“Nunca jamás mi equipo ha hablado con delincuentes”, aseguraba ayer Pablo Casado negando cualquier tipo de contacto o negociación del Partido Popular con el entorno del extesorero Luis Bárcenas. Sin embargo, no han pasado ni veinticuatro horas y la prensa de Madrid ya le está afeando la mentira al eterno candidato a la Moncloa. Hubo acercamiento para taparle la boca al contable díscolo y nada más y nada menos que en 12 ocasiones. Lo más inquietante de todo es que no lo está diciendo el panfleto digital comunista de Pablo Iglesias, sino El Mundo, el periódico de ideología próxima al PP, o sea la prensa del régimen. Pero primero vayamos a los hechos puros y duros y luego entremos en la valoración política, que el asunto tiene su miga.

El hombre clave en toda esta historia es Enrique López, actual consejero de Interior, Justicia y Víctimas del Terrorismo de la Comunidad de Madrid, que por lo visto puso en contacto al abogado del PP en la causa por la caja B del partido, Jesús Santos, con A.D., un empresario amigo de Bárcenas que hizo de enlace o intermediario del extesorero. La gestión no se limitó a un breve encuentro en una cafetería, sino que se repitió hasta en una docena de ocasiones entre finales de 2017 y 2019. Casado no puede alegar que López no participara en esas negociaciones, puesto que el mismo consejero de Ayuso ha confirmado la información, una noticia que por otra parte viene a corroborar las afirmaciones que ha hecho estos días el abogado defensor de Bárcenas, Gustavo Galán, quien en vísperas del juicio por las obras de reforma en la sede de Génova 13, presuntamente pagadas con dinero negro, también ha reconocido que esos contactos entre su cliente y la cúpula popular existieron realmente. Por ser cien por cien rigurosos, el letrado Galán ha negado que ninguna persona de la dirección del PP se haya dirigido al extesorero para abrir una negociación “en el momento actual”, pero sí ha admitido que esas aproximaciones existieron, aunque fue “hace tiempo”. Hoy se ha sabido que las conversaciones se produjeron cuando Casado ya era presidente nacional del partido.

Y ahora vamos con la derivada política que nos deja todo este turbio asunto de la negociación entre Bárcenas y la cúpula del PP en la que se trató, por encima de todo, el futuro personal y los beneficios penitenciarios de Rosalía Iglesias, esposa del extesorero hoy en prisión por el caso Gürtel. Cuando Casado dice que su equipo jurídico nunca ha tenido relación con “delincuentes” vuelve a mentir a la opinión pública española. Y no lo decimos nosotros, el propio Esteban Urreiztieta, periodista de El Mundo que firma la información bajo el apetecible titular de El abogado del PP se reunió 12 veces con el intermediario de Luis Bárcenas tras facilitarlo Enrique López, ha reconocido hoy en el programa Al Rojo Vivo de La Sexta, con Antonio Ferreras, que Pablo Casado “ha faltado a la verdad” al negar cualquier tipo de conexión con los delincuentes del caso Bárcenas.

Resulta cada vez más difícil creer al líder de la derecha española. Todo partido tiene derecho a negociar lo que crea oportuno, a través de sus abogados, en un juicio en el que se están jugando fuertes condenas y la propia imagen de la formación política. Pero si se han producido unas negociaciones con los letrados de un imputado por corrupción, el pueblo español tiene derecho a saberlo. ¿Qué se negoció en aquellos contactos a tres bandas entre el amigo de Bárcenas, el abogado del contable encarcelado y el bufete del PP? ¿A qué acuerdos y componendas se trató de llegar, aunque finalmente las conversaciones no cuajaran? No se sabe porque todo en Génova 13 se lleva en el más absoluto secretismo.

Lo único cierto es que Casado sale gravemente tocado por el escándalo y pese a todo sigue manteniendo una estrategia claramente errática: negar la corrupción y atribuir el juicio contra el extesorero a las presuntas maniobras de la fiscal general del Estado, la socialista Dolores Delgado. En esa deriva sin sentido, el dirigente conservador se hunde un poco más cada día. Su junta directiva no solo no ha purgado a las personas salpicadas por el asunto de la caja B, sino que ha mantenido en sus cargos a algunos veteranos dirigentes populares que cobraron sobresueldos en la época de Rajoy y que aún están en activo. Poca limpieza y poca regeneración es esa.

A Casado ya no le valen las coartadas, vanas excusas y montajes sobre supuestas conspiraciones judeomasónicas contra el PP que solo están en su delirante imaginación. Las negociaciones prejudiciales con Bárcenas para tratar de frenar el escándalo se produjeron cuando él era presidente del PP, de modo que ya no basta con decir que el asunto es cosa del pasado. Nada de eso, no solo no es una página superada sino que está de la más absoluta y rabiosa actualidad y los españoles tienen derecho a saber la verdad.

Cada minuto que pasa la corrupción hunde aún más al partido. No hay más que ver el diabólico calendario que tiene por delante el PP para entender que la basura va a seguir saliendo de la sede popular: los papeles de Bárcenas, Púnica, Lezo, la segunda parte del juicio por la trama Gürtel y otros muchos sumarios que irán pasando por los juzgados. El calvario judicial que le espera a Casado es como para que arroje la toalla y se vaya a su casa. Porque le va a resultar imposible compatibilizar las tareas de oposición, la agenda cotidiana con los problemas de los españoles, y estar día sí, día también, dando explicaciones sobre la mugre que no deja de salir en un flujo incesante y terrible. Casado, el hombre, quiere hablar de lo mal que lo hace Pedro Sánchez, pero los escándalos no le dejan tiempo libre. Va a estar ocupado con la corrupción del partido hasta el 2024 o más allá, si es que el PP no revienta antes por los cuatro costados.

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