Hace tiempo que no le llamábamos así, con el apodo por el que se le empezaba a conocer en la temporada pasada. Pero este año estaba yendo tan mal: Carlos Sainz, le fallaba el coche y le fallaba el equipo. Si en Barcelona volvía a suceder…
No estaba dispuesto a permitirlo Sainz, EL ESPAÑOL DE HIELO, sopló y sopló hasta que la casita de los cerditos derribó y le cambiaron todo lo que le tenían que cambiar en el monoplaza. Sopló y sopló y por fin consiguió que le hiciesen un pit stop digno de Mercedes o RedBull.
¡Dos segundos! ¡Sólo dos segundos! Unas décimas más y no podría haber hecho la maravilla que hizo, lo más bonito de cuanto pudo verse en el Gran Premio de España opacado por la aburrida y tiránica dominación de las Mercedes. Pero ¡a la porra con las Mercedes! Es el gran momento de Carlos Sainz, del Español de Hielo.
Sale de boxes tras el -por fin- buen trabajo de su equipo y quizá aún pueda hacerlo por delante de Albon y su Red Bull. Demasiado justo, para lograrlo tendría que adelantar primero el Renault amarillo de Esteban Ocon.
-Pues lo adelanto.
Y sí, lo adelanta, y le saca media coche a Alex Albon, pero tiene los neumáticos fríos.
-Me da igual.
Le da igual. Se coloca delante de Albon, que se la quiere devolver a cualquier precio.
-No, no me la va a devolver. Yo también estoy dispuesto a seguir delante del RedBull a cualquier precio.
Y a Albon se le ponen los amigos por corbata y dice por la radio que el modo de conducir de Sainz es peligroso.
-Lo tenía controlado.
Por eso le llamamos el Español de Hielo. Albon con los amigos por corbata y Sainz seguro de tenerlo controlado. Un aplauso para él. También genial como adelantó a Vettel. Merecidísimo sexto puesto. Si fuese el compañero de Hamilton habría que ver quien de los dos ganaba al final de la temporada el mundial.
Otro burbon, por favor.
Tigre tigre.