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Borja Sémper sobre Álvarez de Toledo: “Me parece injusto que se nos señale como melifluos y ser comparsa del PNV”

Diario16 entrevista al líder popular vasco, tras protagonizar en redes sus diferencias con la portavoz del PP en el Congreso

María José Pintor
María José Pintor
Periodista en cuerpo y alma, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco.
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análisis

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Los votos no acompañan a uno de los mejores líderes políticos de la derecha en España. Se trata de Borja Sémper, el portavoz del PP en el Parlamento Vasco. En ocasiones parece un verso libre en su partido y, otras, como en esta entrevista, se muestra más conservador y prudente. Salvo, eso sí, cuando le nombras a Cayetana Álvárez de Toledo. Ahí lo tiene claro: “Me parece injusto que se nos señale como melifluos y ser comparsa del PNV”, dice.

Es verdad que durante los años “del plomo” de ETA, Sémper, como la mayoría de políticos del PP y del PSOE en Euskadi, fue valiente, resistente y consiguió no generar más odio en un momento tan crítico. Hoy decepciona un poco cuando defiende lo indefendible a Maroto. El portavoz del Senado por el PP ha pasado de ser alcalde de Vitoria y vasco de pro, a senador por Castilla y León gracias a empadronarse en un pueblito pequeño de Segovia, que ni conoce.

 

Tiempos revueltos en la política española ¿Qué valoración puede hacer?

El distanciamiento entre ciudadanía y política cada vez es mayor. El fracaso en las negociaciones para formar un Gobierno agudizan la desconfianza y el descrédito de la política, incapaz de superar la miopía de corto alcance, aquella que consiste en no ver más allá de los propios intereses de Partido. De tal forma que la repetición de elecciones es como la “puntilla” a un descrédito que va creciendo desde hace más de 10 años en España. Y, en este caso, creo que las responsabilidades no son tan compartidas. El candidato Sánchez no ha dicho toda la verdad sobre las negociaciones fracasadas. Tengo la impresión de que nunca quiso el acuerdo de las “izquierdas”, eje de su campaña y elemento que movilizó a un importante sector de la sociedad. española.

 

Pero las cosas tampoco están mejor en el PP. No hay más que ver las cosas que dice contra ustedes la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo.

Yo creo que este año catastrófico desde el punto de vista de la ejemplaridad política, le ha servido a Pablo Casado para interiorizar que la moderación, el realismo y la búsqueda del equilibrio son las mejores credenciales para ofrecer un proyecto de futuro para España. En estos cinco meses bochornosos de supuestas negociaciones entre Sánchez e Iglesias, Pablo Casado ha dado muestras de su inteligencia política, manteniéndose en un perfil muy alejado del postureo, la bronca y el desencuentro permanente entre dos formaciones que decían querer llegar a acuerdos. Acudió a las citas en Moncloa que el Presidente en funciones le había convocado. Supo mantenerse en un segundo plano, sin avivar el desencuentro y sin caer en el oportunismo. Es lo mínimo que se merece la sociedad española, lo suficientemente inteligente para interpretar este periodo tan funesto, sin necesidad de que nadie le sermonice ni le abra los ojos.

El distanciamiento entre ciudadanía y política cada vez es mayor

 

Le preguntaba por los mensajes envenenados de la portavoz del PP en el Congreso..

Y en el caso de Cayetana Álvarez de Toledo, yo me expresé con toda naturalidad. Después de casi 30 años defendiendo el constitucionalismo en Euskadi, me parece excesivo que se ponga en duda nuestra honestidad política. Nunca hemos sido pronacionalistas, nunca hemos cotejado al PNV, nunca lo tuvimos fácil, ni entonces ni ahora. Por eso me parece injusto que se nos señale como “melifluos” y ser “comparsa” del PNV. Nuestro partido, históricamente, desde Gregorio Ordóñez hasta Alfonso Alonso, ha defendido la Foralidad vasca, la personalidad jurídica de los Tres Territorios Históricos, siendo herederos de los liberales-conservadores vascos que desde el siglo XVIII han entendido con naturalidad nuestra condición de vascos y españoles. En todo caso, éste es un asunto zanjado. Y como no somos una secta está bien que existan opiniones diferenciadas sobre el tema que sea.

 

Ustedes desde el País Vasco dieron, sin contraprestaciones, la legislatura a Patxi López para que fuera lehendakari. ¿Deberían hacerlo ahora con Pedro Sánchez en España?

Las circunstancias en las que ambos, PSE-EE y PP desarrollamos la política en Euskadi nos unió mucho. Supimos entender que por encima de las diferencias ideológicas, hay principios democráticos que están muy por encima. No tengo muy claro ese paralelismo con la situación actual de España. Pero sí estoy convencido de que debemos mejorar y mucho en cultura democrática, en la necesidad de ver más allá del corto plazo, ser mucho más generosos en nuestros planteamientos y abrirnos a la cooperación entre diferentes. Es la única forma de ser útiles y ganarnos el respeto de la ciudadanía, que en su día a día llega a acuerdos, negocia, se relaciona y comparte con personas muy diferentes.

 

Usted representa el ala más moderna y abierta de los populares. ¿Cómo vive a personajes del PP como Cayetana Álvarez de Toledo, Isabel Díaz Ayuso, Ángel Almeida o el propio secretario general Teodoro García Egea?

Nunca he entendido que un Partido Político se comporte como una secta. La riqueza está precisamente en la gama de matices e interpretaciones de la realidad sobre la que trabajamos. Eso era el Partido Popular cuando yo me afilié con 18 años: una formación abierta que aglutinaba un espectro muy variado que iba desde posiciones socialdemócratas, democristianas, liberales a otras más conservadoras. Ése fue el éxito de Aznar: lograr unir en torno a unas siglas a ese centro derecha atomizado y disperso que había ido dando tumbos desde el inicio de la transición. Como comprenderá, esa integración de la pluralidad de un espacio ideológico no se sostiene desde una visión uniforme de la realidad. Y si así fuera, no me interesaría nada. Yo respeto enormemente a todos mis compañeros. Y asumo que entre todos conformamos una oferta moderna y adaptada a la España de 2020, que tiene retos importantísimos que van más allá del sempiternos debate de la territorialidad.

 

¿Qué ha pasado con el que fuera alcalde de Vitoria, Javier Maroto, cómo ha pasado de ser un vasco abierto y con capacidad de dialogar y negociar a ser un segoviano que defiende las tesis más duras del PP?

Le conozco a Javier Maroto desde hace años. Ha compartido con todos nosotros años muy difíciles, ha sido un Alcalde extraordinario de la capital vasca y, por tanto, es un animal político con capacidad más que suficiente para liderar cualquier responsabilidad que se le asigne o asuma. Insisto, ésta es una formación plural, con personas muy diferentes, a las que les une un proyecto común, y cada una de ellas lo enriquece. No comparto que Javier haya transformado su posición política.

 

¿Qué van a hacer para que el PP recupere su espacio en el País Vasco?

Mostrarnos como lo que somos: una oferta política liderada por hombres y mujeres que pisan el terreno vasco, que por las dinámicas de los tiempos en que vivimos, tiene mayor capacidad de influencia que el nacionalismo, desde lo vasco hacia España, Europa y el mundo. Situando los problemas de una sociedad pequeña y envejecida como la vasca en el centro de nuestra preocupaciones y transmitiendo esperanza y soluciones, demostrando que somos mejores gestionando esos retos que el nacionalismo gobernante. El reto es nuestro: ser capaces de transmitir esa imagen nos obliga a transformar todos los estereotipos que en la actualidad vasca recaen sobre nosotros. Defendemos la singularidad de las instituciones vascasa para unir y ser más fuertes, no para dividir.

 

Hay quien cree que esta situación política en España beneficia al bipartidismo. Con el intercambio de poder entre PP y PSOE, ¿vivíamos mejor?

No suelo detenerme en situaciones pasadas. Prefiero mirar al futuro y entender que han surgido nuevas formaciones políticas que canalizan otros sentimientos de la sociedad. Y que eso es bueno. El problema no es tanto que hoy existan cinco o seis formaciones políticas en el Congreso de los Diputadas con una representación importante. La cuestión es cómo nos adaptamos para mejorar nuestra cultura democrática, cómo dejamos de endosar vl a responsabilidad de esa pluralidad al conjunto de la sociedad y cómo nosotros somos capaces de llegar a puntos de encuentro, que existen y además son necesarios.

 

¿Quién tiene más culpa de la falta de acuerdo en la izquierda?

No se trata de culpas tanto como de responsabilidad. Y sí, creo que la principal responsabilidad es del Presidente de Gobierno en funciones, que basó su campaña en un alegato sobre la necesidad de formar un gobierno progresista y, una vez en su mano, ha buscado todos los elementos para impedirlo. Y, como me temo que no se ha dicho toda la verdad, la principal responsabilidad es de quien ha fracasado en el intento y ahora nos vuelve a convocar a las urnas, en una especie de intento por el que los ciudadanos paguen dos veces por la misma factura.

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