Cuenta la leyenda o el mito que un soldado griego, Filípides, cubrió los cuarenta y dos kilómetros que separaban la ciudad de Maratón de la de Atenas para dar noticia del resultado de la batalla contra los persas.
Al llegar a Atenas Filípides exclamó “ Nenikékamen ” (“hemos vencido”) y se derrumbó, muerto).
En deporte se llama Síndrome de Maratón cuando algún atleta logra una hazaña increíble y a continuación se desploma o desmorona. Aunque por supuesto a largo plazo puede acabarse recuperando.
Y esperamos y deseamos que sea así para Carlos Alcaraz, que después de la magnífica hazaña de convertirse en el tenista número 1 del ranking de la ATP más joven de la historia no ha vuelto a hilar ni una sola racha positiva más.
Que haya tenido que abandonar en Australia un chaval de 19 años por una lesión es terrible, pero también significativo, es Síndrome de Maratón.
La presión sobre sus jóvenes hombros es brutal, todos estamos esperando que mantenga ese número 1 y gane más y más y más, y que no deje de ganar jamás. Así que probablemente lo más saludable es lo que está sucediendo: que el cuerpo le falle y pierda su posición en la cima de la montaña del tenis y así simplemente tendrá que luchar para volver a subir, como él sabe y puede, porque eso ya ha quedado archi demostrado.
Le vamos a echar de menos una barbaridad en el Open de Australia. Menos mal que nos queda Nadal.
Ojalá.
Tigre Tigre
