Ejército Azerbaiyán
Tropas de Azerbaiyán

Bajo los auspicios del Moscú y, más concretamente, del presidente ruso, Vladimir Putin, Armenia y Azerbaiyán han firmado un acuerdo histórico  que pone fin a las hostilidades armadas entre ambos países después de que los azeríes atacasen las posiciones armenias en Nagorno Karabaj, una ofensiva militar que se coronó exitosamente tras la toma de la emblemática ciudad de Shushí. Dicha ciudad, a apenas a unos 11 kilómetros de la capital de Nagorno Karabaj, Stepanakert, era un objetivo estratégico para Bakú y deja a tiro de la artillería azerí el último de los grandes bastiones armenios en este enclave.

Ahora, tras la firma de este acuerdo forzado por la clara superioridad militar de los azeríes en el campo de batalla, Armenia hace concesiones impensables hace unos meses a Bakú, como la cesión de la región de Kelbajar a la República de Azerbaiyán antes del 15 de noviembre de 2020 y la región de Lachin, que proporcionará la conexión de Armenia con Nagorno-Karabaj hasta el 1 de diciembre de 2020, y Khankendi, a menos de 5 km de la ciudad de Shusha. Para comunicar a Armenia con los escasos territorios que le quedan bajo su control en Nagorno Karabaj, se construirá una nueva ruta a través del corredor de Lachin y que estará vigilada por Rusia. También Armenia cede los territorios de la región ocupada de Aghdam y los de la región de Gaza, que pasan a manos de Azerbaiyán el 20 de noviembre.

Azerbaiyán se había armado hasta los dientes en los últimos años, aprovechando su bonanza económica a merced de su potente industria petrolera y sus buenas relaciones con Rusia, Turquía e Israel, y estaba bien preparada para la guerra. Los azeríes habían comprado para librar esta batalla contra los armenios helicópteros T129 turcos, aviones F-16, 36 sistemas Smerch rusos, varias baterías de Polonez bielorrusas, 21 T-300 Kasirga turcos y misiles balísticos israelíes LORA, un ingente material listo para una guerra quizá de larga duración y destinada a recuperar unos territorios que siempre ha considerado suyos, aunque le fueran entregados injustamente y sin ningún criterio racional y étnico en los años veinte del siglo pasado. En menos de un mes, los azeríes han traspasado las líneas armenias y les han causado una dura derrota a sus fuerzas, sellada ahora jurídicamente con los acuerdos firmados.

Fuerzas de paz rusas para Nagorno Karabaj

El acuerdo firmado entre las tres partes, pues Rusia es garante de los mismos, prevé un una unidad de mantenimiento de la paz de supervisión de lo rubricado que consta de 1.960 soldados, 90 vehículos blindados de transporte de personal, 380 vehículos y equipo especial de la Federación de Rusia. De esta forma, Rusia seguirá manteniendo su capacidad de influencia en la región del Cáucaso y vuelve a mostrar a las claras que es el único actor que presionar a las dos partes para que cesaran sus combates, aunque ha quedado claro que su apoyo a Armenia tenía ciertos límites y que, a última hora, dejando a los azeríes avanzar casi sin resistencia sobre el territorio controlado por los armenios, Moscú no movió sus fichas por evitar la humillante derrota de Armenia en el campo de batalla.

Asimismo, y para colmo de las humillaciones para los armenios, Armenia también proporcionará enlaces de transporte entre las regiones occidentales de la República de Azerbaiyán y la República Autónoma de Nakhchivan -otro enclave territorial entre Irán y Armenia- para organizar el movimiento sin obstáculos de ciudadanos, vehículos y mercancías en ambas direcciones, zonas que estarán controladas por el Servicio de Fronteras de Rusia y que significarán, de facto, la pérdida de soberanía territorial para los armenios en estas zonas.

El primer ministro de Armenia,Nikol Pashinyan, ha reconocido que los acuerdos son algo muy «doloroso» para él y el pueblo armenio, pero que han evitado males mayores y el genocidio de los armenios en Nagorno Karabaj. “La decisión de firmar el cese de hostilidades se toma en base a análisis profundos de la situación de combate y en discusión con los mejores expertos en el campo”, ha dicho Pashinyan en estos días. “Esto no es una victoria, pero no hay derrota hasta que te consideras derrotado. Nunca nos consideraremos derrotados y esto se convertirá en un nuevo comienzo de una era de nuestra unidad nacional y renacimiento”, aseguró a un conocido medio de comunicación occidental tras firmar y aceptar los acuerdos, que han generado protestas y un profundo rechazo en la capital armenia, Yereván, donde incluso fue herido el presidente del parlamento en las mismas.

En términos geoestratégicos, hay que reseñar que los acuerdos fortalecen el papel de Rusia en el Cáucaso, que tendrá la llave para evitar la guerra en la región, y que seguirá contando con una gran capacidad de influencia en ambos países, a los que, paradójicamente, ha vendido armas en los últimos años. La tradicional solidaridad de Rusia hacia Armenia, fortalecida porque ambas naciones son cristianas, se ha visto resquebrajada por el nulo apoyo de Rusia a la causa de este país en Nagorno Karabaj. 

Mientras que Rusia sale reforzada de la crisis, Turquía se apunta un tanto a su favor y un gran triunfo de su principal aliado y socio en el Cáucaso, Azerbaiyán, claramente victorioso en esta guerra. «Para Turquía, la guerra en Karabaj fue una vitrina en la que se exhibió el creciente papel de Ankara en el estratégicamente importante Cáucaso meridional. El ejército turco abasteció, entrenó y apoyó al victorioso ejército de Azerbaiyán. Algunos informes sugieren que oficiales turcos desempeñaron un papel clave dirigiendo ataques con drones que desempeñaron un papel decisivo en este conflicto, aunque Ankara lo ha negado», apuntaba una nota de la cadena británica BBC al referirse a este asunto.

Finalmente, la gran derrotada en esta corta guerra, Armenia, pierde la «franja de seguridad» que protegía a Nagorno Karabaj y la comunicaba con el territorio armenio, numerosos territorios en este enclave, incluyendo una buena parte del patrimonio histórico de los armenios, como iglesias y monasterios con un gran significado espiritual para este pueblo, y su capacidad defensiva frente a los azeríes, que ahora tienen los cinco años que duran los acuerdos para rearmarse y prepararse, quizá, para la ofensiva final que les permita recuperar todos los territorios de este emblemático enclave, aspiración final de esta guerra no concluida.

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