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Al final Feijóo va a hacer bueno a Casado

Santiago Aparicio
Santiago Aparicio
Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. Contador de realidades. Guitarrista de rock en mis tiempos libres. Y cazador de doxósofos.
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análisis

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Cierto que superar el nivel de estulticia del todavía presidente del Partido Popular supone un esfuerzo homérico, pero no descarten por completo la posibilidad. Las primeras palabras como “presi” del PP in pectore de Alberto Núñez Feijóo no están siendo de lo más afortunadas. Cuenta con el apoyo de los votantes que se habrían ido a la abstención por la deriva hacia la estupidez de Pablo Casado, pero nadie puede garantizar que perdure ese apoyo si sigue por el camino que lleva hasta ahora.

Feijóo tiene el problema de todos los barones regionales. En su plaza fuerte tienen a toda la prensa lamiéndoles el culo, hambrientos de los dineros de la publicidad institucional. A esto súmenle que el número de bocabajos dentro del propio partido es correlativo a los puestos existentes para cargos políticos. Cuanto más amplia es la comunidad más serviles dentro del partido. Cuantos más organismos hay donde colocar gente, más lisonjeros. De resultas que los barones se ven rodeados de gente que, en su mayoría, les dora la píldora al oído constantemente –cobistas profesionales-. Se lo creen y se piensan que en el resto de España ocurrirá igual.

Salir del ámbito de confort y control

Ahí tienen el ejemplo de Juan Manuel Moreno Bonilla a quien, fuera de su coto privado, nadie le hace gracia esa sonrisa más falsa que una moneda de tres euros. Elías Bendodo controla a los medios allí, pero más allá de las fronteras andaluzas (y eso que gastan mucho dinero en publicidad en toda España) cuando se ve la sonrisa del señor de San Telmo se piensa no en simpatía sino en idiotez. Los barones socialistas tampoco es que despierten admiración cuando aparecen a nivel nacional. Algunos ya ni aparecen (véase Javier Lambán o Adrián Barbón) porque, cada vez que lo han hecho, se han llevado una buena ristra de collejas. Salvo que se metan con Pedro Sánchez, que ahí ancha es Castilla, suelen recibir críticas –especialmente de los panfletos “progres”-.

En cuanto se sale del ámbito de confort y control no pueden (de deber) decir lo mismo que dicen en sus propias regiones. Es de primero de comunicación política. No, de comunicación política no, de persona normal y con dos dedos de frente. Miren como a Isabel Díaz Ayuso le dieron todas las collejas del mundo en Francia por eso mismo y, además, gafando a la candidata de la derecha francesa Valérie Pécresse. Cuando se sale de la zona donde el dirigente se resbala por la cantidad de babas que hay derramadas en el suelo, se debe hablar para personas normales, no idiotizadas por los medios controlados. Y esto le viene pasando a Feijóo.

Pensar que la ciudadanía es tonta

Hasta el momento a Feijóo la demagogia barata de andar por casa no le ha valido para proyectarse como alternativa a Sánchez. Afirmar que si algún político inaugura un hospital y hay que preguntarle si lo ha dejado pagado es muy electoralista y demagógico porque nadie, ni él, ha dejado pagada una obra de esa envergadura en el momento de la inauguración. Entre otras cosas porque una comunidad autónoma (como puede ser Galicia) no tiene capacidad de sacar mil millones de euros para un buen hospital, con sus camas, sus aparatos y sus médicos…

Se puede recurrir al modelo PP que consiste en que otro (un empresario de la construcción) te lo haga y le pagues todos los años, en contraprestación durante veinte, 300 millones de euros. Y al final el Hospital te ha costado 4.000 millones más gastos y sueldos. Ya está todo inventado y en el PP han sido especialistas en gastar a manos rotas los dineros que se sacan de los bolsillos de la España productiva vía impuestos. Igual dice lo de forrar a la clase política, porque él se ha forrado con sus sueldazos. No se le conoce otra ocupación… como tantos.

¿Se disfrazará Preparao II?

Cabe esperar que Feijóo no llegue al paroxismo de la necesidad de disfrazarse como ha venido haciendo su antecesor. Tanto como para ser calificado de Mortadelo. Tiene un buen disfraz de capo de la droga de hace tiempo, el cual no logró superar Casado, pero no es un buen recurso disfrazarse –salvo en fiestas locales y/o regionales-. Tampoco vale el disfraz de Preparao II. En España sólo cabe un preparao y ese es Felipe de Borbón. Claro que igual el cartel (o cártel) de “Preparados” no va por la capacidad del interfecto y sus secuaces.

Una mala elección de eslogan ya que los últimos que utilizaron el postureo de la preparación salieron de la política con una patada ciudadana en las nalgas: Albert Rivera y Pablo Iglesias. Tampoco es buen eslogan en tiempos de modificación de imágenes (memes) que se distribuyen a la velocidad de la mala leche del personal. “Preparados para la rapiña”; “Preparados para reírnos en tu cara”; “Preparados para delinquir” y así hasta que se canse el último ser vivo.

De momento Feijóo ha comenzado su andadura de forma pletórica para hacer mofa y befa. Y si se piensa fríamente, toda la prensa cree que es el mejor del PP para tomar las riendas. Ni por muchos millones que gaste la Xunta (que tampoco son tantos allende sus fronteras) se puede pensar que es el mejor -¡Cómo deben ser los demás!-, al menos por lo demostrado hasta el momento. Es de suponer que alguien con dos dedos de frente le asesore y le diga que ese camino no es. Igual ese asesor se queda en la puta calle al día siguiente porque estos barones son muy suyos.  Sólo ha dicho una verdad en este tiempo y es…

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