Brasil es la gran economía de Sudamérica y la filial que aporta ya a Banco Santander un beneficio ordinario de 2.113 millones de euros, según indicó la entidad cántabra en los resultados de 2020.

En consecuencia, en la actualidad Brasil es clave para el sostenimiento del Santander, puesto que aporta un 41,58% de beneficio total del grupo. Sin embargo, está seriamente amenazado por la situación de la economía brasileña, escenario en el que las políticas de Jair Bolsonaro tienen mucho que ver. El problema está en que, si la economía de Brasil se cae, el Santander va detrás.

Casi dos años después de la llegada al poder del político de extrema derecha, Brasil continúa en una situación de elevado déficit fiscal, importantísimos vencimientos de deuda pública a corto plazo, altos costes de producción, un sistema tributario muy complicado y, sobre todo, una falta de rumbo económico en medio de una situación de política absolutamente polarizada.

La pandemia del Covid19 provocó que el ministro ultraliberal de economía, Paulo Guedes, dejara de lado la ortodoxia de recortes fiscales, que beneficiaban a las grandes empresas y a las grandes fortunas, para dar su aprobación a una política de incremento del gasto público para poder atender las emergencias sociales provocadas por la pandemia.

En 2020, Brasil contrajo su PIB sólo en un 4,1%, lo que fue vendido como un éxito de la gestión de Bolsonaro. Sin embargo, se estaba produciendo un debilitamiento profundo de los indicadores macroeconómicos clave para cualquier economía desarrollada.

Por ejemplo, el déficit fiscal primario, el que no incluye los pagos de deuda, pasó en 2020 del 0,8% al 9,4% del PIB, mientras que la deuda bruta del sector público se incrementó en un 15%, pasando de 74,3% al 89,3%.

Brasil arrastra un problema crónico en sus cuentas públicas y sin corregir esos desequilibrios, el país continuará creciendo poco, el desempleo seguirá en niveles elevados, habrá más inflación y será necesario incrementar los tipos de interés por parte del Banco Central. Con la pandemia, en todo el mundo se apeló a un mayor gasto, pero el gran problema en Brasil es que se esperaba que este año fuera el de la corrección del déficit y todavía no hay un plan de reformas que avance en ese sentido.

El bajo nivel de crecimiento, los elevados costes de producción y el ineficaz sistema tributario están provocando que grandes compañías multinacionales ya hayan anunciado su marcha de Brasil. En enero, Ford anunció que a lo largo de 2021 cerrará todas sus fábricas y dejará de producir en Brasil después de 54 años. A eso se sumó la decisión de Sony, que cerrará sus actividades en el país a finales de este mes.

A esto hay que sumar el incremento de los contagios por Covid que han colocado a Brasil en el segundo lugar del ranking sólo superado por Estados Unidos y la nefasta gestión del programa de vacunación.

Reacción del Banco Central de Brasil

Ante esta situación, el director del Banco Central de Brasil, Roberto Campos Neto, ha adoptado una serie de medidas para provocar un rápido cambio de rumbo.

El exdirectivo de Banco Santander, con las expectativas de inflación deteriorándose rápidamente, decidió aplicar el mayor aumento de tipos de interés en la última década y anunció que no sería la última, puesto que para la próxima reunión tiene previsto otra alza de la misma magnitud: 75 puntos básicos, lo que probablemente hará que el tipo brasileño se quede en el 3,5% en mayo.

La medida sorprendió a los economistas dado que la mayoría de ellos esperaban un aumento de medio punto. Además, es probable que refuerce a la moneda brasileña, que ha sufrido en medio de las preocupaciones de los inversores por un gasto gubernamental excesivo, medida que beneficiará al Santander que tantos millones de euros ha perdido por las caídas del Real

Esta es la prueba más grande a la que se ha tenido que enfrentar Campos Neto para luchar contra la inflación. El coste de las materias primas como el petróleo está aumentando y las preocupaciones fiscales están debilitando el Real y aumentando las presiones de precios. Los analistas que asesoran al Banco Central, además, han elevado sus expectativas de inflación de 2021 durante 10 semanas seguidas a pesar del golpe económico del virus.

Esta decisión convierte a Brasil en la primera nación del G20 en aumentar los tipos de los préstamos este año. La medida contrasta con la de la Reserva Federal de Estados Unidos que proyectó tasas de interés cercanas a cero que durarían al menos hasta 2023.

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