La Unión Europea se ha convertido en un «club de amigos» que se debilita y muestra día a día lo insignificante que es para el actual orden mundial. Europa ha perdido toda la influencia que debiera tener por culpa de la inoperancia y por el egoísmo de todos los miembros que un día quisieron hacer del viejo continente una potencia, pero que se ha quedado en el remedo de un esquema pergeñado en una hoja de papel que se ha vuelto ocre por el paso del tiempo.

En la actualidad el mundo está gobernado por las finanzas, por las frías cifras de un balance contable que han generado las mayores desigualdades que se recuerdan en la historia. Paradójicamente, la Unión Europea nació como la unidad de los países vencedores de la II Guerra Mundial en materia económica, no política. Sin embargo, a medida que se fueron incorporando Estados a la CEE esa unión en lo económico pasó a soñarse como política. Y ahí se ha quedado, en un sueño y en un proyecto incompleto que está fallando a la ciudadanía mientras favorece los intereses de las distintas clases dominantes. Esta es la mayor debilidad de la UE: la falta de unidad política, la carencia absoluta de un proyecto territorial que elimine definitivamente las fronteras de los Estados y, por supuesto, la insensibilidad hacia los verdaderos problemas de los pueblos de la Unión.

Un experto abogado especialista en derecho europeo ha llegado a calificar a la UE como una «Unión de Mercaderes», donde se juega un trueque de intereses que finalmente terminan beneficiando a los mismos de siempre, es decir, a las dictaduras privadas mientras que el pueblo sufre los abusos de éstas con el cómplice silencio de sus gobernantes.

La lógica hubiera dictado que tras la victoria de Boris Johnson en las elecciones británicas los mercados se hubieran derrumbado. En España, por ejemplo, se hubiese esperado que los bancos, principalmente los que tienen intereses en Reino Unido, hubieran recibido el castigo del mercado. Sin embargo, a la hora en que se está escribiendo este artículo, estaban ganando. En general, todo el IBEX35 ganaba.

Esta atonía del mercado hacia el Brexit es una muestra de lo poco que pinta la Unión Europea en el orden económico y geopolítico mundial. Puede haber países concretos, entre los que no está España, que individualmente sí tengan cierta influencia en el orbe, pero, lo que es la UE, ninguna.

¿Cómo va a ser fuerte un ente que está gobernado por personajes, como Luis de Guindos, que están de vuelta en sus países o que su gestión ha estado orientada siempre contra sus pueblos, como Christine Lagarde? ¿Cómo va a tener influencia la Unión Europea cuando en su administración hay organismos que no dudan en arruinar a millones de ciudadanos y ciudadanas para salvar a las élites financieras, como ocurre con la JUR?

El Reino Unido, además de por su histórica desconfianza hacia todo lo que ocurría en el continente, decidió irse de la Unión Europea y, tal vez, esté marcando el camino del resto de pueblos europeos. Mientras que las grandes élites financieras, económicas y empresariales están aumentando sus beneficios y sus patrimonios gracias al sufrimiento de los pueblos, los gobiernos democráticos han decidido convertirse en cómplices silenciosos que dicen que harán pero que, finalmente, se entregarán a los intereses de quien realmente manda: el dinero.

Ejemplos de esto lo hemos tenido durante la crisis. Grecia quiso rebelarse con un joven político que quiso enfrentarse a Europa. Sin embargo, lo que logró fue una humillación que destrozó las esperanzas de la ciudadanía griega. Ante este entreguismo, un economista como Yanis Varoufakis decidió que no iba a ser cómplice y dejó a Tsipras porque había que rebelarse contra las imposiciones austericidas de Europa.

En España se va a vivir algo similar en los próximos meses, sobre todo tras la gran victoria de la máxima representante de los poderosos en el gobierno socialista: la ministra Calviño, que llegó al gobierno desde Europa —tal vez impuesta a Pedro Sánchez— para poner al Ejecutivo al servicio de la UE o para controlarlo si pretendían hacer políticas sociales que se salieran de la ortodoxia del austericidio neoliberal. ¿Cómo es posible que un gobierno progresista mantenga a una persona que últimamente va de la mano de Ana Patricia Botín en cada evento en el que participa la presidenta del Santander?

Mantener el continuismo de las políticas impuestas por la Europa no votada por la ciudadanía, por las medidas que anteponen el bienestar del pueblo a los balances macroeconómicos, no es más que la aceptación de la sumisión ante las dictaduras públicas y privadas.

La democracia es un adorno para esta UE que ha roto el sueño de quienes pensaron que era posible una unión de la vieja Europa en beneficio de la ciudadanía. La crisis global no fue más que el caballo de Troya que sirvió para que los políticos que no podían seguir ejerciendo en sus respectivos países, ya fuera porque su tiempo pasó o por haber protagonizados diferentes tipos de corrupción, puedan mantener protegidas a las clases dominantes. Así, no vale la pena seguir y, tal vez, los británicos estén marcando el camino de la dignidad y la ética.

2 COMENTARIOS

  1. Grandísimo otra vez. Gracias.

    La última frontera es la justicia y la ley. No hay esperanza en los políticos, ya solo queda la esperanza en los órganos de justicia, la policía y los jueces. En cuanto la justicia falle y, tal como ocurre en españa en multitud de ocasiones a base de doctrinas botín, se acabó todo, si ahora y hasta que no se democratice y rectifique hay poca credibilidad, cuando falle la justicia ya no habrá ninguna credibilidad en Europa, habrá que irse siguiendo el camino de los británicos.

  2. Debemos ser conscientes del poder que tenemos.
    Todas las cuentas privadas en el Santander canceladas.
    Que no quede una sola
    Y sin los particulares, no hay comisiones.

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