El Tribunal Superior de Düsseldorf ha condenado a cadena perpetua al alemán Marco G. acusado de colocar una bomba de fabricación casera en el andén de la estación central de trenes de la ciudad de Bonn que finalmente no explotó.

Desde el inicio del juicio, la Fiscalía alemana aseguró que la causa de que la bomba no llegase a detonar fue debido a un error durante su fabricación. Afirmación que la acusación defendió y pidió para el acusado cadena perpetua por intento de asesinato. Por su parte, la defensa defendió que la bomba era falsa.

Los hechos ocurrieron el 10 de diciembre de 2012 cuando, en la ya citada estación de tren, la policía alemana desactivó una bomba alojada en el interior de una bolsa de deporte. Un artefacto en donde se encontraron las huellas de su mujer y de su hijo.

Durante su encarcelamiento en la institución penitenciaria de Wuppertal-Vohwinkel, la policía y la Fiscalía barajaron la posibilidad de que Marco G. protagonizase un intento de fuga organizado por islamistas después de que se encontraran objetos sospechosos, entre los que se encontraban cuchillas de afeitar con el mango roto, tanto en su celda como en la sala donde permanecía encerrado mientras se celebraba el juicio. Unos hallazgos que obligó a las autoridades alemanas a endurecer las medidas de seguridad del recluso, así como trasladarlo a un centro penitenciario de máxima seguridad.

La sentencia revela además que el acusado, de 29 años y convertido al islam, creó un grupo terrorista junto a tres cómplices en Leverkusen para planear el asesinato contra Markus Beisicht, líder del partido de la extrema derecha alemana, Pro NRW. Un atentado frustrado, pues en abril de 2013 la policía detuvo a varios hombres armados que estaban merodeando por los alrededores de la casa del político Markus Beisicht.

Tres de los acusados por pertenecer al grupo terrorista islámico han sido condenados a 12 años de prisión, mientras que el cuarto integrante ha recibido una pena de nueve años y seis meses de cárcel.

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