Antonio Pampliega, Ángel Sastre y José Manuel López, que fueron secuestrados en julio del año pasado en la localidad de Alepo, verdadero centro del horror en que se ha convertido la guerra siria, ya están en casa. Los pormenores de su liberación se desconocen. Se sabe que en la noche de este sábado estaban en Turquía y que en la operación han intervenido varios países entre los cuales el Ministerio de Exteriores destaca Qatar. Al mismo tiempo en que los tres freelancers españoles eran liberados, se producían nuevos secuestros. En total 81 informadores han muerto en esta espiral de violencia que es Siria.

De los 54 periodistas secuestrados en todo el mundo que la organización Reporteros Sin Fronteras tenía contabilizados a finales del año pasado, 26 habían sido capturados en el país asiático. La propia organización reconoce que, a pesar de los llamamientos de los gobiernos, muchos reporteros siguen jugándose la vida. En el mejor de los casos son producto de las bombas lanzadas por los aviones del régimen de Basar al-Ásad. Peor es si acaban por ser secuestrados por miembros del Estado Islámico.

En el caso de Antonio Pampliega, Ángel Sastre y José Manuel López, el ISIS no fue el autor de su secuestro. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización con importante red de espionaje en la zona, los situó en un campamento del Frente Al Nusra, una filial de Al Qaeda. No fueron los primeros periodistas españoles secuestrados. Con anterioridad habían sido capturados Marc Marginedas, de El Periódico de Catalunya, Javier Espinosa, de El Mundo, y el fotoperiodista Ricardo García Vilanova, que permanecieron secuestrados en el país árabe entre septiembre de 2013 y marzo de 2014.

Manu Bravo es el último periodista secuestrado en territorio distinto al de la guerra de Siria. Fue en Libia. El 18 de mayo de 2011 desapareció junto a otros tres periodistas, dos estadounidenses y un sudafricano, cuando los leales al coronel Gadafi los detuvieron en el transcurso de un combate en la carretera que une Brega con Ajdabiya.

Reporteros sin Fronteras recuerda que, casi con toda probabilidad, al mismo tiempo en que se procedía a la liberación de los periodistas españoles se llevaban a cabo nuevos secuestros. O de informadores, o lo más probable, de voluntarios de las Organizaciones No Gubernamentales que se juegan la vida para intentar llevar algo de paz a las víctimas civiles de una zona cuyos esfuerzos para llevar a cabo un alto el fuego, siguen siendo inútiles.

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