Nuestro país se ha llevado un año aproximadamente con un Gobierno en funciones haciendo, sin duda,  de su capa un sayo y sin prisas para la constitución de nuevo gobierno. De hecho era consciente de que el resto de los partidos representados en el Congreso no iban a ser capaces de formar gobierno, dadas las divergencias ideológicas y estratégicas de los mismos, así, que el PP y Rajoy se sentaron tranquilamente a esperar en sus nobles sillones hasta que se aseguraran en unas terceras elecciones un resultado suficiente para seguir gobernando, lo cual, según la percepción social, era más que probable,  pues el partido que ha gobernado el país durante más años había sufrido las mayores derrotas electorales e iba por la tercera.

Sin embargo, el PSOE, conocedor de la posibilidad de que podía convertirse en un partido testimonial, perdiendo todos los apoyos electorales que siempre había tenido, adoptó, en mi opinión, una decisión altamente responsable para evitar que siguiera gobernando la derecha durante las próximas décadas, abstenerse en la segunda votación de las segundas elecciones celebradas en menos un año. Abstención que no iba a significar, obviamente, un cheque en blanco sino todo lo contrario, obligar al gobierno a aceptar la cultura del consenso, del pacto, y negociar cada una de las medidas que afectan a la ciudadanía.

Y eso se está haciendo, aunque no digo que consiguiendo totalmente sus propuestas electorales, porque, de una parte, con el consenso, pacto, lo que se hace es ceder por ambas partes, así, por ejemplo, si bien no se ha conseguido que el Gobierno suba de golpe el SMI a 800 €, sí ha implicado una de las mayores subidas del mismo desde que estamos en democracia, un 8%, lo que afecta así mismo a las bases de cotización y, por tanto, a las pensiones. ¿Que no es suficiente? Por supuesto, pero es bastante más de lo que pretendía el Gobierno. Otras de las consecuencias de la abstención por parte del PSOE serán los pactos sobre las pensiones, sobre la llamada Ley Mordaza, la LONCE y un largo etc. Y, por supuesto, que no se desmantele la sanidad ni la educación públicas y se cumpla la ley de dependencia.

Y se conseguiría más en esta legislatura que gobierna el PP en minoría si las propuestas del PSOE que el Gobierno se niega a pactar fueran apoyadas por los partidos de izquierda. Un ejemplo de ello, que, por cierto, es un elemento importante para evitar corrupciones, es la iniciativa de impedir las actividades privadas de diputadas y diputados, a la que se opuso no sólo el PP y el resto de grupos políticos, incluido PODEMOS. Es curioso que este partido que tanto habla de corrupción política y algunos de sus parlamentarios entregue parte  de su sueldo al propio partido pretenda que quienes forman parte su grupo parlamentario puedan realizar actividades remuneradas, con lo cual lo que se deducen de sus retribuciones públicas lo consiguen en actividades privadas y el partido incrementa la dotación que legalmente le corresponde al acceder al Parlamento. Y si dicen que van a hacer un uso adecuado de las remuneraciones de esas actividades privadas, que no lo niego, faltaría más, ¿están convencidos de que el resto de partidos lo va a hacer también? No, no lo están, por tanto, sacrifíquense no realizando actividades privadas siquiera sea para poner un granito de arena a fin de conseguir que la clase política tan denostada no sea corrupta o al menos ponérselo más difícil. Sin duda este nuevo partido le ha dado savia nueva a la política española, muy especialmente atrayendo a la juventud a participar en los debates políticos, algo ciertamente admirable. Como decía Miguel Hernández, en otro contexto, la juventud siempre empuja/la juventud siempre vence/, y la salvación de España/de su juventud depende. Aunque, obviamente, no sólo de la juventud, pues la experiencia, aunque no sea un plus, como suele decirse, sí es importante que quienes la tengan no se la lleven a la tumba sin transmitirla. Juventud y experiencia han de convivir armoniosamente.

En esta legislatura, si es que llega a su término en 2020, veremos muchas contradicciones y a quienes están por la labor de conseguir una democracia avanzada, plena, en la que se impongan los intereses de la ciudadanía sobre los intereses particulares y partidistas. Veremos quién prefiere conseguir diez en vez de cero, aunque se hayan propuesto quince. Veremos quién se opone a todo para no conseguir nada. Veremos quién hace propuestas que se puedan aceptar por todas las partes y quién las hace para que no se acepten. Y veremos también cómo la gente se cansa de tanta verborrea y poca eficacia a la hora de alcanzar una vida mejor para los hombres y las mujeres de este país.

Sí, también para las mujeres que somos las grandes olvidadas de las políticas públicas, que tenemos, sin duda, una ciudadanía restringida, por no referirme ahora al Pacto de Estado que es imprescindible para impedir de una vez por todas que nos asesinen, que nos violen, que nos acosen, que nos maltraten. Esto lo dejamos para otro artículo pues es de tal envergadura el problema que merece un buen espacio. 

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