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Antonio en el país de la tontología

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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Sentado sobre un pértigo de carro convertido en poyo, al abrigaño del cierzo que acaba de convertir un caluroso día de verano en un atardecer invernal, Ciriaco mira fijamente al horizonte donde un aguilucho ronda a las palomas. Su hijo Orencio, de pie, junto a la esquina, esquivando el aquilón con un forro polar, le observa con ojos tristes, antes de acomodarse junto a su padre.

  • Hay que ver padre, dónde ha acabado el carro. Si de joven hubieras sabido que la lanza se iba a convertir en asiento,…
  • La vida da muchas vueltas hijo. Mira a tu alrededor. Tu abuelo con sesenta fanegas de siembra daba de comer a cinco hijos. Yo, sin embargo, tuve que irme a trabajar a Vitoria porque el campo era miseria y ahora, entre dos agricultores aran todo el pueblo y son millonarios a base de subvenciones. En realidad hemos vuelto al pasado. Yo a mis orígenes y tú, a tus cincuenta y cinco años después de haber cotizado más de treinta años, te ves aquí, refugiado en mi casa con tus hijos que no tienen trabajo ni futuro, con un subsidio de miseria, sabiendo que jamás vas a volver a trabajar y sufriendo porque no sabes si vas a llegar a jubilarte. Y de hacerlo, si nada cambia, ya sabes que a los 61 te jubilan quieras o no quieras …
  • Ahora ya no, padre, ahora puedo aguantar hasta los 65 y diez meses.
  • Igual me da, porque con lo que cotizas, te van a comer la mitad de lo que te correspondería y tus hijos, si algún día la cosa cambia y comienzan a trabajar, no podrán cotizar lo suficiente como para llegar a cobrar jubilación.
  • Y encima, estos hideputas señoritingos diciendo que la solución es que nos jubilemos más tarde.
  • Nos lo hemos ganado a pulso. Cuando llegué a Vitoria allá por el 68, aún vivía Franco. El primer mes que trabajé en Forjas Alavesas, me cambiaron de turno y de puesto, casi diariamente. El encargado, don Tomás, un hijo de mala madre, creía que a los nuevos, por ser paletos, se les podía tratar como animales. Pero mis compañeros, que aún sin formar sindicato, porque era ilegal, tenían mucho peso, le pusieron en su sitio. A partir de ese día trabajé como uno más en mi turno y dónde me tocaba. Rotando en el horno como todos, no continuamente como el primer mes. Al poco de morir Franco, fue cuando nos pusimos en huelga porque entrábamos en la fundición casi sin protección y nos quisieron hacer el tocomocho con el salario. Nosotros, por estar bajo un calor sofocante ganábamos buen sueldo y Martín Villa y sus secuaces del Ministerio sindical quisieron bajárnoslo por decreto. En lugar de igualar los salarios por arriba, pretendían hacerlo por abajo. Y a pesar de lo que pasó, que mataron a cinco de mis compañeros, de que yo estuve en la UCI, que la policía nos masacró, ganamos la batalla.
  • Pero perdisteis, o mejor dicho, perdimos la guerra. Mira como estamos ahora. Poco ha cambiado a cuando Franco.
  • Sigo diciendo lo mismo. Es culpa nuestra. Cuando murió el dictador, nosotros teníamos miedo a otro golpe de estado. Pero la democracia, esa que dicen que trajo el rey, era imparable. Mi sindicato tenía más de 20.000 afiliados en Vitoria en la clandestinidad. El ansia de libertad no se podía contener. Pero no hicimos lo que teníamos que haber hecho. Ellos también tenían miedo. Más que nosotros. Estaban preocupados porque habían matado a mucha gente. Habían eliminado entre 1940 y 1955 a casi todos los republicanos. Pero la libertad no puede extirparse. Y sabían que la dictadura acabaría con Franco, que no podía continuar más allá. Por eso se cargaron a Carrero primero y pusieron después a Felipe en Suresnes. En lugar de romper la baraja y quemar el casino, insisto, por miedo, pretendimos seguir jugando una partida en la que ellos tenían las cartas marcadas porque eran los dueños del casino, de la mesa, imprimían las cartas y para colmo pusieron de representante sindical a un infiltrado. Y así nos ha ido. Ellos fueron ganando en confianza hasta adecuar las instituciones que pretendíamos que fueran democráticas a sus intereses, y nosotros perdiendo terreno, porque ahora todo el mundo finge ser dueño del casino y no obrero. Nadie quiere luchar. Y sin lucha no hay contraprestaciones.
  • ¿Cenamos o qué? – pregunta una voz femenina desde la puerta de la casa.

Ciriaco y su hijo Orencio, se levantan sin prisa del mástil convertido en asiento y se encaminan a la casa. Dentro, la mujer de Orencio, les tiene prohibido hablar de política. Como si no mentando a la bicha, no existiera.

*****

Antonio en el país de la tontología

Cuando yo era un niño, en mi pueblo la gente se abastecía del agua de una fuente a la que íbamos a llenar los calderos con los que la trasladábamos a casa. Con un único lugar de suministro, la gente bebía, cocinaba y se lavaba sin contratiempos. Hoy, el agua sale de cada uno de los grifos que hay en las casas, pero el agua sabe mal, provoca daños en la red por la cal y es tan mala, que en mi familia tenemos que beber agua embotellada para no ponernos enfermos. Además, los otros manantiales están contaminados por nitritos y nitratos fruto de los fertilizantes químicos y de excesivo abuso de purines, y por pesticidas por el agiotaje de herbicidas agrícolas.

Nunca antes el ser humano tuvo tan fácil el acceso a la información. Quizá por ello, como con el agua, la desinformación es tan intensa, provoca tantos males y crecen como setas chamanes, charlatanes, gurús económicos, terraplanistas (si, amigos, ahora vuelven los que creen que la tierra es plana) y cantamañanas que nos auguran el control de nuestras mentes con chips que nos inyectan a través de las vacunas y que controlan por la red 5G (cómo si no fuera ya eficiente el control intelectual que sobre las personas tienen a través de la TV, del físico a través del GPS del móvil y de nuestros gustos, necesidades y vicios a través de internet). Casi ninguno de nosotros confiaríamos en un supuesto experto que dice que conoce las propiedades de las plantas medicinales para que nos abriera la tripa y nos operara de algo tan “sencillo” como el apéndice. Y sin embargo, confiamos el futuro de nuestras condiciones de vida en sinvergüenzas que dicen saber mogollón de economía y que como solución a todo proponen siempre y en exclusividad ortodoxa medidas para empeorar salarios y derechos laborales, rebajar económicamente las pensiones, elevar la edad de jubilación y el rescate y posterior privatización de entidades bancarias. Recetas que llevan aplicando décadas y que además de empeorar nuestras condiciones de vida nos han deparado un mundo en perpetua e inmortal crisis económica, oscuro, individualista y falto de empatía en el que el rebaño sueña y empatiza con los millonarios mientras sobrevive como puede en la miseria.

Es un hecho el aumento del fascismo liberal (o hijoputismo) en el nuevo orden mundial. Los Trump, Bolsonaro, Añez, Morawiecki, Orbán o Salvini pululan por el mundo adorando, ejerciendo y extendiendo políticas fascistas como la xenofobia, la homofobia, la violencia policial y las políticas antisociales, favorecedoras de las grandes corporaciones mundiales que viven de la deforestación, la explotación y contaminación de los territorios que machacan y del uso y abuso del empleo precario, los salarios de limosna y el nulo respeto a los derechos laborales y a los derechos humanos.

En España, además tenemos la desgracia de no haber superado la herencia franquista que ha convertido, lo que se instauró en nuestras mentes como un sueño democrático, en un segundo franquismo 2.0 en el que, mientras la mayor parte de la gente cree que por poder votar cada cuatro años (sin darse cuenta que el sistema circunscripcional elegido impide cualquier cambio que no sea consentido por el régimen), por poder tener bares y terrazas donde poder poner a parir al Demérito o por llamar alegremente (o con razón) corruptos a los políticos, están en una democracia plena.

En una democracia, no es posible que ningún ciudadano sea impune a corruptelas y cohechos por muy alto que sea el peldaño del escalafón que uno ocupe. En una democracia existe la separación de poderes que se controlan y contraponen entre ellos para garantizar que ninguno sea impune y no un único poder que controla, somete y extiende sus garras sobre los demás. En una democracia, los jueces no actúan como una tercera cámara en beneficio de una ideología y de un partido que tiene más 1.000 casos de corrupción y que ha provocado un agujero a las arcas públicas de más de 120.000 millones de euros (el 86 % del total de la corrupción en España). En una democracia no se puede obstaculizar la renovación de cargos, ni se nombran personas afines, aprovechando la provisionalidad, para poder seguir actuando conforme a los intereses de la ideología que te ha puesto ahí no por tu valía sino por ser partidario. En una democracia, ningún exministro y/o secretario general de sindicato se atreverían a intentar persuadir a una jueza que investiga delitos de lesa humanidad, de que un tipo involucrado en una masacre policial con el resultado de 5 muertos y más de 42 heridos de bala además de otros 120 heridos de diversa consideración, de un total de 4.000 trabajadores encerrados en una iglesia, es un anciano venerable que lo que hizo fue por el bien de la democracia.

El franquismo que perdura en la sangre que riega el régimen, ha conseguido que la gente crea que vive en un régimen moderno del primer mundo. Sin embargo, España ha acabado siendo un estado fallido, en el que la única industria que se perpetúa es la del turismo. Una industria que basa su rentabilidad en la economía sumergida, con salarios de limosna y horarios de galeras, donde los ingresos son imposibles de controlar por el fisco y los chanchullos de negocios ilegales como las drogas, el juego y la prostitución campan a sus anchas.

España es el país de la tontología, donde unos señores encorbatados que creen que trabajar es salir de casa a las diez de la mañana en un coche público con conductor, asistir a reuniones interminables en las que se dirime sobre el sexo de los ángeles, cobrar emolumentos diez veces por encima del salario medio, asistir a copiosas comilonas a cargo del erario y acabar en un hotel con prostitutas de lujo, sientan cátedra sobre la necesidad de que los salarios sean bajos para ser competitivos, sobre la importancia para la economía de jubilarse a los 70 porque la vida es muy larga y la conveniencia de que hay bajar las cuantías de las pensiones para poder cuadrar las cuentas de la caja de la Seguridad Social. Pero su mérito no está en las diatribas, sino en que el pueblo aborregado crea que sus mierdas intelectuales son serias y convenientes. Nadie que pasa hambre, entendería que un gordo con la despensa llena de los diezmos que les roba a los hambrientos, les dijera que lo mejor para la salud es comer cada dos días y además en poca cantidad.

Aquí, a través de la contaminación informativa, nos han convencido de que países como Estados Unidos, dónde tras pasar 62 días en el hospital te llega una factura de más de un millón de euros, dónde le cobran 300 dólares a los padres de una niña que se hizo un pequeño rasguño en la cabeza o dónde una persona que ha perdido un brazo en un accidente en el metro de Nueva York no quiere que la lleven al hospital porque la factura hipotecará su vida y la de sus hijos y nietos, son el paraíso (el sueño americano). El demonio, por el contrario, es Cuba o Venezuela. Países donde la cobertura sanitaria es universal y en el caso de la isla caribeña, un exportador de solidaridad que envía médicos para tratar enfermedades como el coronavirus en Italia.

A través de la intoxicación informativa nos han convencido de que pagar impuestos es malo. E ignoran, a propósito, que países paradigmas del sueño educativo y social como Finlandia, Suecia o Dinamarca tienen el mejor sistema educativo y de pensiones del mundo gracias a los impuestos y a la inversión que de ellos hacen en la escuela y en políticas sociales (en lugar de usarlos para contratar obras innecesarias que dan pingues beneficios en comisiones). Tributos establecidos con progresividad y justicia social. Quién más tiene, más paga. Aquí, en la España del Lazarillo y del PP, el que paga impuestos es porque es imbécil o porque no puede evitarlo. Y quiénes evaden legalmente, a través de SICAVS, de Of-shores en paraísos fiscales y de residencias fraudulentas en el extranjero, son tratados como ídolos y dan lecciones de patriotismo.

Hasta nos han convencido de que si se te mete un extraño en tu vivienda habitual, no puedes echarle aunque quieras (una falacia tan integrada que ya forma parte del ADN español) y que es conveniente pagar a unos esbirros que te protejan a través de una red de centrales de alarmas que, en el mejor de los casos, lo único que hacen es avisar a la policía.

Quizá debido a la tontología tenemos la sensación de que somos la hostia de felices, y sin embargo las estadísticas nos sitúan en el último lugar de Europa y el penúltimo del mundo.

No hay más ciego, que quién no quiere ver.

Salud, feminismo, república y más escuelas públicas y laicas.

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7 COMENTARIOS

  1. Señor Ausín está muy feo tratar de tontos a los ciudadanos por no ver las cosas tal como usted las ve.

    Descartes que era mucha más sabio que usted e infinitamente mas modesto dejó escrito «la diversidad de nuestras opiniones no proviene de que unos seamos más razonables que otros sino solamente de que conducimos nuestros pensamientos por diversas vías y no consideramos las mismas cosas.

    ¡No consideramos las mimas cosas .

    Si usted considera que la democracia es el «gobierno del pueblo» concluirá que no manda el pueblo y la democracia que tenemos es un desastre. Si considera que la democracia es el menos malos de los sistemas de gobierno que conocemos, lo verá de otra forma.

    Si considera que venimos del edén de donde fuimos expulsados, el mundo ha ido de mal a peor. Si por contra considera que venimos de monos territoriales que desde siempre han luchado y matado por la siempre escasa comida, lo verá de otra forma.

    No conozco el campo idílico donde vivió su abuelo, pero recuerdo el que yo conocí en la infancia. Nos calzábamos con unas sandalias, no teníamos ducha y el inodoro estaba en la cuadra. Mis padres trabajaban de sol a sol cuando había recolecta y permanecían en paro cuando terminaba. Mis hermana de 11 y 15 año recogían algodón. Comíamos un puchero para todos. El chocolate era un lujo y las gambas animales exóticos por desconocidos.

    Hable con los abuelos, que le expliquen como fueron sus infancias, y compárela con la de los niños de ahora. A lo mejor empieza a contemplar «otras cosas» y modera sus opiniones.

    Pero sobre todo no nos vuelva a tratar de tontos a quienes tenemos opiniones distintas. Por que ello se debe a que «no consideramos las mismas cosas».

  2. Hombre Sr. Ortiz, podría usted haberse remontado a los Romanos. En Tarragona, se celebraban espectáculos en los que se mataban unas personas a otras en medio del fulgor del público. O quizá podría haberse referido a que la Regente María Cristina era un ser abominable que tenía su principal ingreso en el negocio de esclavos. Cualquier caso de corrupción de la monarquía actual comparado con eso o con el mastuerzo de Fernando VII, es un juego de niños.
    Pero usted debería saber que no se trata de eso, sino de que nos den lo que en la Constitución figura como obligado cumplimiento. Y los cohechos, las comisiones, la impunidad, el amiguismo y que 1 de cada 4 niños esté dentro del umbral de la pobreza, no están en el contrato que se tiró en el 78. Como tampoco lo está que haya personas en el exilio por cantar acontecimientos de la monarquía, unos chavales en la cárcel por una pelea de bar o que se vaya a inhabilitar al president de la Generalitat por no quitar una pancarta o que se ilegalizaran formaciones en Euskadi con pruebas fabricadas, y un partido cuya generalidad es la corrupción no solo siga siendo legal sino que controla la justicia y otras instituciones del estado.
    Usted puede pensar lo que quiera. Puede votar a un mono si quiere. Pero si usted y los que opinan como usted están llevando a la quiebra como país y como sociedad a la nación, permítame que pueda decir que no están ustedes no están en sus cabales. Si además están en contra de las mascarillas, diciendo chorradas como que el mundo es plano o que todo esto del Covid es un montaje para controlarnos quién así opina es un imbécil redomado.
    La ciencia no es cuestión de opiniones, sino de hechos probados.
    Gracias por leerme y un saludo.

  3. Que no me entienda a mi, tiene un pase, que no entienda a Descartes es mas grave. «la diversidad de nuestras opiniones no proviene de que unos seamos más razonables que otros sino solamente de que conducimos nuestros pensamientos por diversas vías y no consideramos las mismas cosas» (El discurso del Método)

    Cuando Descartes habla de «opiniones» habla de creencias justificadas a las que se llega por medio de razonamientos sólidos partiendo de datos empíricos; lo que usted llama ciencia o creencias con base científica.

    No soy tierraplanista, ni nada por el estilo, y racionalmente confío más en comunidad científica o democrática internacional que sostiene que el cambio climático es una realidad, que las vacunas son efectivas o que España una democracia, que en los conspiranoicos que lo niegan.

    Le pondré un ejemplo de «no contemplar las mismas cosas». Aburrido estoy de escuchar a los independentistas decir un día y otro también que «Cataluña está oprimida» Pues bien consideremos el asunto desde otro punto de vista «consideremos otras cosas».

    En el mundo hay más de 10.000 minorías nacionales que forman parte de alguna de las 200 naciones-estado que existen. Si comparamos el grado de autogobierno de Cataluña, y las libertades y derechos que tienen los catalanes, con el que tienen las otras más de 10.000 minorías veremos que los catalanes están entre los 10 primeros. Esto son datos empíricos e irrefutables.

    Conclusíón lógica de «contemplar otras cosas». España no es un país opresor sino uno de los más democráticos del mundo y sus minorías las mas libres.

    Espero que el ejemplo le sirva de ilustración y pueda comprender lo que dice Descartes. Y una vez comprendido, deje de llamarnos «tontos» a quienes al no «contemplamos las mismas cosas» y dirigir nuestros pensamientos por caminos distintos, somos capaces de ver aspectos la realidad que permanecen oscuros para usted.

    PD: Es mentira que a Torras no lo van a inhabilitar por «quitar una pancarta» es por no cumplir las resoluciones de la justicia. Ni a Valtonyc lo van a meter a la cárcel por «cantar acontecimientos de la monarquía» sino por cantar estas lindezas;

    “Que tengan miedo como un guardia civil en Euskadi»
    “Un pistoletazo en la frente de tu jefe está justificado o siempre queda esperar a que le secuestre algún GRAPO”

    – «Puta policía, puta monarquia”
    – «A ver si ETA pone una bomba y explota”

    «Para todos aquellos que tienen miedo cuando arrancan su coche, que sepan que cuando revienten sus costillas, brindaremos con champán»

    No diga mentiras ni haga demagogia señor Ausín, que está muy feo.

    • No hay más ciego que el que no quiere ver, ni más tonto que el que no quiere aprender. Eso no es de Descartes, sino del refranero de mi pueblo. De esas personas que comían en cuchara de madera todos de la misma olla y cuya calefacción eran los animales de labor que tenían dentro de casa. (los que usted mencionaba en el otro comentario).
      Y como paradigma de la demagogia está todo su comentario después de la Posdata. Sabe, los judíos llevados a los campos de exterminio nazis, también lo fueron siguiendo la legalidad vigente. Y a pesar de que Valtonic no es una persona de mi agrado, tiene derecho a expresar libremente lo que quiera, porque las palabras no matan y ni siquiera arengan a pesar de lo que digan los jueces puestos, no por su valía, sino por su condición política.

      Como decía Mark Twain «Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda».

      Vaya usted con dios.

  4. Jesús siempre sabes decir lo que muchos pensamos y no sabemos expresarlo tan bien como tu. Es difícil pero mantienes nuestra esperanza.

    Sólo me atrevo, con perdón, a proponerte un pequeño cambio por una cuestión de rítmica:

    Salud, feminismo, república y más escuelas laicas y públicas.

  5. Se me olvidó señor Ausin.

    Termina usted su escrito con una taxativa afirmación y nos deja un enlace para que podamos «verificarla».

    Esto es lo que usted escribe;

    «Quizá debido a la tontología tenemos la sensación de que somos la hostia de felices, y sin embargo las estadísticas nos sitúan en el último lugar de Europa y el penúltimo del mundo» No hay más ciego, que quién no quiere ver»

    El enlace nos lleva a un listado donde aparecen 28 países (en el mundo hay algunos más señor Ausin) y donde efectivamente España ocupa el penúltimo lugar ¿entre 28?.

    Pero si consultamos el «Indice global de felicidad de la Wikipedia» donde se analizan 156 países, resulta que España ocupa «sorpresa» el puesto 36 de entre 156. Es decir hay 120 países por detrás de España.

    Lo que nos lleva a la conclusión «científica» que su afirmación de que en felicidad España ocupa el «penúltimo lugar del mundo» es una mentira como un templo.

    Pero como no creo que usted sea mentiroso, tonto o ciego, ni un manipulador, atribuyo su error, a que «no ha considerado bien las cosas». Lo que deja en entredicho el supuesto conocimiento empírico y científico del que alardea.

    Saludos.

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