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Calambres en los bolsillos

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análisis

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Hace poco, en una visita al cementerio de  mi pueblo, me detuve frente a la tumba donde, desde hace ya muchos años reposa una señora que dijo que una vez le dio calambre una bombilla que llevaba en el bolsillo del mandil. También visité la tumba donde reposa otra anciana a la que no conocí pero me contaron entre otras cosas, que solía cantar las cuarenta al cacique de su época: “¡Anda que bien te has aprovechado del pueblo, bien que nos has engañado, sinvergüenza!” decía la mujer a voz en grito cuando el cacique pasaba  delante de su casa. El hombre la tomaba por loca y no le hacía caso. Esa suerte que tuvo, porque si aquel poderoso representante del nuevo régimen salido de la guerra civil la hubiera tomado en serio, la mujer habría dado con sus huesos en la cárcel. Y eso en el mejor de los casos.

La señora que aseguró que la bombilla que llevaba en el bolsillo le había dado calambre me recordó  la exorbitante subida del precio de la luz, que también nos ha dado un fuerte calambre en el bolsillo de los sufridos, maltratados y aperreados consumidores. La otra mujer, con su valor y coraje para decirle cuatro cosas a la cara de aquel “emprendedor” sin escrúpulos que  hizo un gran negocio, el primero de otros muchos que vendrían después, aprovechando su nueva posición de poder, me recordó que el brutal aumento de las tarifas de la electricidad ha quedado sin respuesta, al menos del casi obligado recurso del pataleo, ejercido por parte de los damnificados de este robo a  escala nacional con apariencia legal. 

 A lo largo del verano se ha venido hablando mucho de la descomunal subida del precio de la luz, la gente se ha quejado amargamente y con toda la razón del mundo del abultado recibo, pero no ha pasado de ahí, no ha habido protestas significativas a pesar del gran quebranto a las ya maltrechas economías de las clases medias, si es que todavía queda algo de eso en este país. Desde el Partido popular no han desaprovechado la ocasión para insultar al gobierno al que culpan de esta subida al tiempo que le acusan de inacción ante este flagrante atraco. Y suben a tope el volumen de sus altavoces que resuenan a todas horas en  sus poderosos medios de comunicación como los de los vendedores ambulantes de melones y naranjas guasintonas. La cansina y atronadora locución exige que dimita el gobierno para ponerse ellos, porque ellos y solo ellos “defenderán a la ciudadanía ante los estratosféricos aumentos del precio de la luz”. Y lo dicen convencidos de que, una vez más, la mala memoria de los ciudadanos, ésos a los que el PP dice ahora querer defender, les salvará, porque muy pocos recordarán que el proceso de privatización de ENDESA comenzó en 1988 bajo el gobierno socialista, ¿socialista? ¡Quiá!, de Felipe González, que gobernaba con mayoría absoluta. El achaque que echó Felipe para comenzar su privatización fue que se iniciaba la “modernización del servicio” y haciendo grandes loas para glorificar las ventajas que traería a los consumidores que los “profesionales del sector” manejaran el asunto para que la competitividad hiciera bajar las tarifas.

Como puede verse, visión de futuro no le faltaba a este señorón andaluz que entró en el PSOE disfrazado, como Mortadelo, de socialista con un traje de pana. Casualmente, andado el tiempo fue consejero de la compañía Gas Natural Fenosa por la que cobró unos 420.000 eurillos por asistir a unas cuantas reuniones del Consejo de Administración. Como puede verse, Felipe dejó construidos los cimientos de la privatización de la Empresa Nacional de Electricidad, una operación que  diez años más tarde remató el gobierno del PP de José María Aznar. Por tanto fue Aznar, otro providencial estadista, el que culminó la venta de  ENDESA, la misma ENDESA por la que después fichó como “asesor externo” con un sueldecillo testimonial, por cobrar algo, de 200.000 euros anuales. Y además de privatizarla, liberalizó el mercado eléctrico que hasta entonces estaba sujeto a unas normas que lo regulaban. Después de Aznar llegó Rajoy que, para rematar el cuadro, estableció el vigente sistema de formación de precios de la luz. Y por si esto fuera poco, en el pasado mes de julio el PP no votó a favor de la bajada del IVA de la factura de la luz.

Hace unos días Rubén Sánchez, secretario general de FACUA,  una asociación de consumidores, ha declarado en una rueda de prensa que esta escalada de las subidas de la luz es un robo con todas las letras y que si el  gobierno, la parte del PSOE del gobierno, se entiende, no lo regula es porque no quiere perjudicar los intereses del oligopolio. “Hemos pasado de tener a una ministra que se encomendaba a la Virgen, a una ministra se encomienda a que un oligopolio quiera dejar de inflar sus beneficios así como así, en lugar de asumir sus responsabilidades como ministra y tomar las medidas que corresponden y para las que tiene competencias el Estado español ante lo que está ocurriendo” clama amargamente este representante de los consumidores. Y añade además que “ la parte socialista de este gobierno, que es la que tiene la máxima competencia en política energética, está tomando el pelo a los consumidores ante un robo, porque lo que se está produciendo en España es un robo a los consumidores, no solo en este año y en esta legislatura, sino desde hace décadas. Y sigue diciendo que las cifras proporcionadas por el gobierno no les cuadran porque nos da un incremento mayor del veinticinco por ciento, cuando para nosotros el incremento interanual es de cerca del treinta por ciento de momento y creemos que va a subir todavía más”. 

Y por si quedaba alguna duda de la existencia de este tinglado, de este tenderete de trileros que nos están timando a conciencia desde hace ya mucho tiempo, en las redes sociales han aparecido un listado de cuarenta y tres políticos del PP y del PSOE, todos ellos ex altos cargos, ministros y demás, que gracias a las puertas giratorias, lo único que funciona bien en este país, han estado y algunos todavía están en los consejos de administración de las empresas energéticas cobrando unos descomunales sueldos. Y todavía sigue propagándose, con total desvergüenza, a través de los medios de comunicación que dan cobertura desinformativa a este sucio tinglado, que la subida de la luz es culpa de Unidos Podemos, cuando esta coalición ha sido la única que ha propuesto crear una empresa eléctrica pública que compita con las privadas.

Los que pagamos el recibo de la luz, que somos todos porque todavía no  se sabe de nadie que se alumbre con velas y antorchas, aunque todo se andará, deberíamos echar un vistazo, sin entretenerse mucho tampoco para no ser presa de un descomunal cabreo, a ese listado de ex altos cargos políticos y sus escandalosos sueldos con que las grandes empresas energéticas les compran para mantener bien engrasada su maquinaria de ganar fabulosas cantidades de dinero a costa de las penurias de los consumidores. Porque como dice el señor Burns, el despiadado millonario de Los Simpsons: “¿De qué sirve el dinero si no se puede inspirar terror en el prójimo?”,  o esta todavía mejor: “La opresión y la tiranía son una pequeña tasa por vivir en el país de la libertad”.   

Cabría preguntarse qué país es este donde solo algunos políticos, Julio Anguita y unos cuantos más que podrían contarse con los dedos de una mano y sobrarían dedos, renunciaron a sus abultadas pensiones de políticos jubilados y se quedaron con las pensiones que les correspondían por sus años de cotización en sus respectivos trabajos, exactamente igual que el resto de los ciudadanos a los que se les pierde el respeto a diario cobrando esas pensiones de escándalo. Unas injustas pensiones, que además llevan aparejadas unas increíbles prebendas, que el país no solo no debería pagar sino que debería pedirles cuentas de sus desastrosas gestiones, como estas y otras más, cuando tenían la responsabilidad de gobernar para el bien común y no para los intereses de ese grupo de amiguetes del Ibex 35. 

Uno se pregunta también qué más  necesita la gente para echarse a la calle y protestar por éste y otros muchos desastres más provocados por una clase política que gobierna al dictado de las élites económicas que son las que de verdad detentan el poder en este país. En otros países de nuestro entorno ya habría habido unas cuantas multitudinarias manifestaciones de protesta donde la ciudadanía, haciendo uso del, aquí ya bastante recortado, derecho constitucional de manifestación, recordaría a la clase política su obligación de trabajar para mejorar la vida de la gente y no lo contrario. Quizás unas grandes protestas, pacíficas por supuesto, como las que hubo contra la guerra de Irak, harían recapacitar a algunos de nuestros políticos de la urgente necesidad de trabajar duro y ponerse de acuerdo para levantar y sacar de su postración a ese Estado del bienestar que sigue en cuidados paliativos desde hace ya mucho tiempo, demasiado tiempo. Y del que mucho nos tememos que cualquier día se produzca el fatal desenlace, la noticia de su definitiva muerte, si es que ésta no se ha producido ya.

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1 COMENTARIO

  1. La gente no se echa a la calle porque es consciente del enorme esfuerzo que desarrollan las compañías eléctricas en pro de nuestro bienestar. La gran apuesta de estas compañías por las renovables ha incrementado el parque de “puertas giratorias” – cual turbinas – para producir energía eléctrica (o por lo menos beneficios, que de otra manera serían imposibles). Además, los políticos que franquean dichas puertas tienen una elevada formación electrotécnica: ¿hay alguien en el mundo que sepa más de “enchufes”?
    En fin, dejemos de malmeter y valoremos lo que tenemos. El Ibex35 somos todos.

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