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Abascal pretende recuperar la “España unitaria” pero no se siente facha

El líder de Vox concede una entrevista a un periódico gallego en la que comenta los últimos acontecimientos políticos del país

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análisis

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Santiago Abascal ha concedido una entrevista a un periódico gallego después de visitar a su “abueliña”. “Yo nunca me he declarado fascista porque no lo soy”, ha asegurado con rotundidad el líder de Vox. Ahora ya nos quedamos más tranquilos, ahora el país ya puede respirar y dormir en paz, sin temer ninguna involución, ni un golpe de timón, ni una vuelta a los tiempos del franquismo. No hay más que leerse la entrevista para constatar que no hay nada que induzca a pensar que el político bilbaíno es un nazi peligroso. Podría parecer que lo es cuando dice eso de que apuesta por un Estado “unitario”, coqueteando con aquella vieja idea de la España una, grande y libre que invocaba Franco a todas horas. Pero qué va, hombre, cómo se puede pensar tal cosa. Cuando Santi Abascal dice que “las autonomías se han convertido en un enemigo de la pluralidad de España”, insinuando que el modelo descentralizador ha fracasado y que los nacionalismos periféricos deben ser prohibidos en la política española tras meter en la cárcel a los soberanistas, no hay nada que temer. “No nos gusta el Estado de las autonomías, pero no esperamos derogarlo por decreto”, ha aclarado por si había alguna duda. ¿Ven ustedes cómo el personaje no es tan malo como lo pintan? ¿Quién puede deducir de esa frase que Abascal es un totalitario reaccionario que pretende pulverizar a los soberanistas vascos y catalanes, hasta reducirlos a ceniza, para gobernar con mano de hierro desde Madrid? Solo un loco puede llegar a pensarlo. El que quiera ver en las palabras de Abascal una vuelta al imperialismo centralista de los Reyes Católicos o es un malintencionado al servicio del complot marxista internacional o se equivoca de cabo a rabo. Y en cuanto a lo de querer devolver la momia del dictador al mausoleo del Valle de los Caídos, tal como propone Vox, tampoco hay que extrañarse: eso es lo que pediría cualquier defensor de la democracia y la libertad, arriba España.

Hay que tener muy mala baba para decir que Abascal es un facha. Puede que el hombre haya declarado una nueva cruzada nacional para reconquistar la Península Ibérica con el apoyo de los nuevos obispos nacionalcatolicistas contrarios al aborto y la eutanasia; puede que haya llamado a los buenos españoles a levantarse en caceroladas y manifas en coche para echar del poder a Pedro Sánchez y limpiar la patria de hordas podemitas y comunistas “ilegítimas”; y hasta puede que haya emprendido una gloriosa batalla histórica para resucitar las dos Españas, aplastar para siempre a los marxistas, separatistas y filoetarras y llevar el país en volandas hacia una unidad de destino en lo universal, siguiendo los pasos del Tío Paco. ¿Pero quién puede ver en esas palabras de paz y reconciliación el mismo discurso guerracivilista que utilizaba el dictador en la Plaza de Oriente? ¿Acaso sugerir que Pedro Sánchez es un criminal genocida que participa de la conspiración venezolana chavista es cosa de fachas? ¿Acaso instigar el golpismo institucional contra un Gobierno legalmente constituido es propio de ultraderechistas y simpatizantes del régimen anterior? Para nada, que no, que ni de coña. Abascal es un demócrata de los pies a la cabeza, y si anda por ahí con una Smith and Wesson debajo de la americana, una cacharra que mete miedo al personal, no es porque ame las armas ni el lenguaje bélico de la violencia y la fuerza al que ya apelaba José Antonio en el 36, sino porque posee la licencia y punto, a ver quién tiene las santas narices para quitársela de la sobaquera. Además, esta vez la limpieza de rojos del país se va a hacer de una forma ordenada y democrática, educada y elegante, sin necesidad de pegar un solo tiro ni de fusilar a nadie. Los paramilitares como ese exlegionario zumbado que anda acribillando retratos de Pablo Iglesias e Irene Montero ni siquiera van a ser movilizados ni van a tener que intervenir en esta ocasión. La democracia no se crea ni se destruye, sino que se transforma y se usurpa desde dentro para levantar un nuevo régimen en el que los escolares rezan el rosario otra vez (brazo en alto, tirando a la papelera los libros de Darwin) y las mujeres de la Sección Femenina se gradúan cum laude en ganchillo, corte y confección. Esa es la nueva y esplendorosa España que el arquitecto Abascal tiene en su mente, y al bolchevique que se resista se le empaqueta en un barco y se le invita amablemente a irse a Moscú, o mejor a Caracas, con Nicolás Maduro, que es donde debe estar toda esta ralea de progres y malos españoles que nos sobran por aquí.  

No, no hay nada en el discurso de Abascal que induzca a pensar, ni siquiera por un momento, que el jefe de Vox es un peligroso fascista. ¿Acaso querer regresar a la España atrasada, analfabeta, católica, autárquica y aislada de los años cuarenta es ser un facha convencido? ¿Es que pretender levantar un muro de hormigón hasta el cielo en Ceuta y Melilla, para que no pueda entrar la chusma de moros, negros y “menas” es un proyecto fachoso y racista? Pero si todo eso es volver a la normalidad de verdad (no la farsa de Sánchez), retornar a la España decente, buena y patriótica, a las cosas tal como fueron siempre y como tienen que ser para que la nobleza, los caciques, el ejército y el clero puedan recuperar el bastón de mando que les corresponde por derecho divino. Como tampoco es propio de totalitarios ni de supremacistas querer meter a homosexuales y trans en el gueto de la Casa de Campo, ni ser un machista recalcitrante que manipula a su antojo las cifras de mujeres asesinadas por sus parejas, blanqueando a maltratadores y terroristas domésticos. Por favor, ¿qué soberana estupidez es todo eso y a qué grado de insidias y calumnias estamos llegando? ¿A quién se le ha ocurrido pensar que Abascal es facha? ¿Quién puede ser tan taimado, retorcido y traidor a España para insinuar, siquiera por un instante, que este fiel constitucionalista, este demócrata a carta cabal, este hombre de una pieza que monta a caballo como un Caudillo, es de los del pollo en la bandera y el Cara al Sol? Rojos, que sois unos rojos.

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2 COMENTARIOS

  1. El centralismo no es menos democrático, que el estado de las autonomías. Ni los ciudadanos gozan de mayores libertades en los estado descentralizados que en los centralizados. La mayoría de los países de la UE tienen estados centralizados.

    Los ciudadanos franceses (Francia es paradigma de estado centralizado) no tiene menos libertades que los españoles. Quienes si gozan de mayores libertades y privilegios en los estados descentralizados son las élites locales. Un estado absolutamente descentralizado es Afganistán; allí cada cacique puede hacer y deshacer a su antojo en su territorio y sin embargo los ciudadanos afganos no tiene libertades.

    El estado descentralizados no ofrece mayor libertades, pero es mucho más caro de mantener y mucho más difícil de gobernar. Sobre todo cuando los gobernantes locales se dedican a utilizar las instituciones de forma desleal con la sana intención de destruir la nación común para construir la suya propia; objetivo declarado de todos los nacionalistas.

    El estado de las autonomías se creó para satisfacer a los nacionalistas y dar salida a sus aspiraciones de autogobierno. Es un punto intermedio entre el estado centralizado y la yugoslavización.

    Si hubiera cumplido su objetivo nada habría que objetar aunque sea mas costoso de mantener. Pero en vista de que los nacionalistas siguen igual de insatisfechos y están aprovechando las competencias que de ellos emanan para traicionar al estado e ir creando las condiciones para destruir la nación, no tiene sentido seguir manteniéndolo.

    Hay que recentralizar y racionalizar competencias, cerrar absurdas embajadas, desmontar tv publicas locales que se dedican a atacar a la nación, y cerrar miles de chiringuitos públicos desde los que se financia a los enemigos de nación y de la democracia, y que son una sangría para la economía de los españoles.

    Señores pijo-progres, si ser facha es defender España, la Constitución, la racionalidad económica, y oponerse a que los nacionalistas utilicen las autonomías para destruir el país, en España los fachas nos contamos por decenas de millones.

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