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Ana Obregón impone un nuevo modelo de familia tradicional 

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análisis

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Ana Obregón ha confirmado en una exclusiva en la revista Hola que la niña que encargó en Miami por gestación subrogada va a ser en realidad su nieta y que el padre del bebé es su hijo fallecido, Aless Lequio. Está claro que a medida que va avanzando esta historia, aparecen nuevas subtramas cada vez más enrevesadas y complejas.

En la portada de la revista, a la Obregón se la puede ver sosteniendo a la niña y posando con glamur, mirando seductoramente a cámara, como la que acaba de adquirir un bolso de Louis Vuitton o un frasco de Dior. Ya es feliz la bióloga, sobre todo teniendo en cuenta que el portadón del siglo vale una fortuna. Eso sí, para terminar de enmarañarlo todo un poco más, la celebrity ha pedido que no la llamen mamá ni abuela, sino Bela, que es como su hijo fallecido llamaba a su yaya.

La gestación subrogada lleva a extrañas paradojas que van camino de alterar el frágil equilibrio social, la escala de valores y las relaciones humanas. Y no estamos hablando de una mujer que haya apostado precisamente por las nuevas modalidades de familia que se abren paso en el siglo XXI, sino de alguien que se ha posicionado públicamente, y sin ambages, al lado de la familia tradicional defendida por el PP más reaccionario, no ya el de Núñez Feijóo, sino el de Isabel Díaz Ayuso. Por lo visto en las derechas son todos son muy católicos, apostólicos y romanos, pero cuando desean algo con fuerza, dando rienda suelta al individualismo burgués que llevan dentro, no hay límites morales. Son muy devotos de la Iglesia (que dicho sea de paso condena este tipo de prácticas reproductivas) aunque llegada la hora de la verdad se divorcian, practican el matrimonio homosexual, abortan como toda hija de vecina y se dan a la subcontrata de úteros, un fenómeno que nos sitúa directamente en la distopía del cuento de la criada.

“Esta fue la última voluntad de Aless, la de traer un hijo suyo al mundo. Lo que me ha permitido seguir viviendo cada día es cumplir esta misión”, asegura la Obregón, que reconoce que todo se llevó a cabo el día en que murió su hijo. Una semana antes, Aless Lequio trasladó su testamento ológrafo a sus padres, cuando “una persona, ante dos testigos, expresa sus últimos deseos, aunque, por las circunstancias que sean, el notario no pueda estar presente en ese momento”.

Según la actriz, este documento existe y es legal. “Cuando a mi hijo le diagnosticaron el cáncer e iba a comenzar el tratamiento de quimioterapia, los médicos le recomendaron que guardara muestras de su esperma, por si los medicamentos le afectaban en el futuro, para asegurarse de poder tener hijos. Estas muestras estaban conservadas en Nueva York. Aquel día estábamos en el hospital; Aless ya estaba muy mal y nos dijo que, si algo le ocurría, quería que supiéramos que él quería dejar descendencia en esta vida. Aunque ya no estuviera. Desde ese momento, lo único que me ha permitido seguir viviendo cada día, cada segundo, es cumplir la misión de traer al mundo a una hija de Aless”, relata.

El nombre completo de la pequeña es Ana Sandra Lequio Obregón. La impactante noticia solo la conocían Alessandro Lequio, ex marido de la actriz, y las hermanas de Obregón, Celia y Amalia. “Han sido tres años y el proceso no ha sido nada fácil. Intervienen médicos, abogados y agencias para que todo sea correcto y legal”, añade. “En cuanto tenga uso de razón se lo diré. Le diré: ‘Mira, tu papá te deseó y desgraciadamente no está aquí. Está en el cielo. Te deseó tanto y aquí estás, mi vida’. No le voy a mentir. Yo siempre he ido con la verdad por delante. ¿Para qué voy a decir que es mi hija adoptiva? No, no lo voy a esconder. Y le voy a dar todo el amor que tengo. Y va a ser una niña sana y feliz. Porque ya me toca, ¿sabes? Ya me toca. Han sido cinco años en total de sufrimiento”, afirma.

Lógicamente, las cuestiones éticas se suceden en cascada. Habrá que ver cómo se toma esa niña el hecho de que fue fruto de una transacción comercial en el extranjero decidida por una mujer que se sentía sola, no del amor de una pareja, y qué pensará de que la condenaran a ser hija de un hombre ya fallecido antes de su concepción, o sea una huérfana planificada. Y otro asunto existencial complejo a resolver: en su pasaporte, además, aparecerá como legalmente hija de la actriz. Hay que ser psicológicamente muy fuerte para digerir todo eso.

Pero mientras llega ese difícil momento, la Obregón asegura que todo el proceso “es legal” en España, y explica que la niña tendrá pasaporte americano y doble nacionalidad. Sobre el debate abierto en nuestro país sobre la gestación subrogada, lo considera “absurdo”, alegando que se trata de una “técnica de reproducción asistida que se lleva haciendo muchísimos años y es legal en muchos países del mundo”.

“Ahora he cambiado las lágrimas por el reloj. Cada tres horas el bibe, por la noche también. Tengo una preocu­pación que me muero y, claro, ya no tengo tiempo de llorar, ni ganas. Es que ya no hay que llorar”, reconoce. Pues nada Anita, a ser feliz, que es lo que importa.

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