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Adiós al coche de gasolina

La revolución del vehículo eléctrico está ya aquí y ha llegado para quedarse

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análisis

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El coche de gasolina, y también de diésel, es una reliquia del pasado. La Comisión Europea presentó ayer su hoja de ruta legislativa para colocar a la Unión Europea (UE) en la senda para despedirse del CO2 a mitad de siglo y convertir la crisis climática en una oportunidad para crecer de forma más sostenible. Para ello, plantea, entre otras muchas medidas, prohibir la venta de coches de combustión e hibridos a partir del 2035.

La sentencia de muerte del coche de combustión acelerará el tránsito al transporte verde. Aunque la frontera fatídica se fija en 2035, las grandes empresas del automóvil trabajan ya, casi exclusivamente, con planos de coches híbridos y eléctricos. Si quieren recibir las jugosas ayudas de la UE tendrán que transformar radicalmente su actual modelo productivo. Además, el consumidor se lo pensará dos veces a partir de ahora a la hora de comprar un vehículo que funcione con combustible fósil, ya que en pocos años ni siquiera se fabricarán. En menos de una década veremos cómo las gráficas detectarán una caída en picado en las ventas de coches tradicionales mientras el turismo eléctrico va ganando terreno a una velocidad exponencial.

La misma inercia afectará las gasolineras. Poco a poco se irán cerrando las estaciones de servicio de combustible convencional y se irán abriendo las electrolineras, puntos de recarga solo con energía eléctrica. La revolución está en marcha y aunque el plazo que se da parece muy lejano (2035) el tránsito de un sistema a otro puede ser mucho más rápido de lo que creemos por propio efecto de la curva de la oferta y la demanda. Una vez más, se confirma que el ser humano no cambia de mentalidad por valores o ideología, sino por dinero. Pese a todo, bienvenida sea una revolución que ayudará a reducir los gases de efecto invernadero causantes del desastroso cambio climático.

Para asegurar la transición de los conductores europeos a coches de batería o hidrógeno, la Comisión quiere también que los estados miembros de la UE tomen medidas para asegurar que podrán recargar sus vehículos cuando transiten por el territorio europeo. De este modo, la propuesta de Bruselas prevé un punto de recarga eléctrica fijo cada 60 kilómetros en la red transeuropea de transporte (TEN-T) y cada 150 kilómetros para el repostaje de hidrógeno. Un golpe más para el coche de gasolina.

«La emisión de CO2 debe de tener un precio», ha declarado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la presentación de trece iniciativas legislativas con acciones concretas en el transporte, la energía, el mercado de emisiones de carbono o la biodiversidad.

Bruselas quiere que el precio del CO2 se encarezca progresivamente y eliminar los permisos de emisión en diez años, mantener dentro del sistema la aviación doméstica e incluir a los barcos.

Coche en extinción

El paquete normativo se llama «En forma para el 55» (Fit For 55), en referencia al compromiso de la UE de reducir en 2030 sus emisiones equivalentes de CO2 al menos en un 55 % con respecto a 1990 como paso intermedio para alcanzar la neutralidad climática en 2050: es decir, no liberar más dióxido de carbono del que pueda absorber el territorio comunitario.

Supone gran parte de la arquitectura legal de la transformación energética y climática en la que está inmersa la UE desde el Acuerdo de París de 2015 para que las temperaturas a final de siglo suban menos de 2 grados con respecto a los niveles preindustriales.

Las propuestas tendrán que negociarse con los Estados miembros, representados en el Consejo, y con el Parlamento Europeo.

La Comisión advierte de que será una transición profunda y dura con grandes cambios estructurales en muy poco tiempo pero que, ligada al otro gran vector de futuro que explora Bruselas, la digitalización, generará más y mejores oportunidades para la UE, que en paralelo empieza a distribuir los fondos de recuperación inspirados en los mismos principios.

«De lo contrario, fallaremos a nuestros hijos y a nuestros nietos porque si no arreglamos esto, en mi opinión, lucharán en guerras por el agua y la comida«, ha advertido el vicepresidente de la Comisión Europea para el Pacto Verde, Frans Timmermans.

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2 COMENTARIOS

  1. Está muy bien la medida. Ahora hay que ver qué pasa con los aviones y los cruceros. Porque los mismos que defienden la supresión de los automóviles contaminantes piden que se amplíen los aeropuertos y no le hacen asco a viajar varias decenas de veces al año en avión y hacer un par de cruceros.

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