Barredo

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Barredo, Fernando Barredo, Loc, hoy tan mediático con su ojo a la virulé por las artes de un sicario, no es ni el satán Vóland de “El maestro y Margarita” ni el cínico Holden Caulfield de “El guardián entre el centeno”. Es un tipo inteligente, con una desaprovechada y genial mano para el pincel, al que le ha dado por meterse en política, universo en el que es un extraño y en el que difícilmente casa el “no casarse con nadie” que le es propio. Barredo es singular, amado y odiado no sé si a partes iguales, despreciado, como se desprecia a todo lo que sobresale de lo mediocre, e incomprendido casi siempre, porque tampoco creo que él quiera hacerse comprender.

A veces es un poco una “performance” de sí mismo, y es capaz de llamar y atraer la atención cuando nadie hace caso. ¿Os acordáis de sus voces en Vistalegre que se hicieron virales? Él es su mismidad, y no digo que es el pensamiento que se piensa a sí mismo, porque eso me parece una característica de la divinidad; y divino, lo que se dice divino, no es. Creo que puedo hablar de Fernando Barredo sin hacerlo a humo de pajas. Hace más de treinta años que nos conocemos. Firmamos muchos artículos juntos (Loc i Tos) que escribíamos al alimón en la extinta revista Bisagra y en otros medios, fundamos aquella cosa que se llamó la Luna Negra y movimos cultura a contracorriente. Luego dejamos de colaborar pero siempre mantuvimos una más o menos lejana cercanía.

Supe recientemente que estaba en Podemos. No le ubicaba en una organización, pues siempre me pareció un ácrata práctico, que no un anarquista de concepto. Pero el hecho es que ahí estuvo en vanguardia militante, hasta que, por fas o por nefas, el flexible Podemos trata de quitárselo de en medio con un proceso oscuro, suspendiéndolo de militancia, con el demócrata Echenique dogmatizando sobre si es representativo un nueve por ciento en democracia participativa o no lo es.

Sé que a Barredo no lo callan ni con sicarios, ni con expulsiones, ni con artículos en los periódicos, ni con “echenicas” declaraciones, porque Barredo es listo y les va a ganar los recursos (siempre gana los recursos y, si se descuidan, les sacará su compensación), como ya les ha ganado el escenario mediático con la campaña de Imagina Podemos en las redes: “Yo también soy Fernando Barredo”. Es bastante difícil la lucha, ya se sabe, si eres un personaje un especial con descaro y desparpajo, como lo es Barredo. De él dicen que monta espectáculo, pero no dicen que casi le saltan un ojo, que le hundieron el pómulo o le rompieron la nariz, que le magullaron algunas vértebras y que tiene que pasar por quirófano a operarse del abdomen. Y siendo lo físico de aúpa, no lo es menos las acusaciones no probadas que soporta.

De él se ha dicho que es corrupto, que ha recibido dinero, que ha amañado sorteos con papeletas falsas o que lleva seis meses viviendo con la mujer de uno de los acusadores. Y a él, aprovechando el acoso no probado, se le suspende cautelarmente de militancia. Solo ha faltado decir que se acuesta con Maduro o con Trump, que tanto da lo uno como lo otro, o con sus señoras, o que iba borracho siendo abstemio. Pues bien, como siempre y puesto que su organización, Podemos, le ha condenado “sotto voce”, en vez de investigar la verdad de los hechos y conceder, cuando menos, el previo beneficio de la duda o la presunción de inocencia, Barredo, que es mucho Barredo –y sé lo que digo y no voy a contar su extensa biografía- ha montado su propia campaña contra el desprestigio.

Por eso digo que ni es Vóland ni Holden Caulfield y que, si su partido se hubiera portado con un poco más de rigor y con menos desprecio, el asunto ahora estaría más en su cauce de la normalidad y menos en el folletín politizado. Por todo ello, me parece que ahora nadie está en disposición de echarle en cara que aparezca en los medios haciendo valer su credibilidad y contando cómo, además de partirle la cara, le han apartado del partido y quieren pisotearle la honra. ¡Ah! y, por lo que le conozco, puedo asegurar que es un hueso duro de roer y que no se da por vencido jamás.

1 COMENTARIO

  1. Antonio no creo yo que 674 twits y rtwits hechos por 66 personas resulten muy influyentes en Twitter. Más bien la campaña de imaginapodemos #YoSoyFernanfoBarredo ha resultado un rotundo fracaso tanto por la escasa repercusión como por mezclar la brutal agresión con PODEMOS…

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