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Aún no ha llegado a la Moncloa y Feijóo ya se ha ganado una huelga general

El líder del PP simpatiza con la reforma de las pensiones de Macron que ha puesto a Francia al borde de un estallido social

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análisis

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Del programa político del Partido Popular se sabe poco. No suelen hablar de eso (creen que a los españoles no les interesa un debate serio con cifras y propuestas) y se dedican más al populismo barato, a la propaganda y al eslogan facilón del “Sánchez traidor”. Prueba de lo que decimos es el bochornoso espectáculo trumpista que dieron el pasado fin de semana, cuando subieron a una telepredicadora al escenario para que soltara un sermón sobre Dios, la fe y el poder curativo de la imposición de manos. Sin embargo, de vez en cuando, casi de forma inconsciente, se les escapa alguna que otra perla sobre lo que piensan hacer con España cuando lleguen al poder (si es que llegan) y es entonces cuando se les airean todas las vergüenzas. Le ha ocurrido a Núñez Feijóo hace un par de días.

El líder del PP ve con buenos ojos el modelo de pensiones impuesto por Macron en Francia, el que apuesta por no actualizar las pensiones con arreglo al IPC, aumentar los años de cotización y elevar la edad de jubilación. Y no lo ha dicho en su pueblo, durante un pícnic dominguero, sino en Bruselas durante una reunión del PP europeo. “Macron está haciendo exactamente lo contrario de lo que está haciendo el Gobierno español, y seguro que uno de los dos se equivoca. Me da la sensación de que nos estamos equivocando aplazando un debate que es imprescindible para crear empleo”, dijo el gallego. Por fin sabemos lo que quiere hacer el jefe de la oposición con un asunto crucial como el futuro de las pensiones que deben garantizar nuestra vejez una vez nos jubilemos. Ya podemos ir preparando el kit de guerra, la pancarta, la bandera, el silbato, el altavoz, el chaleco amarillo y el casco antipelotas de goma para defender nuestros derechos en el caso de que esta gente llegue a gobernar en su día con la muleta de Vox.

Si el modelo de pensiones que le gusta a Feijóo es el de Macron apaga y vámonos. Estamos acabados, perdidos, caput. Los franceses le han visto las orejas al lobo (y las tijeras de los recortes al Gobierno) y no han tardado ni cinco minutos en echarse a la calle para defender sus derechos. Hoy arde París, que se encuentra al borde del estallido social. Han vuelto las barricadas, el cóctel molotov y las refriegas contra los antidisturbios. Hasta le han metido fuego a la puerta del Ayuntamiento de Burdeos. Imágenes duras que nos devuelven a tiempos pretéritos, cuando las clases trabajadoras tenían que pelear en las huelgas lo que el patrón les robaba en las fábricas. Feijóo, que seguramente no ha leído a Marx ni la historia del movimiento obrero, no es consciente de las cosas que dice alegre e irresponsablemente para salir del paso, como mejor puede, en una rueda de prensa donde los periodistas lo atornillan preguntándole de todo un poco (hoy le han preguntado por la gestación subrogada y ha escurrido el bulto). Lo primero que debe saber el aprendiz de estadista es que sin paz social no hay economía, ni la necesaria calma para los mercados, ni Gobierno estable ni nada. Eso lo interiorizó enseguida Pedro Sánchez, cuyo mérito ha sido poner las condiciones necesarias para avanzar en el diálogo sindical (siempre bien asesorado por una gran conocedora del mundo laboral como es Yolanda Díaz).

Parece un milagro que con la que ha caído, con una pandemia que arruinó nuestra economía, con una guerra que ha disparado la factura energética y la inflación, el proletariado no se haya levantado en armas. Todos los presidentes del Gobierno de la democracia, en coyunturas económicas mucho más favorables, se han enfrentado a una o más huelgas generales: Felipe González (4), José María Aznar (2), José Luis Rodríguez Zapatero (1) y Mariano Rajoy (2). En el haber de Sánchez hay que apuntar que haya conseguido apaciguar a los sindicatos cuando las tripas crujían. Medidas como la renta básica, la reforma laboral, los ERTE, las diferentes subidas del salario mínimo interprofesional y otras han contribuido a esa ansiada paz social que Feijóo, incluso antes de llegar a la Moncloa, ya ha roto con su admiración por un hombre como Macron que como latin lover en plan Belmondo tiene un pase, pero cuyas políticas antisociales no se sostienen. El premier francés pasará a la historia como el hombre que abrió la puerta a la extrema derecha, a los Le Pen y compañía, consumando la gran tragedia europea de ver cómo los fascistas vuelven a tomar París, esta vez desde dentro del sistema y sin pegar un solo tiro.  

En España hay nueve millones de pensionistas que tienen motivos para estar preocupados y otros tantos millones de trabajadores en activo todavía más angustiados porque temen que cuando el dúo PP/Vox llegue al poder les va a quedar una pensión de broma. De nada nos sirve que Borja Sémper salga a poner paños calientes a las declaraciones del jefe que causan gran alarma social en la ciudadanía. El portavoz de campaña ha matizado diciendo que Feijóo no defiende el modelo concreto de pensiones de Macron, sino que se ha limitado a hacer un “diagnóstico solvente y serio” sobre este asunto frente a la “patada hacia adelante” de Sánchez, que según él supone un despilfarro y pone en riesgo la estabilidad presupuestaria. Hay que tener la cara de cemento armado para decir que mejorar las pensiones amenaza la economía o que subir el salario mínimo interprofesional genera paro. Lo dicho: cuando lleguen estos habrá que desempolvar la bandera roja y el disco rayado de La Internacional. Y a las barricadas, camaradas.

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