Hamilton se estrella contra el muro en la primera de las cuali.
Bottas se marca una pole de maestro.
Vettel se la mete doblada a Bottas en la salida del Gran Premio, y «para maestro yo«.
Pero más maestro aún es Hamilton, que sale desde el pit lane, y parece estar cabalgando sobre el viento. A punto está de adelantar a Raikkonen, y conseguir subir al podium.
Fernando Alonso consigue aguantar detrás al poderoso Señor Rosa Señor Pérez.
Massa consigue ser el primero de los normales y evita que el cabronazo de Fernando Alonso le pase en el último gran premio, parece, que disputará en su país a bordo de un Fórmula 1.
Carlos Sainz no consigue puntos, pero es justo el siguiente a su nuevo, y temible, compañero de equipo, Nico Houlkenberg.
Grossjean provoca un par de accidentes, se queja de todo y de todos, y para él da igual estar en Brasil que en la cola del metro: no nos gusta nada y ojalá abandone pronto la Fórmula 1.
Y mientras tanto fuera del circuito salen a relucir navajas y pistolas.
«Mil miradas de recelo
es el miedo
la carteras tuya
la navaja mía»
suena la música del impertinente grupo mad madrileño: Tupadre.
La navaja la llevan hasta los niños en Brasil. Cuando no hay para comprar una pipa hay que conformarse con un cuchillo. Asaltos a los pilotos, a los mecánicos, y a muchísimos espectadores, preferiblemente extranjeros, por supuesto.
Llueve y no llueve. Bailan las garotas y los neumáticos. Interlagos es un sambódromo de velocidad y egos. Pasen y vean, ¡con qué gracia se mueve Bernie La Momia Ecclestone.
Alegría, tensión y vida a manos llenas.
Siempre en Brasil, el país salvaje y magnífico.
Tigre tigre.