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Amor, trueno y Ayuso

La imbecilidad como superpoder

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análisis

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El pasado viernes 8 de julio se estrenó la cuarta película del Thor superhéroe de Marvel. El último capítulo de la saga, titulado “Thor: Love and Thunder”, se ha convertido en un nuevo éxito de la filial de Walt Disney, recaudando más de 300 millones de dólares en su primer fin de semana de taquilla mundial. Con estas cifras ya asegura cubrir los 250 millones de coste de la, efectivamente, superproducción, y los 100 millones de promoción. Esta publicidad ha brillado particularmente en su versión castiza con un dios aesir “a la madrileña”, instalando una enorme lona en la emblemática Gran Vía madrileña parafraseando a la presidenta de la Comunidad de Madrid. “Dos ex que se encuentran. Lo nunca visto en Madrid”. Marvel, la llamada Casa de las Ideas, se apropia de una de las imbecilidades proferidas por Ayuso en su última campaña electoral para adecuar su propia campaña promocional a la excepcionalidad cultural de Madrid. Se emplea un guiño a la lideresa sin ni siquiera citarla porque ya está en el conocimiento popular. El mensaje vacío usado para rebajar el debate político ya condiciona y moldea la cultura pop en su expresión más masiva.

El estreno coincidía con las fiestas del Orgullo, con Chanel como flamante pregonera en Madrid, una de las capitales mundiales del evento. Además de tener una mujer sobrehumana como coprotagonista, en esta última entrega de Thor vuelve a aparecer Valquiria, la guerrera que rompió el muro de la diversidad de Marvel Studios, siendo el primer personaje abiertamente LGTBIQ+ después de más de veinte películas. Valquiria abrió el camino a la Capitana Marvel o Eternals. Ahora Love and Tunder avanza en inclusividad mostrando una pareja de deidades lesbianas o un alienígena abiertamente gay. La definición más concisa de la película la dio la protagonista Natalie Portman afirmando que era un film “muy gay”, a lo que el director Taika Waititi completó que era “supergay”. Un paso más de Disney, tras las animaciones de la película de Lightyear o la serie Baymax, después de la polémica “No digas gay”, en las que los creativos de Disney protestaron al verse coartados al intentar mostrar diversidad LGTBIQ+ en sus trabajos. Obviamente, la última película de Thor también sufrirá la censura en China y Oriente Medio, como ya padeció su película de animación Onward por la policía cíclope lesbiana. Una corriente contraria a la de una presidenta que amenaza con censurar libros de texto “aleccionadores”.

En vez de usar una palanca tan potente, festiva y visible como la semana de la reivindicación del Orgullo, Disney, gigante multinacional del entretenimiento ha optado, de forma totalmente lícita, por adaptar un chascarrillo de la presidenta. Ayuso, precisamente, no ha tomado parte en las actividades del Orgullo, aunque dejen unos 400 millones en la región y ella sea fan de las cañas y el tejido empresarial. Ha sentenciado que “antes el orgullo se celebraba un día y ahora estamos un mes aguantándolo”. Otra idiotez que quizá algún publicista emplee en el futuro. No es el primer ataque de la presidenta, socia preferente de la ultraderecha, al colectivo LGTBIQ+. En 2019 pasó por la derecha a V0x indicando que “el Orgullo a la Casa de Campo no, porque hay familias”. Ese mismo año tuiteó que las ideologías habían convertido a los homosexuales en “escudos humanos” y recomendó leer un artículo que ilustraba su posición. La extraña interpretación de la libertad desde el prisma neoconservador, esta vez expuesta con la radicalidad simple y desacomplejada de Ayuso, martillea mentes como un trueno, agrupando voluntades en su proyecto reaccionario. Un poder que seduce hasta a los publicistas de Marvel mientras estos lo amplifican, alterando la misma realidad a la vez que se expresa.

La imbecilidad política ya no es sólo una herramienta, es el superpoder de Ayuso. La mutación del perro Pecas a la Fénix Oscura ultra ha fortificado un Madrid neocon, destruido a su líder sin apenas resistencia y taponado la fuga de votos hacia una extrema derecha que ha cortocircuitado.  El arma política del populismo de derechas ha derivado en Ayuso en un sortilegio, como si Allison Hargreeves, de la competencia de Marvel, soltase un rumor reaccionario rodeada de micrófonos. Partiendo de la base neocon de Aguirre y Aznar y con todos los medios haciendo de cada sandez que dice una noticia, Ayuso ha crecido y es un icono que marca tendencia, que inocula debates tan extremos como becar a ricos. Cuanto más retuerce la verdad y más radicaliza su mensaje más percibe su electorado que es valor y honestidad lo que la mueve frente al pensamiento progre. La simpatía se ha convertido en un fervor que la exculpa de abandonar ancianos a su suerte en las residencias o tener centros de salud sin médicos. Se mueve como Margaret Thatcher, persiguiendo las almas. Sin buscar el consenso, intentando devastar al enemigo, no tiene que fingir ser moderada. Revienta los debates con las imbecilidades. Es imposible dialogar con un mensaje intelectual tan degradado, pero de tanto calado emocional. Está más allá de eje arriba-abajo, logrando que clases populares defiendan la política que beneficia a los privilegiados.  Su empoderamiento hizo astillas a toda la cúpula de su partido. Veremos si Feijoo es capaz de encontrar una kriptonita adecuada en alguna cloaca, porque no es rival en un cuerpo a cuerpo.

No es la primera vez que Marvel y Ayuso se cruzan. En plena campaña electoral de las elecciones de 2021 de la Comunidad de Madrid Ayuso no repartió un programa, pero regaló en centros escolares un cómic de Marvel para “concienciar a los alumnos madrileños sobre las consecuencias del acoso escolar” dirigida a estudiantes de entre 10 y 16. El cómic protagonizado por personajes tan populares como Spiderman, los Guardianes de la Galaxia y Los Vengadores incluía cuatro historias originalmente en 2017 por Panini con motivo del Día Internacional contra el Acoso Escolar. Esquivando la ley electoral, el ejemplar incluía un mensaje de la presidenta Díaz Ayuso, con su foto, interpelando a los alumnos para concienciarle sobre el acoso.  No demostró ser una experta sobre al tema cuando dijo que las agresiones LGTBIfobas era “casos puntuales” o cuando señalaba a las jóvenes que querían volver a casa solas y borrachas. Además de este dudoso uso de la imagen de Marvel en campaña electoral, La Junta Electoral Central ordenó a la Provincial de Madrid que abriera dos expedientes sancionadores a la presidenta por mezclar su condición de presidenta con la de candidata del PP en actos en la plaza de toros de Las Ventas y una sede de Iberia. Como el Lex Luthor presidente, Ayuso usó todos los recursos del sistema.

Una paradoja que demuestra los superpoderes de Ayuso es precisamente el lograr la complicidad de Marvel frente a la aversión que ha mostrado el entorno de esta empresa hacia Donald Trump. La pupila supera al maestro del populismo de derechas influenciando la cultura popular fuera de su entorno. Incluso poseyendo una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood Boulevard, Trump ha sido marginado por el mundo del cine, incluyendo las estrellas de Marvel. En las elecciones de 2016, actores y actrices del elenco Marvel como Robert Downey Jr., Mark Ruffalo o Scarlett Johansson se significaron filmaron un video contra Trump dento de la campaña #SaveTheDay: actores de Hollywood y del MCU contra Donald Trump. Incluso el padre espiritual de Marvel, el guionista Stan Lee, plantó cara a Trump en 2017 por su posición en los disturbios racistas registrados en Charlottesville. En cambio, en España sale gratis bromear sobre que el fascismo es “el lado bueno de la historia”. Precisamente el mito del superhéroe eclosiona en la Segunda Guerra Mundial como símbolo contra el fascismo nazi, los aliados del franquismo que blanquea Ayuso cuando puede usando su poder, la imbecilidad política.

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