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Ana Gorría: «Las mujeres introducen una mirada que no es transmitida por la tradición»

Entrevistamos a la poeta Ana Gorría, prologuista del volumen Antología de poetas españolas, sobre la desigualdad de la mujer en el mundo de la poesía

Carlos Asensio
Carlos Asensio
Carlos Asensio (Mallorca, 1986) es licenciado en Sociología y Ciencias Políticas, además de experto en feminismo y en diversidad sexual. Ha publicado los poemarios Arder o quemar (Maclein y Parker, 2019) y Dejar de ser (Chiado, 2017), y su poesía también ha aparecido en varias revistas y publicaciones literarias como Maremágnum, OcultaLit o Triadæ Magazine. En 2018 cofundó la editorial Circo de Extravíos, cuyo primer volumen es la antología de poesía ilustrada Amores líquidos (2019). Carlos conduce una sección de entrevistas sobre feminismo en Diario16 y también escribe para medios culturales y literarios como El Asombrario, OcultaLit o Revista Poémame.
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análisis

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Ana Gorría (Barcelona, 1979) es poeta, crítica y traductora. Licenciada en Filología Hispánica, su obra poética ha sido incluida en numerosas antologías nacionales e internacionales, y publicada en diversas revistas y publicaciones literarias.

Algunos de sus libros de poesía son Clepsidra (Plurabelle, 2004), Araña (El Gaviero, 2005), El presente desnudo (Cuadro de Tiza Ediciones, 2011) y Nostalgia de la acción (Ediciones Saltadera, 2016). En 2018 Libros de la Marisma ha publicado su poesía completa bajo el título De la supervivencia. Poemas 2006-2016.

Como traductora, es responsable de distintos textos traducidos de poesía catalana, gallega e inglesa, entre los que destacan autores como John Ash o Chus Pato. En 2018 ha sido la prologuista del volumen Antología de poetas españolas, publicado por Alba, una obra que recoge una muestra poética amplia de los mejores poemas escritos por mujeres españolas desde el siglo XV hasta la primera mitad del s. XX.

 

¿Qué es para ti el feminismo y cómo de importante es en tu vida y en tu actividad literaria?

Para mí el feminismo es justicia social articulada desde puntos de vistas muy distintos, desde situaciones muy diversas, ya que la variante de haber nacido mujer también está condicionada por haber nacido en mi barrio y no en Mali, haber podido estudiar, haber estudiados letras y no ciencias o haber vivido la crisis económica que ha evidenciado la incapacidad de la estructura socioeconómica a la hora de defender la vida de las personas. En mi vida y en mi actividad literaria es un a priori, uso mi libertad y, cuando es amenazada, la defiendo y hago un trabajo consciente para no interiorizar las múltiples violencias de las que somos objeto las mujeres. De la misma manera trato con justicia a las personas que se encuentran en mi entorno y tomo posiciones cuando veo injusticia o violencia, en la medida de mis posibilidades. En mi vida literaria es una consecuencia de un aprendizaje que me ha llevado a buscar, a explorar formas de hablar. A la lucha de las diversas feministas de la historia les agradezco la posibilidad de tener voz sobre mi destino y de no ser un cuerpo nacido exclusivamente para el matrimonio y para parir. El feminismo, los feminismos, para mí es el agradecimiento que siento ante la lucha generosa y el dolor de mis bisabuelas, su mirada hacia adelante.

«EL FEMINISMO ES JUSTICIA SOCIAL»


¿Qué ha supuesto para ti prologar un libro tan relevante para la poesía escrita por mujeres como es Antología de poetas españolas (Alba Editorial, 2018)? ¿Y qué dirías que es lo más importante de publicar una antología como esta?

Es un grandísimo honor y una gran responsabilidad que me ha hecho muy feliz. Mi formación es filológica y he tenido la suerte y oportunidad de ser educada por profesoras y profesores en la educación superior que me han transmitido una genealogía que me ha sido ocultada en la enseñanza media. Las personas que nos formamos en filología somos las responsables de «guardar el corpus» y me siento privilegiada de poder contribuir a la justicia amparando y haciendo valer este texto fundamental. Conocía a la mayoría de las poetas que aparecen en esta antología y, acostumbrada a los estudios de especialidad, me ha sorprendido observar en las programaciones de las enseñanzas medias –por las inercias de la repetición, muy probablemente por la falta de imaginación y la comodidad editorial– que esas poetas que conozco como especialista no aparecen en el genoma cultural. Creo que lo más importante es poner al servicio de la lectura popular esos nombres que como especialista conozco y que son sustraídos del caudal simbólico que debe fundamentar nuestra formación y como individuos para conseguir una sociedad o una ficción más justa.

«A LA LUCHA DE LAS FEMINISTAS DE LA HISTORIA AGRADEZCO LA POSIBILIDAD DE TENER VOZ»

¿Qué crees que nos estamos perdiendo al perpetuar un canon poético eminentemente masculino?

En primer lugar, a las lectoras se nos sustrae en el ámbito de lo público una serie de experiencias que hemos de transmitirnos de boca en boca, de oído en oído. La experiencia de ser mujer se convierte en un saber subterráneo. No se incluye en el genoma cultural. Es decir, nuestra cadena de conocimiento es borrada porque no produce valor, es subalterno, es un asunto nuestro, «de chicas», no se pone al servicio de la transacción. Y se nos reduce, de nuevo, al ámbito de lo íntimo, de lo exclusivo, de lo otro, de lo «co-lateral». Quien no tiene acceso a esa experiencia, pierde un cauce de saber importante en asuntos que generación tras generación tenemos que (re)descubrir de nuevo ya que, por razones muy complejas, la labor de nuestras antecesoras se nos escamotea. Cada vez que nace una mujer, cada vez que aparece una forma de relacionarse con el otro y con la sociedad diversa, o distinta, hay alguien que tiene que aprender a hablar de nuevo.

 

¿Qué aporta la poesía escrita por mujeres que no esté presente en la masculina? ¿Crees que existe un tipo específico de poesía «femenina»?

Creo que existen poetas con capacidad de ser integrados por la norma. Y poetas que atentan o desafían esa norma que construye el relato patriarcal. Y ojo, porque nos estamos centrando en la lírica culta. La lírica popular es otro caso aunque ya nos resulte remota: también había juglaresas, goliardas. Evidentemente, las mujeres introducen una mirada, lo primero, que no es transmitida por la tradición. Como he dicho, cada generación nace muda y debe aprender a hablar de nuevo. Si se observan los temas que trata esta antología se verá, ya desde Florencia del Pinar, esa conciencia de la exclusión, esa mudez. También un análisis de temas universales como la maternidad, el deseo femenino, la violencia, que son cancelados por la tradición o la transmisión de valores culturales. No se trata, creo, específicamente de un asunto de poesía o de mujeres sino de la capacidad que tiene el corpus de las literaturas nacionales de asumir la diversidad, es decir, cualquier manifestación no hegemónica o normativa tanto a nivel de expresión antropológica como a nivel estético. Pienso en la resistencia que hay para asumir autores descolgados también, huérfanos, no complacientes con las derivas estéticas que asume cada generación como estandarte y que se convierten en manifestaciones insulares. O excepciones a una norma Cirlot, Gil Albert, Pedro Casariego Córdoba…

«HAGO UN TRABAJO CONSCIENTE PARA NO INTERIORIZAR LAS MÚLTIPLES VIOLENCIAS DE LAS QUE SOMOS OBJETO LAS MUJERES»

 

¿Por qué crees que la poesía escrita por mujeres ha sido menospreciada y silenciada durante tantos años? ¿Y a partir de qué momento histórico dirías que las mujeres comenzaron a ser reconocidas como escritoras de una forma más generalizada?

En primer lugar, el caso de España es especial: cuarenta años de dictadura franquista es un periodo muy largo en que la educación de la mujer tuvo como objetivo imponer un modelo único de mujer en relación a su «esencia natural». Pero si aportamos una mirada transnacional es fácil constatar que no es solo una situación puntual. ¿Por qué? Si leemos de forma detenida las hemerotecas, si nos aproximamos al corpus, veremos que, a pesar de que desafiaron violencias, las autoras no eran estrictamente silenciadas. Pienso, por ejemplo, en la figura de Carolina Coronado que fue prologada por Hartzensbuch y participó activamente en la sociedad literaria de su tiempo a través de la prensa periódica y de los Ateneos (fue poeta laureada en el Ateneo de Madrid). Cabe destacar que la muerte de Carolina Coronado, su obituario, fue un acontecimiento cultural y fue despedida como «insigne», «eminente», «ilustre», «egregia». Carolina Coronado, por ejemplo, no era considerada como una poeta menor, en absoluto. Y como exponente del romanticismo, con todos los tics poéticos y estilísticos de este movimiento literario, fue leída y celebrada por su sobrino Gómez de la Serna. ¿Por qué recordamos a Espronceda y no a Carolina Coronado? Esa pregunta, que es la que subyace a las lógicas de la exclusión, es la que tiene que llegar a nuestros patrones mentales. ¿Por qué no hay mujeres en el relato cuando si han existido, pese a las violencias, en la sociedad?

«NUESTRA CADENA DE CONOCIMIENTO ES BORRADA PORQUE NO PRODUCE VALOR, ES SUBALTERNO»

En concreto, en España, la situación a partir de los años ochenta visibiliza a la mujer en la esfera pública. Empieza, en los últimos años, a reconocerse institucionalmente a la mujer a través de premios y de una demanda social. Pero no olvidemos que las autoras de esta antología también gozaron de ese reconocimiento. Los tiempos han cambiado pero tal vez las violencias sean más soterradas, menos evidentes e, incluso, inercias menos conscientes. Y ante la inercia, la única forma de conseguir justicia es la resistencia.

¿Cómo ves el panorama poético actual? ¿Qué situación crees que ocupan las mujeres en la poesía española de hoy en día?

Hay grandes poetas en la actualidad: Blanca Andreu, Julia Castillo, Chus Pato, Antònia Vicens, Amalia Iglesias, Julia Piera, Chantal Maillard, Amalia Bautista, Marta Agudo, Olvido García Valdés. Siempre las ha habido y sigue habiendo dificultades para su proyección en el imaginario como agentes culturales de pleno derecho. Poco a poco, la lucha de todos los sectores del libro va, creo, consiguiendo naturalizar la presencia de las mujeres, con sus fracasos y sus conquistas estéticas, en el imaginario. No obstante, sigue habiendo límites y violencias a la hora de modelar la proyección de las poetas: tanto en su capacidad de impacto, como en su proyección. Hay un «mercado de las mujeres» que no puede ser sin mujeres. Creo que solo se naturalizará la presencia definitiva de las mujeres en el imaginario colectivo cuando no solo las creadoras, el último escalón del entramado productivo, sino los agentes del libro tengan la misma capacidad de tomar decisiones económicas. Y cuando se respete la ley, no olvidemos que la ausencia de las mujeres en manuales y en el cauce simbólico son incumplimientos constantes de la Ley Orgánica 3/2007. Nuestra responsabilidad no es exclusivamente visibilizar vacíos, exclusiones y rescates que satisfacen la lógica comunicativa que demanda el mercado a través de índices de impacto, sino también evidenciar la injusticia reglada que se perpetra día a día, mes tras mes, tanto en el currículo educativo como en la mayoría de los órganos públicos que construyen la sociedad. Por otro lado, gran parte de la responsabilidad de que las mujeres tengan cada día más prestigio en la literatura española se debe a la labor invisible y cada día menos minoritaria de las críticas, estudiosas, editoras y traductoras que ponen en valor el trabajo cultural de las mujeres en el entramado social, productivo y económico (y también simbólico) que hace posible el libro de poemas en la comunidad.

«A LAS MUJERES SE NOS REDUCE AL ÁMBITO DE LO ÍNTIMO, DE LO EXCLUSIVO, DE LO OTRO»


En tu propia experiencia como poeta, ¿crees que siguen existiendo desigualdades de género en cuanto a temas como el reconocimiento literario o las ventas?

Parto de que hay diferencias y desigualdades, asimetría, a la hora de comunicar simbólicamente el trabajo y el valor de las mujeres. Esto puede empezar a cambiar con la transformación de la cuarta ola, que ya llaman, del feminismo o de los feminismos que tuvo su máxima visibilidad en la huelga de género del 8 de marzo como gran toma de conciencia colectiva. Como creadora, creo que no he tenido obstáculos con ser reconocida de manera literaria y las ventas en poesía son nimias. No obstante, si me miro en otros compañeros de generación veo cierta desigualdad en la relevancia que hemos adquirido unas frente a otros. No obstante, más que como creadora sí he percibido esa asimetría como crítica ya que fue gracias a ejercerla de manera pública como empecé a percibir que el hecho de firmar un libro como mujer implicaba una recepción «excepcional» lejos de la situación en que se encuentran los libros firmados por hombres. La inflación del mercado editorial dedicado a las mujeres en la que nos encontramos no deja de ser un espejismo ya que como he dicho el reconocimiento literario o las ventas no tienen que afectar solo a las creadoras sino a todo el entramado productivo que hace posible el libro. Mientras tanto, el hecho de desconocer por ejemplo a las autoras que conforman la antología que es el pretexto de esta entrevista nos sitúa en una condición desventajada ya que mientras no se manifieste esa genealogía, ese hilo al que pertenecemos, seremos todas meras excepciones a una norma que tiende a perpetuarse a lo que con sorna muchas y muchos nos referimos como «poetarcado». Esa condición de excepción nos infravalora, nos aparta de la discusión, nos aleja del centro del lenguaje que es al lugar al que la poesía quiere, al mismo tiempo, pertenecer y discutir.

«HAY DIFERENCIAS Y DESIGUALDADES A LA HORA DE COMUNICAR EL TRABAJO Y EL VALOR DE LAS MUJERES»


¿Crees que el público general y la crítica leen –y juzgan– igual un libro escrito por un hombre que uno escrito por una mujer?

Los logros de la coeducación hacen que la lectura cada día esté más formada y más informada. La crítica cada día está más sensibilizada. Pero todavía tenemos mucho trabajo que hacer por delante. Basta ojear los catálogos editoriales y los grandes medios de comunicación que siguen tratando de forma diferente a mujeres y a hombres en cuanto a la proyección de sus textos y en cuanto a las expectativas que se requieren de estas. Incluso en la representación visual de las autoras hay una clara diferencia en cómo se trata a las mujeres respecto a los hombres, incluso con violencia simbólica. Hasta en este «boom» necesario de autoras en el mercado editorial hay una marca «benigna». Nos encontramos, después de haber sido segregadas y excluidas de la sociedad, en un esfuerzo «blanco» por incluirnos en la esfera pública. La emancipación de las mujeres respecto a las violencias extremas y cotidianas y la posibilidad de su desarrollo como sujetos será cuando el sintagma mujer acepte la diversidad y la pluralidad. Que ya no sea necesario hablar de «una mujer» como un estadio o segmento monolítico sino de mujeres diversas. A este respecto me resulta muy recomendable el último libro de Amalia Iglesias Sombras diversas, donde tengo el privilegio de ser incluida y que avanza en esta dirección.

«SIGUE HABIENDO LÍMITES Y VIOLENCIAS A LA HORA DE MODELAR LA PROYECCIÓN DE LAS POETAS»


¿Qué tipo de medidas crees que se podrían tomar para paliar la desigualdad de género en el mundo literario? ¿Qué podemos hacer para que se lea a más mujeres?

En primer lugar, como he dicho, cumplir con la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. En el momento en que esta ley, vigente desde hace once años, se incumple sistemáticamente, nos encontramos con una violación consentida de los derechos humanos que solo engendra límites y violencias. Me refiero, por ejemplo, a la ausencia de las mujeres en las programaciones didácticas o en los espacios de comunicación. En segundo lugar, que las mujeres avancen en su capacidad de tomar decisiones económicas en el mundo editorial. En tercer lugar, que toda la sociedad tome conciencia de la importancia de la co-educación en la educación literaria que ha de conformarnos como individuos. Pienso en un reciente estudio de Ana López Navajas que demuestra que el alumnado abandona la secundaria sin modelos de relación, sin referentes femeninos que, como demuestra la antología de Alba, nos han sido ocultados por múltiples inercias y por la violencia del sistema patriarcal que reduce a algunas de estas autoras a cónyuges de los protagonistas del relato que nos conforma. Y que lleva a la juventud a proyectarse en el mundo laboral con la conciencia de que las mujeres no han hecho nada de valor en la historia que nos precede y, en consecuencia, carecemos de autoridad social. En cuarto lugar, generar genealogías que nos vinculen tanto con el pasado como con el futuro a la hora de poner en valor la autoridad social de las mujeres.

«EL ALUMNADO ABANDONA LA SECUNDARIA SIN REFERENTES FEMENINOS»


¿En qué proyectos estás trabajando actualmente? ¿Hacia dónde se dirige Ana Gorría?

Hace unos meses ha salido publicada una recopilación de poemas entre el año 2006 y 2016, De la supervivencia. Y hace dos años publiqué, dibujado por Marta Azparren, Nostalgia de la acción en la editorial Saltadera. No tengo proyectos concretos, sí tal vez la voluntad de colaborar con otras personas a través del diálogo escritura e imagen. Además, tengo en mente un breve ensayo bibliográfico acerca de algunas lecturas que me han resultado importantes en mi formación. Pero no tengo ningún proyecto concreto, solo ideas que podrán llegar (o no) a germinar en algún momento.

Antología de poetas españolas (Alba, 2018).


CUESTIONARIO BREVE


Una referente feminista.

Emily Davison.

Tu autora preferida de la antología de Alba.

Florencia del Pinar.

Una poeta que no te canses de recomendar.

Chus Pato (que he tenido la fortuna de traducir de la lengua gallega), C. D. Wright, Blanca Varela.

Una poeta contemporánea española por la que sientas predilección.

Julia Castillo, Olvido García Valdés, Julia Piera.

Un libro de poesía escrito por una mujer que todo el mundo debería leer.

Primero sueño, de Sor Juana Inés de la Cruz.

Tu autora preferida de todos los tiempos.

Sei Shonagon, Úrsula K. Leguin.

Un libro sobre feminismo que te haya abierto los ojos.

Contra la destrucción teórica: teorías feministas en la España de la modernidad, de Alba González Sanz.

El libro que te hubiera gustado escribir.

Mujercitas, La noche justo antes de los bosques.

Una mujer que te haya marcado.

Mis dos abuelas.

Tu poema favorito de la antología.

«De bienes destituidas», de Margarita Hickey:

«De bienes destituidas,

víctimas del pundonor,

censuradas con amor,

y sin él desatendidas;

sin cariño pretendidas,

por apetito buscadas,

conseguidas, ultrajadas;

sin aplausos la virtud,

sin lauros la juventud,

y en la vejez despreciadas».

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2 COMENTARIOS

  1. deberiamos tener mas en cuenta el enfoque , analisis y sintesis de las mujeres acerca de la realidad y los hechos
    No encuentro razon para que sea «inferior » al d ls hombres

  2. ‘si me miro en otros compañeros de generación veo cierta desigualdad en la relevancia que hemos adquirido unas frente a otros’. Evidentemente. Lo que ocurre es que hay poetas (mujeres y hombres) que son mejores que tú, y que seguramente están más preocupados de escribir que de ir de víctimas. Se nota mucho la envidia…Es mucho más fácil quejarse que asumir responsabilidades. Cuánto daño nos hacen a las mujeres este tipo de entrevistas victimistas donde parece que la mujer es un ser incapaz. Y por cierto, no se consigue que se lea a mujeres con una ley ¡¡eso es una aberración!! Además, la entrevistada parece no haberse enterado de quiénes son LAS poetas que más venden en la actualidad
    … que sean más jóvenes no significa que no sean del género femenido ¿o es que las que tienen éxito no cuentan para el feminismo?

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