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Ábalos a la vicepresidenta de Maduro: “Lamento esta situación tan violenta pero sabes que no puedes bajar”

El ministro de Transporte evita un conflicto diplomático mientras el PP le demoniza y olvida cuando Casado era testigo y parte de las negociaciones de Aznar con Gadafi

María José Pintor
María José Pintor
Periodista en cuerpo y alma, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco.
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“Lamento esta situación tan violenta pero sabes que no puedes bajar”. Con estas palabras el ministro de Transporte del Gobierno de España, José Luis Ábalos, se dirigió a la vicepresidenta de Maduro para evitar un conflicto diplomático, tal y como él mismo ha confirmado a Diario16.

El ministro  subió al avión en Barajas para pedir a la mandataria venezolana  que no pisara suelo comunitario y evitar que se saltarse el mandato de la UE con respecto al Ejecutivo bolivariano.

En este contexto, el ministro de Transporte evita un conflicto diplomático mientras el PP le demoniza y olvida cuando Casado era testigo y parte de las negociaciones de Aznar con Gadafi en negocios comerciales.

José Luis Ábalos ha sido decisivo para evitar un grave conflicto diplomático que se hubiera producido si la vicepresidenta de Maduro, Delcy Rodríguez, hubiera pisado suelo comunitario a través de España. El ministro de Transportes tuvo conocimiento por el titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, de que la mandataria venezolana acompañaba a su ministro de Turismo, que tenía programa  una visita oficial a FITUR. El número dos del PSOE y miembro del Ejecutivo de Sánchez, según ha podido saber diario16.com, tomó la iniciativa de pedir a la vicepresidenta que continuara con su viaje a Catar para no violar las órdenes comunitarias, tal y como hubiera ocurrido en el caso de pisar territorio de la UE.

El ministro de Transporte confirma a Diario16 que no subió a ese avión para tener una reunión con la vicepresidente bolivariana. De hecho, afirma a nuestro medio que “una reunión no se improvisa y se llevan temas que tratar y yo no tenía nada que tratar con esta señora salvo garantizar el tránsito de su viaje fuera de España y Europa”

Así, José Luis Ábalos logra seguir la hoja de ruta europea, no saltarse a la ONU y evita que la vicepresidenta de Maduro pusiera un pie en España.

Apoyo de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez ha intervenido esta mañana para garantizar la continuidad de Ábalos en el Gobierno de coalición. Según sus propias palabras, “hizo todo lo que pudo para evitar una crisis diplomática y lo ha logrado”.

Y así, un éxito diplomático, que como todos se realizan sin luz ni taquígrafos, se convierte en una nueva arma arrojadiza de la derecha para demonizar a uno de los ministros más solventes del Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Discreta labor diplomática

Los conflictos diplomáticos, en España y en el mundo, se han resuelto siempre en la sombra. Los correspondientes gobiernos, hasta muchos años después, no dan a conocer negociaciones, conversaciones y cesiones para evitar exactamente lo que está ocurriendo en España estos días: que intereses bastardos -en esta ocasión de la derecha- demonicen al ministro de Transporte, José Luis Ábalos, por haber no ya intentado -sino logrado- que la vicepresidenta de Nicolás Maduro no se bajara del avión y pisara suelo español, para así ser fiel a las sanciones que Europa ha impuesto al Ejecutivo bolivariano.

Ábalos  subía a ese avión en misión diplomática. Así conseguía que se respetaran las decisiones europeas sin olvidar que, hoy por hoy, la organización que acredita los estados y su representación, la ONU, reconoce a Nicolás Maduro como el presidente de Venezuela.

No hay que olvidar que cuando las empresas españolas tienen un conflicto en Venezuela y solicitan apoyo a su Gobierno en España, el Ejecutivo tiene, hasta el día de hoy, que dirigirse al Gobierno de Maduro.

Ejemplos de otros conflictos

Esta vía fue la que siempre mantuvieron, por ejemplo, Felipe González con la Cuba de Castro y también José María Aznar y el propio Mariano Rajoy con el conflicto del Sáhara ante Marruecos.

Esa prudencia evitó y seguirá evitando que nuestro país se enfrente a graves conflictos diplomáticos con estados como Marruecos, o la propia Argelia, sin apoyar la primavera verde, hasta con el peñón de Gibraltar y la tan comunista como poderosa China.

Con todos los estados donde mantenemos relaciones económicas,  según informa a Diario16 un embajador español de carrera y muy alejado de la política, “nunca se han roto los puentes, ahí están los ejemplos de los países árabes, y de dictaduras de derecha e izquierda con las que se ha mantenido -con más o menos tensión- una relación comercial por intereses económicos y diplomáticos”. A su juicio, “no puede ser de otra manera”.

Cuba

Para más ejemplos, fue en 1998 cuando el presidente del Gobierno, José María Azar, buscó y encontró un golpe de efecto para anunciar el nombramiento de embajador en Cuba,  tras dieciséis meses sin representante en La Habana y una grave crisis en las relaciones desde su llegada al Ejecutivo. De hecho, recibió sonriente ante las cámaras desde Moncloa al canciller cubano Roberto Robaina para sellar la nueva etapa comercial y diplomática.

Gibraltar

Ni un sólo Ejecutivo en Democracia ha conseguido avanzar en la idea de “Gibraltar español”. Pero mientras cuando gobierna el PP desde la oposición se respeta la prudencia diplomática, la polémica vuelve a estallar en cuanto la izquierda vuelve al poder.

Así, podemos recordar acusaciones de la derecha contra Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero por su presunta “debilidad” ante el Reino Unido por los derechos españoles sobre el Peñón. Como si se hubiera logrado un sólo avance real en cuanto a la soberanía política con los gobiernos populares.

Las polémicas visitas de miembros de la Familia Real británica al peñón sólo tienen trascendencia política y mediática cuando gobierna la izquierda. Pero lo cierto es que que el Gobierno del Reino Unido no se ha movido un ápice en sus interés por Gibraltar y su soberanía.

Ya en la malograda boda del Príncipe Carlos con Lady Di, la familia real española, únicas en lazos de sangre a través de la Reina Sofía, no acudía al enlace más visto de la historia por esa escala en el Peñón que tuvo lugar en julio del 81 por parte de la real pareja en su viaje de novios. Ni siquiera había llegado Felipe González al poder.

En el 2001, en pleno gobierno de Aznar, el príncipe Eduardo de Inglaterra, tan sólo dos meses antes de reanudarse las conversaciones entre España y Reino Unido sobre el futuro de la Roca, acudía al Peñón en visita no oficial para entregar diversos premios a jóvenes gibraltareños por su participación en las actividades organizadas por la Fundación «Duque de Edimburgo». El entonces ministro de Exteriores español, Josep Piqué, indicó que su departamento había manifestado a los responsables británicos su «desagrado e incomodidad» por la visita del cuarto hijo de la soberana.

En el 2009, la princesa Ana de Inglaterra acudió en visita oficial a Gibraltar por tercera vez para inaugurar un centro médico, lo que llevó al Gobierno a expresar su «malestar» al Reino Unido por lo que consideraron que era “una visita inoportuna”, en el Gobierno de Zapatero.

Venezuela

Volviendo a Venezuela, fue en 2018 -todavía en la etapa de Mariano Rajoy cuando España y el gobierno de Maduro anunciaban en un comunicado conjunto que habían decidido iniciar un proceso para normalizar las relaciones diplomáticas, que se rompieron en enero con la expulsión de sus respectivos embajadores en Madrid y Caracas por la creciente tensión bilateral a causa de la crisis política en la nación caribeña.

Lo cierto es que lejos queda la actitud del PP -y sus socios en comunidades autónomas de Ciudadanos y Vox- en los grandes negociadores diplomáticos del mundo para evitar conflictos mayores. Este fue el caso del diplomático peruano Álvaro de Soto, que desde la ONU trabajó atendiendo diversos temas de Relaciones Internacionales durante 25 años y que es recordado por ser pieza clave en la construcción de la paz en El Salvador y Centroamérica.

El trabajo de Soto demostró que el conocimiento, la preparación y su gran experiencia en asuntos diplomáticos y de Relaciones Internacionales es la mejor manera de lograr importantes avances en materia de derechos humanos, seguridad, justicia, propiedad de la tierra, reparación y verificación del alto de fuego.

O, por ejemplo, George J. Mitchell, ex senador demócrata de origen irlandés que en 1996 fue designado como mediador oficial para guiar las negociaciones entre el Partido Unionista y el Sinn Féin (IRA). Gracias a él y su equipo comenzó el principio del fin del terrorismo del IRA.

En España, todavía hoy la derecha trata también -como ahora hace con Ábalos- de demonizar a Zapatero por lograr el fin de los atentados de ETA.

Y es que la historia no se escribe igual en España en función de quién gobierne.

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