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Andrea Orcel derrota al Santander, tal y como adelantó Diario16 en el mes de octubre

El banco presidido por Ana Patricia Botín tendrá que indemnizar al banquero italiano con 68 millones de euros, de los que 10 millones son en concepto de daños morales

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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Andrea Orcel, al que muchos han calificado como el Michael Jordan de la banca mundial, demandó al Santander tras la no contratación por parte de la entidad presidida por Ana Patricia Botín después de haber anunciado dicho nombramiento a bombo y platillo, incluso con un hecho relevante en la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

Hoy se ha conocido la sentencia por la demanda interpuesta por Orcel en la que se ha condenado al Santander al pago de 68 millones de euros que, según la decisión judicial, se divide en 17 millones por la prima de su fichaje, 41 millones por el sueldo de dos años y la remuneración no cobrada de UBS y 10 millones por daños morales.

Tras la celebración de las dos vistas del juicio, Diario16 ya adelantó que Orcel iba a ganar a Ana Patricia Botín y al Santander lo que supone un enorme descrédito y un duro golpe al prestigio del segundo banco de España y del primer grupo bancario español.

El grave error de Ana Patricia Botín

Durante su declaración en la primera sesión del juicio, la presidenta del Santander repitió reiterativamente las frases que llevaba preparadas que se prolongaban una eternidad con circunloquios y exposiciones formuladas de manera muy pausada con la intención de hacer el interrogatorio anodino y excesivamente largo como para que el juez hubiese tratado de acortarlo.

Álvaro Remón, el abogado de Andrea Orcel, se vio obligado en varias ocasiones a interrumpir a la presidenta del Santander para tratar de impedir que evadiese sus preguntas constantemente y desviara la respuesta de lo que se le estaba preguntando.

Botín trató de esquivar las preguntas más incisivas del letrado de Orcel en las que, sin andarse por las ramas y de forma directa, le preguntó por el contenido de las actas del Consejo de Administración o sobre el informe que el Santander encargó a la consultora de recursos humanos Willis Tower Watson en el que se daba el visto bueno a las condiciones de contratación de Orcel que consideraba ajustadas a las del mercado. De este modo, se deshizo la endeble argumentación de Ana Patricia Botín.

Andrea Orcel (izquierda), Ana Botín (Centro) y José Ántonio Álvarez (Derecha)

La presidenta del Santander intentó por todos los medios de luchar contra las pruebas que demostraban el carácter contractual de lo que Botín denominó «carta-oferta». Sin embargo, le traicionó el subconsciente al reconocer que Orcel estaba obligado contractualmente a conseguir que UBS abonase la mayor parte de su indemnización.

Fue en ese momento cuando Álvaro Remón, abogado de Orcel, sentenció a Ana Patricia Botín al apostillar que si Orcel tenía obligaciones contractuales, como acababa de decir la presidenta del banco cántabro, era porque existía un contrato y ese contrato obligaría tanto a Orcel como al Santander.

En una especie de huida hacia delante, Botín trató de recurrir al argumento de que las cantidades eran muy altas y que el Santander, como banco comercial, no podía hacer frente a las mismas, lo que resultó una excusa muy débil para convencer a un juez.

La argumentación del Santander para no cumplir con lo acordado con Orcel, por la que se pretende hacer ver que no existió un contrato sino una «carta-oferta» o que las altas cifras fueron las que frustraron la contratación, no son compatibles con el hecho de haber llevado a cabo una presentación del banquero italiano como nuevo consejero delegado a «bombo y platillo» sin tener acordados todos los pormenores. Este hecho evidencia que los acuerdos económicos no influían para nada en el nombramiento que estaba ya cerrado y sólo pendiente de los flecos económicos de cuánto debían abonar UBS y el Santander.

Además, Ana Patricia Botín reconoció que Andrea Orcel había sido el mejor asesor que había tenido el Santander durante muchos años, habiendo aconsejado al banco cántabro en infinidad de operaciones multimillonarias.

La «carta-oferta» sí tenía valor contractual

La sentencia demuestra que toda la argumentación del Santander estaba vacía porque, tras las declaraciones de la segunda sesión del juicio, quedó claro que lo que el banco llamó «carta-oferta» es un documento o contrato con efectos plenamente vinculantes.

Fuentes jurídicas consultadas por Diario16 mantienen que, en el documento, contrato o «carta-oferta» que el Santander pretendía que no tuviera ningún efecto contractual, era innecesario hacer constar una cláusula que permitiese al banco o a Orcel resolverlo unilateralmente. ¿Para qué vas a establecer la posibilidad de resolver un documento que no tiene ningún efecto vinculante para las partes?

Por tanto, según las mismas fuentes, es indiscutible que la «carta-oferta» tenía innegables efectos contractuales, aunque no se llame contrato. El hecho de que un documento no sea propiamente un contrato no impide que el mismo tenga efectos vinculantes y pueda obligar a las partes. Por tanto, la «carta-oferta», o como quiera llamarse el documento, valida plenamente la contratación de Andrea Orcel, como ha demostrado la sentencia conocida hoy.

Orcel fue incluido en la aristocracia del Santander

También suscitó el interés del juez el hecho de que Orcel fuese incluido en un chat de los 30 máximos dirigentes del Banco Santander conocido como «Promontorio Meeting», ya que, si Orcel no había sido contratado y no formaba parte del Santander, no tenía razón de ser el que fuese incluido en ese «selecto» y reducido grupo de máximos directivos del Santander.

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5 COMENTARIOS

  1. Que una tipeja que no sabe ni declarar ante un juez (normal por mentir), que no sabe ni contener la lengua y se le escape lo de obligaciones contractuales, que esta sea directiva de un banco y además dicte las órdenes a políticos y varios jueces del país, afortunadamente las de este Juez de verdad no las dicta. A ver en Europa lo que puede una paleta con dinero.

  2. REESTRUCTURACIÓN BANCARIA
    Santander se ofrece al BCE para «solucionar» una posible crisis del BBVA por Villarejo o Turquía
    La presidenta del Banco Santander, Ana Botín y el presidente del BBVA, Carlos Torres

    La delicada situación del BBVA tiene preocupado a todo el sector por la importancia sistémica de la entidad y las imprevisibles consecuencias de una crisis. Por ello, el propio Banco Santander se ha ofrecido informalmente al BCE para «solucionar» el problema si la entidad de origen vasco se ve inmersa en una situación inmanejable por el caso Villarejo o por su redoblada apuesta por Turquía.
    Fuentes conocedoras de la operación aseguran que el banco que preside Ana Botín ha planteado al Banco Central Europeo, en el curso de las conversaciones habituales entre el supervisor y las entidades, que está dispuesto a buscar una solución para el BBVA en estos escenarios y hacer así un favor al organismo que preside Christine Lagarde, al que resolvería una papeleta muy importante. Desde Santander no hicieron comentarios sobre esta noticia.
    Esta eventual solución pasaría, en primer lugar, por desprenderse del turco Garanti mediante una venta de acciones en Bolsa o una fórmula similar a la utilizada por Bankinter con Línea Directa: regalarlo como dividendo a los accionistas. En todo caso, se trataría de desconsolidar el banco de las cuentas de BBVA para cortar de raíz su contaminación. En segundo lugar, Santander compraría el negocio del BBVA en España y México para fusionarlo con el suyo; habría que establecer un precio -no sería gratis como el Popular- y superar las previsibles condiciones de Competencia. En cuanto a los otros países donde está BBVA, decidiría individualmente si también se los queda o los vende.
    La espada de Damocles de Villarejo
    Los posibles motivos para una crisis inmanejable en BBVA son dos. Por un lado, que la Audiencia Nacional decida imputar a su presidente, Carlos Torres -o incluso a todo el consejo de administración- por el caso Villarejo. Algo que cada vez más fuentes consideran probable, a la luz de las constantes broncas del juez y del fiscal por la falta de colaboración del banco y a los exdirectivos que deciden romper su silencio: después de hacerlo Julio Corrochano (anterior jefe de seguridad), han pedido declarar ante el juez el ex CEO Ángel Cano y el exdirector jurídico Eduardo Arbizu.
    Las normas del BCE impiden que un imputado en una investigación penal ocupe un cargo en la cúpula de un banco de los que supervisa, lo que obligaría a Torres a dimitir.
    Y ahí se abriría un melón muy importante: el sucesor natural sería Onur Genç, el consejero delegado enfrentado actualmente a Torres. Pero nadie en el sector cree posible que el BCE acepte dejar un banco sistémico en manos de un ejecutivo de un país emergente e inestable, y menos aún cuando tiene lazos políticos con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Por tanto, se produciría un vacío de poder de resultado inimaginable.
    El riesgo de una crisis en Turquía
    La otra vía por la que BBVA puede implosionar es, precisamente, Turquía. Como es sabido, la entidad ha lanzado una opa por el 50,1% que aún no controla de Garanti, es decir, va a doblar su apuesta por el país, siguiendo los deseos de Genç. Pero si BBVA ya acumula fuertes pérdidas por el hundimiento del valor de su filial, principalmente por el desplome de la divisa, ahora el roto puede ser mayúsculo: la lira turca está en caída libre, mientras Erdogan insiste en manejar el banco central pese a la inflación descontrolada y la semana pasada destituyó al ministro de Finanzas.
    El propio presidente de Mapfre (otra empresa española presente en Turquía), Antonio Huertas, reconoció la semana pasada que la situación en el país era «muy mala», pero el peso del país es pequeño en sus cuentas. Todo lo contrario que en BBVA, donde supondrá el 24,6% del resultado, casi lo mismo que España. Este porcentaje se elevará casi al 70% sumando a México, otro país con grandes incertidumbres sobre su economía.
    Por tanto, un deterioro todavía mayor de la situación en Turquía puede traducirse en un desplome de la acción de BBVA o incluso en una revuelta en el consejo de los principales accionistas, nada contentos con la gestión de Torres y de su antecesor, Francisco González, que puede forzar también la salida del presidente.
    En ambas eventualidades -judicial o crisis turca-, el BCE se encontraría con un problema tremendo de muy difícil solución, que puede afectar a la estabilidad del sistema financiero español y europeo. De ahí que la oferta de Santander suponga un enorme alivio en Frankfurt. Por si acaso.

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