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A la verdad le importa un bledo el decir social

José Repiso Moyano
José Repiso Moyano
Escritor español de larguísima trayectoria nacido en Cuevas de San Marcos, Provincia de Málaga, que ha publicado miles de obras en 50 años (literarias, de conocimiento,etc), y ha obtenido premios y reconocimientos por su participación en concursos, periódicos, revistas, recitales, programas de radio, acciones humanitarias y eventos literarios en todo el Mundo.
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análisis

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A la verdad ya le importa un bledo el decir social, ¡claro!, le importa un bledo tanto que confunde en la sociedad, ¡sí!, le importa un bledo tanto y tanto  que equivoca, tanto que desorienta, tanto que desequilibra y tanto que destruye en la sociedad.

A la verdad solo le importa no dejar se ser ella (siendo así leal “con su fondo”), no dejar de ser realidad y únicamente consecuente con la realidad. ¡Siempre!, pase lo que pase (¡eso sí que es “entrega”).

Y a la razón, ¡lo mismo!  Pues lo que precisamente le importa a la razón no es lo que dicen (en contra de ella) en la calle o en el Fondo Monetario Internacional o en tantos medios de comunicación (que siempre estarán movidos terca o inevitablemente por retorcidos intereses), sino lo que no se pueda vender a una sinrazón siquiera; o sea, en claro lo que le importa es solo el nunca beneficiar (ni directa ni indirectamente) a una sinrazón siquiera. ¡Y nada más!

Por eso, hay que tener fuerza racional, integridad moral y valentía para decir de una vez por todas que la verdad solo tiene un camino, solo tiene una forma, solo tiene un dios, solo tiene una realidad y solo tiene unas reglas (no más, pues eso sería FALSEDAD o antifuncionamiento real), ¡a ver!, ¡a ver si dejan tantos de mentir ya de una vez!  La realidad solo tiene una forma y, si tú eres leal a ella, pues una sola forma tienes para decir la verdad (de la realidad), ¡una!, ¡a ver si se enteran tantos bocazas e interesados en el engaño por doquier! ¡Una! y, todo lo que sea componente de la realidad, asimismo en obviedad solo una forma tiene para ser real. ¡Claro!, y la razón igual, por ser el único instrumento válido de la verdad; ésta solo tiene un camino, una forma y aun solo tiene unas reglas, ¡no veinticinco!

Y eso es así porque:
— Únicamente existen HECHOS DE REALIDAD, y estos hechos irrefutablemente han llegado a serlo, en el «mundo físico», solo por un «itinerario único» o por una «forma única»; o sea, siempre por una vía en singular.
— Únicamente cada cosa o «ente real» o elemento de lo real (incluido el ser humano) tiene una condicionalidad o solo una naturaleza real; claro, es de una «única forma» porque, si no, deja de serlo, deja de ser lo que es. En efecto, el ser vivo ha de expresarse “a su manera”; si no, no tiene libertad (quedando en manos de la enfermedad o de la opresión) o no será lo que es.

Ya dicho eso como base; sin embargo en el mundo de la sugestión-manipulación social (o sea, de los prejuicios, de los esquemas hechos, de las verdades dadas o hechas, de los gustos, de los duros cabezones hechos en terquedad contra una luz mínima a decencia ética) se ha inventado eso ya de las FORMAS y solo irremediablemente para… gustar a lo que no es razón, ¡obvio!; o sea, para gustar a sinrazones, ¡así es!
¡Claro!, de tal manera que, un hecho real cualquiera (!el pobre!), se tiene que enfrentar a la fuerza a tal manicomio o sugestión humana “de infinitas mentiras”.

Pongamos un ejemplo: EL HECHO DE QUE JUAN ESTÁ CONTAMINANDO A LA NATURALEZA. Ante eso, ¡sí!, ya cualquier descontrolado humano, al momento sale medio loco o pedante o intolerante diciendo que muy bien se puede contaminar CON OTRAS FORMAS. Bueno, sí, ¡sí! ¿y a qué viene eso le diría yo equilibrada o sensatamente?, ¿a qué? Se puede, ¡pero la realidad ya hecha es la que es!, ¡chiquito!, ¡solo la que es!  Aunque al momento sale otro diciendo que sean otras las formas, las que a él le gustan o las que bonitamente ha visto en una película o las que le han sugestionado o ésas puñeteras que a él le han metido en el coco. Bueno, sí, ¡sí!, pero se trata de que no se contamine, ¡nada más!, tenga formas o lo que quiera o ciruelas en almíbar.

El asunto, en verdad, está solo en que JUAN NO CONTAMINE A LA NATURALEZA. Es decir, en solo evitar ése hecho (ése, el cual solo tiene una formación o forma, por el que ha existido tal hecho). ¡Aquí!, aquí no tiene únicamente que cambiar de actitud o de comportamiento, sino en prioridad o en esencia de COMPRENSIÓN para que evite él ya tantas confusiones o el mentir o evite él el contaminar a la naturaleza de una vez.

Claro, si Juan ya hace otras cosas al respecto como irse con la bicicleta por un repecho, pues no, no es que haya creado formas, sino que ya hace otras cositas, como que ha cambiado de HACER HECHOS en los cuales siempre se contamina a la naturaleza, y ya hace otros hechos dejando en paz al “mundo” un poco. Por último, también hay que señalar que solo hay una única forma racional de decirlo, y los modales (mientras que no atenten contra la razón misma) ¡no importan ni ahora ni jamás (equilibradamente) o ya no deben por nadie imponerse en un proceder o pensamiento único por el cual se ha de proceder ¡a la fuerza!

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3 COMENTARIOS

  1. Entonces…:

    ¿Hace falta un ministerio de la verdad que, cual inquiriente pragmático, nos investigue y objet(iv(ic))e con todos los datos recolectados con los que nos instalamos en lo cotidiano? Oh, el desafío por desarrollar unas técnicas sobre la desinformación, con las que se entendiesen las reglas de la verdad esbozada y conforme que los criterios estructuran y que nos confirma. ¿He ahí la sustantividad del individuo realizado entre lo oficial, lo monitorizado, lo congruente, lo practoútil, lo efectivo, lo razonable y lo real? Oh, menuda odisea: La del poder-ser del individuo ante lo que sabe que entiende.

    ¿O será preciso un ministerio de la verdad que, como inquiriente empírico, nos examine y discuta a partir de los hechos sucedidos con los que estamos-siendo en la mundanidad de mundo? Ah, el reto por teorizar la gnoseología contra las fake-news, con la que se percibiesen las tramas de la verdad descubierta y exacta que las cosas presentan y que nos presenta. ¿He ahí la esencia del sujeto trascendente entre lo evidenciado, lo medido, lo calculado, lo estimado, lo certero, lo verificable, lo posible y lo verosímil? Ah, vaya panacea: La del saber-estar del sujeto ante lo que sabe que percibe.

    ¿O quizá debería haber un ministerio de la verdad que, cual inquiriente hermenéutico, nos indague y cuestione de acuerdo a las improntas y a las señales que lo sucedido deja y nos hace aparecer en el mundo? Ouh, la lucha por funda[menta]r una fenomenología de las habladurías, con la que se interpretaran las revelaciones de la verdad auténtica y desemb(r)ozada que lo acontecido anuncia y que nos manifiesta. ¿He ahí la haecceitas del arrojado dasein entre lo dado mostrado, lo opacado aparecido, la facticidad compareciente, lo [en, re, des]-cubierto, lo oculto-ocultado por aparecer, lo relevante que no se puede des-encubrir, lo opaco que (no) ha de hacerse aparecer, lo recóndito que no se deja (de)mostrar y lo furtivo que se retrae? Ouh, menuda quimera: La del querer-habérselas del ser-ahí ante lo que aun no sabe que ya interpreta.

    ¿O tal vez sea justo y necesario un ministerio de la verdad que, cual inquiriente total, busque encontrarnos y nos riña a través de los agüeros de las huellas y de los indicios de los anhelos que subyacen en lo devenido, revelando y denunciando así, al fin, nuestro característico habitar La Tierra? Ay, la entrega por desplegar una onto-teo-logía ante la posverdad, con la que se clamase apasionadamente por el conocimiento de la verdad sincera y [en, re, des]-velada que los juicios sentencian y que nos sustenta. ¿He ahí la quiddidad del ser humano sostenido entre lo confesado, lo afirmado, lo escrutado, lo fiable, lo inconfesable, lo inescrutado, lo desconfiable y lo inextricable? Ay, qué sindiós: El del esperar-creer del ser humano ante lo que no sabe que no conoce.

    Ah, las inquiriencias éticas, o técnicas, o estéticas, u ontológicas, o religiosas, de un ministerio de la verdad, constituyendo al individuo efectivamente informado, o descubriendo al sujeto enterado de lo real, o fundamentando al dasein lector de la facticidad, o des-a.divinando la divinidad del ser humano conocedor de lo verdadero.

  2. Este texto que escribe
    llévelo a un parque donde hayan jóvenes de 13 ó 15 años
    (procure que lo oiga o lo escuche alguien).
    Pues bien, SI LO ENTENDIERA un solo joven, ¡uno solo!,
    era para darle a usted un premio de 1 millón de euros.

    Porque, con plena convicción mía,
    no lo entenderá NI EL AIRE.

    LEMA: No procure decir mucho, sino aunque diga muy poquitín…
    ¡SEA CLARO DE UNA VEZ!
    (entendible hasta por un niño).

  3. Gracias por el comentario a mi comentario.

    ¿¡… y si dirigiera el texto a los chicos del bachillerato, los que tienen nociones de filosofía, y con acceso a la entrada de wikipedia acerca de la verdad…!? Entonces ese premio…

    Al fin y al cabo lo expresado en el texto responde a las dudas que me han generado ciertas lecturas de filosofía ejecutadas con liviandad y frivolidad. Lo ahí expresado sólo es un torpe intento por abarcar, por envolver, con esas nociones mal aprendidas de la filosofía, el asunto del “ministerio de la verdad”. Responde a un afán por querer «situar» el asunto como problema, manejándolo, dominándolo y criticándolo desde cierta totalidad, y no sin impotencia.

    La composición más bien trata de un festivo potpurrí de conceptos filosóficos. Mejor dicho: soló pretende ser un divertido revoltijo de las aprehensiones que yo he hecho de esas ideas filosóficas. Quizá por eso no me entienda ni el aire. Es una composición absurda que pretende pasar por simpática -e incluso cómplice- hacia los que sí conocen esa tradición del pensamiento a la que pretendo aludir sin éxito.

    Saludos cordiales de este mal aprendiz y hasta la próxima vez.

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