En cierta ocasión le preguntaron al médico investigador Boris Pérez sobre estas palabras. Boris aclaró que él no era especialista en la materia, y que solo podía dar su opinión personal sobre las diferencias que veía entre ellas ya que, para él, tenían significados distintos.
Educación lo asocia con la formación, no necesariamente en el ámbito académico, que haya recibido una persona sobre un tema. La adquisición de conocimientos va acompañada de tomar conciencia de todo lo que se ignora. Por ejemplo, decía Boris, una persona que no sepa que existe China, a partir del momento en el que se le da a conocer que existe ese país, inmediatamente se da cuenta de que desconoce todo sobre el idioma, la historia, la cultura o la geografía de una parte importante del mundo. Por eso el conocimiento va acompañado de la constancia de lo que se ignora.
En ese entorno de educación continua, de aprendizaje, quien aprende reconoce a la otra persona como una fuente de nuevos conocimientos a los que hay que respetar. Quizás por eso, piensa Boris, la buena educación se asocia con el buen trato y el respeto.
Por otra parte, la cortesía son manifestaciones de atención hacia otra persona. Existe una educación especial en cortesía y aparecen los especialistas en protocolo, que fueron tan importantes en la historia de la humanidad.
Pero, continuaba Boris, la amabilidad es algo distinto. Una persona es amable, como indica la palabra latina de la que procede, cuando es digna de ser amada. Por eso, los actos de amabilidad van más allá de la simple cortesía, porque en la persona que los recibe causan un aprecio especial. Están asociados a los actos que se realizan de corazón. Así que, concluía Boris, uno puede ser cortés con otra persona, pero no ser amable.
“¿Conmigo estás siendo amable, cortés o educado?”, le preguntó su interlocutor. Boris respondió que estaba siendo educado porque le reconocía como fuente de conocimientos, y también amable porque le tenía aprecio personal. Pero además era cortés, porque es consecuencia de lo anterior.
Y así se despidió Boris de su amigo, como hace de sus lectores, con educación y amabilidad (la cortesía va incluida) hasta dentro de dos semanas.