Un artículo reciente de La Voz de Galicia, en el que se recogen declaraciones de un  representante de Comisiones Obreras en el Banco Popular, sirvió para abrir la reflexión acerca de la situación que atraviesa la entidad en la actualidad. Lo que afectaba a los trabajadores es algo que se recogía en el plan de viabilidad que presentó en su día el anterior presidente, Ángel Ron, y que el Ministerio de Economía retrasó en su aprobación y que al final, aunque tarde, le dio vía libre también el Banco de España. Y además lo asumió el nuevo Consejo de Administración cuando el presidente anterior dimitió –según supo Diario16– por no querer hacer daño al banco y bajo las presiones de las operaciones bajistas permitidas por el Gobierno, el Banco de España (BdE) y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), bajo un cómplice silencio absoluto.

Al igual que sucedió con el Banco de España en su día, viendo sin inmutarse como su no intervención arruinaba a miles de pequeños accionistas, ahorradores, pensionistas, empleados y pequeños empresarios clientes del banco. Mientras, por el contrario, los grandes operadores y socios extranjeros de Latinoamérica –fundamentalmente mexicanos, colombianos, brasileños y dominicanos– obtenían pingües beneficios, tal vez conocedores de la operación diseñada para fijar el destino del Popular.

Lo que ha ocurrido con el Banco Popular es difícil de aceptar que pudiera darse en un país democrático donde los derechos de las personas están protegidos de manera principal. Una democracia asegura y protege los derechos y las libertades de las personas y, también, la propiedad. Si no, no es una democracia ni real ni plena.

La entidad ha sido y está siendo duramente golpeada por ataques bajistas que han castigado el patrimonio (propiedad) de miles de pequeños y medianos accionistas y el Gobierno no ha hecho nada para impedirlo. No vale echar la culpa de esto a que así se comporta el capital, porque no es así. La propiedad de las personas debe estar protegida por el Estado porque para ello dispone de ingentes medios que se pagan con los impuestos. Y en este caso no ha sido así.

Banco de España, CNMV, JP Morgan o los grandes accionistas mexicanos liderados por la escritora y economista Reyes Calderón también participan en la intervención

Los trabajadores, más de 15.000, y los pequeños accionistas son los auténticos perjudicados, más aún que los directivos y la mayoría del consejo anterior. Aunque hay que recordar que estos colectivos, hoy organizándose con el fin de defender sus derechos en los tribunales, con reclamación incluso dirigida al Gobierno de Mariano Rajoy que está permitiendo vía pactos políticos del Estado con gobiernos nacionalistas, según informan a Diario16 fuentes conocedoras del caso.

En este análisis hay que tener presente que, en sus planes y estrategias, el plan Ron siempre se consideró, y así se manifestaba, que Banco Popular tenía los mejores trabajadores, accionistas y cartersa de clientes de la pequeña y mediana empresa del sector. Justo el plan de gestión que aprobaron hace un año en el Consejo y que boicotearon presuntamente las autoridades monetarias con la ayuda de una consejera presuntamente independiente, Reyes Calderón, hoy en OHL (grupo Villar Mir), y que estuvo en idéntica posición que en el Popular: presidenta de la Comisión de Nombramientos.

El protagonismo de Calderón es digno de seguir: destaca como novelista y profesora a tiempo parcial, además de poseer una solvente formación como economista. Ha sido una de las figuras clave en los cambios profundos llevados a cabo en empresas importantes como son el Popular o el grupo OHL.

Ojo a este desembarco que podría tener los mismos objetivos que tuvo su maniobra en el Banco Popular. De momento ya se ha consignado la salida del segundo ejecutivo de ese grupo constructor, López Madrid, precisamente yerno del fundador y mayor accionista, Villar Mir. Probablemente veremos pronto a esta compañía absorbida por otra del sector con socios comunes del Popular, y con el mismo cómplice silencio del Gobierno.

Si dicho plan del banco hubiera sido considerado en su tiempo, según analistas consultados por este medio, a buen seguro hubiesen cambiado las cosas de forma ostensible, mientras se recuperaba el país.

Mover todo para no cambiar nada

Saracho lleva ya cuatro meses en el banco, ya ha cobrado la prima de contratación, cuatro millones y, de momento, hay dos aspectos que sorprenden en su corta gestión. Nada mas llegar aprueba el plan de Ron, lo que ha llevado a varios observadores a preguntarse que si lo que se quería para el banco es ese plan por qué no dejar que lo implantara quien lo diseñó: el propio Ángel Ron. Es decir, mover todo para que no se mueva nada, salvo las personas que resultaban incómodas para quienes querían reorientar el rumbo del Popular y así decidir su destino.

Otro aspecto preocupante: todo indica que Saracho no ha adquirido ni una sola acción del banco que preside, lo que no transmite precisamente un mensaje de confianza hacia la entidad.

Otra cuestión que ya empieza a comentarse abiertamente es que para muchas personas ligadas al sector financiero español resulta difícil de entender cómo un vicepresidente mundial de la JP Morgan accede a dejar ese cargo y se viene a presidir un banco que al lado del gran banco de matriz americana no deja de ser un “banquito”, aunque en España sea muy importante. Pero las dimensiones son las dimensiones. ¿Qué interés tenía Saracho en esta operación? ¿O el interés es el de la JP Morgan y él su enviado especial?

Vender lo que no es suyo

Trabajadores y accionistas asisten, mientras tanto, con estupor a las noticias que se publican sobre la venta de “su” banco. Que si BBVA, Santander, Sabadell, y ahora Bankia porque se dice que es la opción del ministro Luis de Guindos para así, junto con BMN, asegurar la recuperación del dinero que el Estado metió en la antigua CajaMadrid para rescatarla.

Cualquier día se conocerá a través de la prensa que “su” banco se ha vendido y que el precio de la acción no ha superado los 50 céntimos. Veamos. “Nos arruinan un poco al principio y del todo al final”. Curisoso.

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