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Carla y el procés

Manuel Del Pino
Manuel Del Pino
Licenciado en Filosofía y Letras (Univ. de Granada, 1994). Publicó diversos artículos y varios ensayos. XIV Premio de Ensayo Becerro de Bengoa con La sonrisa de la esfinge (Dip. de Álava, 2002). Olivas negras, novela policíaca, Ed. Cuadernos del Laberinto, Madrid, 2012. Ha publicado relatos en las revistas digitales “Gibralfaro”, “Ariadna”, “Narrativas”, “Ánima Barda”, “Relatos Pulp”, “Palabras diversas” y “Entropía” (2012-13). Colaboró con la sección Aventuras de Lince en la revista “Arena y Cal”, Cádiz, 2012-14 y en el periódico digital “El Pulso”, de Madrid, con los relatos policíacos de “Carla” (2014-16). En 2017 participó en “Diario Siglo XXI” y en “Mundiario” con artículos breves. Ha publicado otras novelas en Amazon: Siniestra, Las aventuras de Víctor Lince, Carla. La conspiración de La Rosa Negra, Carla mortal, Carla y Shavi.
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análisis

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Coloridas y sabrosas son las tapas en Barcelona. Chips de alcachofa, foie con manzana caramelizada, brocheta de langostinos, sabroso arroz, queso provolone, gambas a la plancha, burrata con aceite de oliva y pimienta negra, pescadito frito…

Todo regado con los mejores vermuts, cócteles únicos o delicioso Tío Pepe.

Entro al Ramiro II, en plaça de Catalunya, vestida de chófer, para recoger a Martín Domecq, que viste chándal con la bandera española, está ya contento de tapas y de cava, y dice apoyado a duras penas en la barra:

─Esto no está mal, pero donde se ponga Jerez…

Uno de los lugareños le dice:

─¿Y por qué no te vas a Jerez?

─¡CATALUÑA ES ESPAÑA!

La gente le increpa. El dueño le pide que se vaya. Lo agarro del brazo y salimos.

─¡A la porra el procés! ─dice Martín─. ¡Que venga el ejército!

Lo meto en el Mercedes negro. La gente nos tira vasos, botellas y hasta sillas, que se estrellan en el sufrido culo del Mercedes, mientras salimos disparados.

─¿Adónde vamos? ─pregunto al volante.

─A la plaça Sant Jaume ─balbucea Domecq─. Verás cómo nos vamos a divertir.

Entramos en el Palacio de la Generalitat. Pasamos los controles. El president Tórrido accede a recibirnos en su despacho.

─¡Hombre, Quino! ─le abraza Martín─. ¿Te acuerdas de mí? De los Domecq de Jerez, que os vendíamos toda la vida vino, jamón y queso a vuestra empresa, aquí en Cataluña.

Tórrido hace una sonrisa extraña.

─Vengo a proponerte que dejes toda esta locura ─sigue Domecq, rojo de cava─. Cataluña es España y España es UNA. Te pagaremos lo que quieras. Cien millones.

El president Tórrido dice con disgusto:

─Señor Domecq, no se trata de dinero…

Martín rebobina y sigue, con el rostro lívido por el vino:

─Por supuesto que no, en la vida hay cosas más importantes. Mira qué chica te he traído. Es mi chófer. Se llama Carla. Espectacular, ¿no? Ella está dispuesta a hacerlo contigo ahora mismo. ¿Verdad, Carla?

─Claroooo ─digo.

─A Carla le encantan los tíos maduros como nosotros. Y las gambas a pares. Venga, Quino, vamos a trajinárnosla los dos en tu hermoso sofá.

Tórrido descompone el gesto. Martín Domecq se quita la chaqueta de chándal hispánico y la camiseta. Al bajarse los pantalones, su cara se vuelve pálida.

─Perdonadme, he comido demasiadas tapas. Tengo que vomitar.

Sale disparado al servicio. El president Tórrido y yo le oímos devolver a grandes arcadas durante un buen rato metido en el váter.

Tórrido llama a Seguridad. Martín vuelve del servicio, limpiándose la boca de vómitos. Huele al hedor más nauseabundo que existe.

─¡Venga, vamos a jugar los tres en el sofá! ─dice.

Le pongo mi peor cara de asco. Por suerte llegan los de Seguridad y le sacan a rastras, mientras Domecq grita:

─¡NOOOO! ¡España es UNA! ¡Cataluña es España!

El President Tórrido sonríe divertido. Le pregunto:

─¿Y a mí no me lleva Seguridad?

─No tan deprisa. Podemos charlar…

Me señala el maldito sofá. Llama a sus mayordomos: En seguida traen botellas de Vermut rojo, Freixenet en hielo, salmón con nata y verduras, caviar iraní con vodka.

Sentados en el sofá, me dice:

─¿Caviar o salmón?

─Odio el vodka y el salmón me parece asqueroso.

─Así me gusta, una chica con personalidad ─hace señas a sus mayordomos para que se vayan─. Estás muy guapa con el uniforme. Y seguro que aún más sin él.

─¿No querrá que me lo quite?

─Bebería este Vermut de tus labios. Sorbería el Freixenet entre tus pechos. Seguro que tienes unos pechos tan bonitos como tus labios.

Se me echa encima. Le empujo hacia atrás.

─¡Señor President! ¿Qué pensarán los de Seguridad que nos ven desde sus cámaras? Piense en Catalunya y su misión.

─¡A la porra la misión! Me gustas TÚ.

Me abraza e intenta magrearme las tetas. Le suelto una buena HOSTIA. El señor Tórrido me mira desconcertado. Hace tiempo que nadie le pone en su sitio.

─Yo también he venido para algo ─le digo─. Todo esto forma parte de un plan.

─¿Qué plan? ─se acaricia la mejilla lastimada.

─Traigo instrucciones del Gobierno. Ya sabe, Madrid.

─¿Pero tú…?

─Trabajo para el CNI. El nuevo gobierno está dispuesto a negociar una mejor Financiación. Madrid quiere dialogar de todo, pero con discreción y garantías.

Tórrido se levanta muy contento y dice:

─Prepárate, tía maciza. Te voy a comer entera como a un Panellet.

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