecho a morir sin tener la posibilidad de amar el mar.

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