La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que ayer acudió a la iglesia de la virgen de la Paloma, patrona de los bomberos, provocó un incendió con sus palabras contra el cambio climático y contra Sánchez, dejando en evidencia el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo y su supuesta neutralidad.
Ayuso marca la agenda de Feijóo y acaba con la moderación del PP
No hay nadie dentro del Partido Popular capaz de apagar los incendios que cada día provocan las palabras de la líder popular madrileña.
Ejemplos de populismos tenemos muchos. Ni Casado fue capaz de frenar esa aberración política que es Isabel Díaz Ayuso, ni lo será Feijóo, que verá como su agenda política se la marcarán desde la puerta del Sol. Por qué Ayuso no es nada más que una buena actriz, que interpreta su papel día tras días hasta la extenuación.
Los que mueven los hilos son los herederos del Trumpismo en nuestros país. José María Aznar, Esperanza Aguirre, la fundación FAES y su ejecutor Miguel Ángel Rodríguez. Un poder en la sombra con muchos más apoyos de los que cuenta el actual presidente popular.
Quien mira fijamente a la presidenta madrileña se convierte en piedra para siempre. Ejemplos tenemos, Casado, Iglesias, y todos los lideres de la oposición que intentan ganarle las partidas.
La presidenta de la Comunidad de Madrid en su hoja de ruta para copar todas las portadas ha acusado a Sánchez de ir por libre, y de sobre pasar las recomendaciones que ha pedido la UE para el ahorro energético, negando implícitamente el cambio climático. “El Gobierno de España ha emprendido una política de censura energética. Este decreto retrata al Gobierno como autoritario, arbitrario y chapucero”.
Con solo unas palabras incendiarias contra el presidente Sánchez, ha logrado paralizar al resto de los partidos políticos. ¿Dónde está la oposición madrileña?
Feijóo se queda de piedra después de conceder una entrevista moderada a El País, que en menos de 24 horas es agua pasada, solo existe Ayuso y sus descalificaciones. Vox desparece en verano, como si una mano negra, la que los financia, les estuviera controlando.
Pero mucho más grave son las estatuas de piedra en las que se convierten los lideres de la oposición madrileña. A meses de unas elecciones, Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos, despejan el camino para una entrada triunfal de Ayuso al Olimpo.
Los medios seremos culpables de haber aupado a una discípula de Trump al poder en la Moncloa. Cuando ya no haya remedio, veremos como incendia todo a su paso.
No le importa la democracia, tampoco la libertad de los más desfavorecidos, ni las mujeres víctimas de la violencia machista. Tampoco le importa los colectivos LGTBI+, por que cueste lo que cueste, quiere destruir al enemigo común, que no es otro que la izquierda.
Quiere tierra quemada, destrucción total de todo los que huela a progreso. Ayuso no se detendrá en su campaña de declaraciones incendiarias, descalificaciones contar todos y todas, porque su única meta es la de construir un país donde no quepa la disidencia.
No será Feijóo el que pueda detenerla, y como otros anteriormente caerá en el pozo del olvido, para resurgir en las tertulias. Porque su discurso moderado y centrista ha quedado chamuscado para siempre. Ayuso solo hace su papel y cuando va por libre mete la pata. No es ella la que construye su imagen Trumpista y populista con la que quiere llegar a tocar la Moncloa.
Ojalá despierten los medios de comunicación, la oposición y el propio Partido Popular y eviten que España se convierta en piedra. Como el Valle de los Caídos.
Es lo que hay. El “trumpismo”; que no es otra cosa que una nueva versión del fascismo, que no conviene confundir como populismo; como se ha demostrado en EEUU, puede poner “patas arriba” todos los consensos y los acuerdos que estabilizan un sistema democrático. Sin más obligaciones éticas que ninguna y dispuestos como sea a llegar al poder, maestros de la agitación popular a través de estimulo compulsivo que se generan en el odio y del miedo, se caracterizan por esta oferta de enemigos y demonizaciones del adversario con la que envenenan a sus seguidores. Sin ninguna solución para los problemas reales de la gente, todo el marco político está dedicado a enervar el ánimo de sus fieles responsabilizando al testo mundo de sus males e intentando convencerlos de que la solución pasa por su eliminación. El diferente de pensamiento, de raza, de cultura, de patria, de creencia… el Otro, es representado como la causa del mal cuya eliminación les devolverá (sin más) el equilibrio y la justicia.
El argumento es simplón y vulgar, y su práctica primitiva de resultados inmediatos porque apela al rencor y al odio más primario de una gente que no quiere pensar porque el miedo los atenaza, pero es eficaz. No convine confundir su falta de fundamento y su arcaísmo con su eficiencia sobre el marco adecuado, y es mejor reconocérselo y defenderse de esta corriente, que despreciar, oculta en su inconsistencia, los riesgos de su pragmatismo.