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América Latina, recuperación frágil e irregular

Jorge Zavaleta Alegre (Lima)
Jorge Zavaleta Alegre (Lima)
Corresponsal en Latinoamérica
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análisis

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La economía del mundo ha decrecido, La pandemia que explotó el 2019 y no tiene plazo para que toda la humanidad sea vacunada, aún no internaliza que la  causa de “covid” fue y sigue siendo la pobreza extrema en la Mayoría del Tercer Mundo.

Con esta premisa necesaria, constituye  un documento de especial interés el informe del BID y BID Invest (Corporación Interamericana de Inversiones) que acaba de aprobar su Asamblea  “Visión 2025 y ruta para la capitalización”.

El presidente del BID, Mauricio Claver-Carone, propuesto por la administración del gobierno republicano de los EEUU, se ve en la obligación de asumir la obligación  de enfocar la recuperación y el desarrollo sostenible de la región –conocida como Visión 2025.

La Asamblea de Gobernadores de esta banca de desarrollo de propiedad de los Estados de América, (BID)  en su cita de Barranquilla, Colombia, una resolución que autoriza el trabajo analítico necesario para considerar un potencial aumento de capital y dio apoyo abrumador a la agenda  para la recuperación y el crecimiento económico sostenible en América Latina y el Caribe.

Visión 2025 tiene como lema: “Reinvertir en las Américas”, en cinco áreas en las que el BID se enfocará en la región, incluyendo integración regional y fortalecimiento de las cadenas de valor, apoyo a las pequeñas y medianas empresas para que puedan reducir su brecha de financiamiento, promoción de la economía digital, y priorización de las respuestas a cuestiones de género y cambio climático.

Resulta novedosa la importancia que ahora cobra la Región Amazónica, que el gobierno del Brasil pospuso decisiones importantes. Pues ahora se anuncia acciones para fomentar  oportunidades de inversión pública y privada para los países de esta cuenca y se contará con la colaboración con los países de la cuenca y la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA).

El BID  en su Informe exhorta a los países a impulsar cruciales reformas fiscales e institucionales para lograr un crecimiento más robusto y sostenible en la etapa post-COVID Macroeconómico 2021.

Se menciona también la asociación con empresas privadas (Creciendo Juntas en las Américas), un programa para proveer asistencia técnica a las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) dirigidas por mujeres con el fin de integrarlas a las cadenas de valor regionales y al comercio internacional.

El gobierno de Corea y el Grupo BID acordaron renovar y ampliar el Mecanismo de Cofinanciamiento para el Desarrollo de Infraestructura de Corea para América Latina y el Caribe con más recursos  que  representan la mayor recapitalización en los últimos cinco años.

El BID fundado en 1959, es una de las principales fuentes de financiamiento a largo plazo para el desarrollo económico, social e institucional. BID Invest, según su reciente inventario, tiene una cartera de US$13.100 millones en activos bajo administración y 385 clientes en 25 países.

BALANCE DEL PIB Y COVID 19. La caída de 7,4% del PIB en 2020 fue la mayor de la que se tiene registro en un solo año. Se perdieron 26 millones de empleos y se espera que la pobreza (extrema y moderada) aumente en unos 5 puntos porcentuales de la población.

El crecimiento en 2021 podría ser de tan solo 0,8% si se retrasan los esfuerzos de vacunación o las mutaciones del virus resultan ser resistentes a las vacunas. Sin embargo, en un escenario positivo de mayor crecimiento mundial, el crecimiento en la región podría acelerarse a 5,2%. En el escenario central, el crecimiento es de 4,1%.

El paquete fiscal medio para hacer frente a la crisis fue del 8,5% del PIB y los déficits fiscales aumentaron un 5,3% del PIB en promedio en 2020. La deuda pública pasó del 58% del PIB en 2019 al 72% en 2020 y podría seguir aumentando hasta el 76% en 2023. Sin embargo, la trayectoria dependerá en gran medida del crecimiento y de la política fiscal.

Las perspectivas de crecimiento para 2021 son inciertas; la hipótesis de base de un crecimiento del 4,1 por ciento podría reducirse a tan sólo el 0,8 por ciento si se toman las proyecciones más pesimistas.

La hipótesis de base asume que los programas de despliegue de vacunas avanzarán según lo planeado, que las economías se mantendrán abiertas, y que la economía global se recupera vigorosamente. Pero un escenario más pesimista, con menor crecimiento de la economía global y potenciales shocks financieros, podría ver desacelerarse el crecimiento regional a sólo un 0,8 por ciento este año y sufrir una caída del -1.1 por ciento en 2022, según las proyecciones del BID. El escenario positivo vislumbra un crecimiento de 5,2 por ciento en 2021 y 3,9 por ciento para el próximo año.

El Economista Jefe del BID, Eric Parrado sostiene; “Los sistemas fiscales saludables pueden ayudarnos a liberar nuestro potencial, apalancando la reasignación de recursos en todos los sectores y así impulsar el crecimiento de la productividad, promover el empleo formal, y lograr un futuro más verde que desafíe la falsa dicotomía entre crecimiento económico y sostenibilidad ambiental”, añadió.

Los gobiernos aportaron US$485.000 millones en apoyo fiscal durante la pandemia, con paquetes que representaban en promedio el 8,5 por ciento del PIB, pero una cifra que esconde el hecho que unos pocos países que implementaron grandes paquetes, en tanto que más de dos tercios de los países proveyeron un apoyo mucho más modesto, del orden del 3 por ciento del PIB o menos, lo que refleja la existencia de espacio fiscal disponible.

En contraste, los paquetes fiscales en las economías avanzadas alcanzaron un promedio del 19 por ciento del PIB.

Los impactos negativos sobre los ingresos y los mayores gastos llevaron el balance primario promedio desde –0,5 por ciento del PIB en 2019 hasta –5,4 por ciento en 2020. El déficit fiscal general se elevó al 8,3 por ciento del PIB desde el 3 por ciento en 2019. La deuda pública creció desde el 58 por ciento en 2019 hasta el 72 por ciento en 2020. El informe prevé que seguirá en aumento, alcanzando el 76 por ciento en 2023.

Sin embargo, una fuerte recuperación acompañada de reformas estabilizaría la deuda en un 72 por ciento y ésta luego podría comenzar a caer, destaca el informe. Los países con altos ingresos tributarios y alto nivel de gastos se verían significativamente beneficiados de una mayor eficiencia tanto en el aspecto impositivo como en el de erogaciones.

Los ingresos públicos podrían ahorrar más de un 4 por ciento del PIB con un mejor direccionamiento de los programas de transferencia sociales, emparejando los salarios públicos con los del sector privado, y optimizando las compras gubernamentales, entre otras medidas.

El informe recomienda a los gobiernos aprovechar las bajas tasas de interés internacionales vigentes para reducir su pago de intereses, con mayor financiamiento por parte de las instituciones financieras internacionales para reducir los pagos o reemplazar deuda más costosa.

Impactos en el empleo y la pobreza. Los mercados laborales se vieron fuertemente impactados tanto por los shocks externos como por los cierres internos. En 12 países de la región se perdieron unos 26 millones de puestos de trabajo entre febrero y octubre de 2020. Debido a ese shock, las proyecciones indican que la extrema pobreza aumentará desde el 12,1 por ciento al 14,6 por ciento, en tanto que la pobreza moderada se elevaría desde el 11,7 por ciento al 14,6 por ciento.

Además de la crisis de salud, la región enfrenta una crisis ambiental. La adopción de ambiciosas metas climáticas no presupone ningún sacrificio en términos de empleo o crecimiento. La adopción de políticas adecuadas puede contribuir a crear 15 millones de puestos de trabajo para 2030 en la región y al mismo tiempo aumentar el crecimiento en más de un punto porcentual por año.

En América Latina y el Caribe: el nuevo informe de la ONU advierte sobre una recuperación económica frágil e irregular. La pandemia de la COVID-19 ha causado estragos en la región, agravando las desigualdades arraigadas y provocando que millones de personas caigan en la pobreza.

Tanto América Latina como el Caribe tendrán que hacer frente a una recuperación frágil e irregular debido a las secuelas a largo plazo causadas por la crisis de la COVID-19 en las economías de la región, según el informe de la ONU sobre la Situación y las perspectivas de la economía mundial en 2021.

En 2020, la economía mundial se hundió un 4,3 %, cerca de 2,5 veces más que durante la crisis económica mundial de 2009. La humilde recuperación prevista para 2021 del 4,7 % apenas compensará las pérdidas del año 2020.

«Nos enfrentamos a la peor crisis económica y sanitaria de los últimos 90 años. Al mismo tiempo que lamentamos el creciente número de fallecidos, debemos recordar también que las decisiones que tomemos ahora determinarán el futuro de todos», ha afirmado el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres.

Haití, Paraguay y Uruguay, por ejemplo, han sido capaces de contener la propagación del virus y de limitar el daño económico. Por otro lado, Argentina, Perú, Panamá, así como todas las economías del Caribe que dependen del turismo, se han visto fuertemente afectadas, con recesiones del PIB de hasta dos cifras. Un repunte más rápido de lo previsto de los precios de las materias primas, impulsado por la fuerte actividad industrial de China, y los ingresos por remesas, han servido de ayuda a muchas economías de América del Sur y Central.

El escenario de referencia de las Naciones Unidas prevé una modesta recuperación con un crecimiento del 3,8 % en 2021 y del 2,6 % en 2022, y se espera que la producción total no alcance el nivel anterior a la crisis hasta el año 2023.

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