Hay una impiedad en la leyenda de Fernando Alonso, el doble campeón del mundo, el hombre que dijo HASTA LUEGO a la Fórmula 1 y volvió 2 años después. Y esa impiedad es como maltrata a sus compañeros de equipo. Los deshace. Los tritura. Los aniquila. Esa es la leyenda.
Sin embargo con Esteban Ocón parecía que la leyenda iba a tocar a su fin, que el excelente piloto francés iba a ser capaz de mirar a Fernando Alonso de tú a tú, incluso por encima del hombro. En las seis primeras carreras Ocón había calificado 4 veces por delante de Alonso. Pero ya no. Se acabó la fiesta para el francés. Vuelve la leyenda. La impiedad de Fernando Alonso.
Si de 6 carreras Ocón había estado delante en cuatro en la jornada de clasificación, en 8 carreras el número se ha igualado. 4-4. Empate.
Aunque no exactamente empate. Porque al final lo que cuenta son los domingos. Los puntos. Fernando Alonso ya tiene 19 en su haber contra los
12 del francés.
Nos gusta Esteban Ocón. Nos ha gustado siempre. Excelente piloto. Pero Alonso es un animal extraño. Solo sabe luchar para ganar. Y ha regresado. Lo está haciendo.
Destruir a su compañero de equipo. Es una impiedad. Es un horror para Esteban Ocón. Es Fernando Alonso.
Dándole duro. Sus sueños intactos.
Delicia ver cómo ha vuelto a encontrarse consigo mismo.
Tigre Tigre.
