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A Arrimadas le gusta que Casado la humille

La líder de Ciudadanos no está dispuesta a romper pactos regionales con el PP después de que Mañueco haya dado la patada a la formación naranja en Castilla y León

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análisis

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Lo de Inés Arrimadas no tiene nombre. El PP humilla, vapulea, ultraja, maltrata, traiciona y vilipendia a Ciudadanos allá donde lo tiene como socio mientras ella, sumisa y mansa como una corderilla, insiste en seguir manteniéndose leal hasta el final a Pablo Casado. No encontraremos un caso de masoquismo político, de sumisión extrema en toda Europa que pueda parecerse, ni de lejos, al papelón que está desempeñando la líder de Cs.

El currículum de desagravios y jugarretas que han sufrido los naranjas a manos de los populares es tan largo y caudaloso como el Ebro. Ya hemos visto lo que ha ocurrido en Madrid, donde en una mañana Aguado pasó de socio favorito y preferente de Ayuso a segundón intrascendente (hoy es Vox el gallito que ocupa ese codiciado lugar junto a la lideresa castiza). De Murcia, qué podemos decir, ya quedó patente el espectáculo bochornoso de la moción de censura y cómo acabó todo aquello, con López Miras ninguneando a Ciudadanos, más bien dejándolo a la altura del betún. Y en cuanto a Andalucía, cualquiera que esté medianamente informado entiende que Juan Marín es un cadáver político y que Moreno Bonilla solo espera el momento propicio para asestarle el golpe de gracia, quitárselo de encima y convocar elecciones antes de tiempo aprovechando la coyuntura, es decir, lo que viene siendo hacerse un Ayuso.

Los últimos acontecimientos en Castilla y León, donde el popular Mañueco ha dado la patada a Francisco Igea para convocar comicios anticipados siguiendo las directrices de Pablo Casado, demuestra que Ciudadanos ya no entra en los planes de futuro del Partido Popular. La conjura ha sido tan hábilmente tramada que el propio Igea ni siquiera ha visto venir la afilada guadaña y solo cuando su cabeza rodaba sin remedio caía en la cuenta de que la noche de cuchillos largos había empezado para la familia ciudadana en aquellas nobles tierras castellanas. El hombre se encontraba en Onda Cero, con Carlos Alsina, cuando se enteró de que el golpe casadista estaba en marcha y quedó tan noqueado, tan en shock, que solo se le ocurrió revolverse contra el presidente Mañueco, en antena y en directo, y reprocharle la convocatoria de elecciones: “¿Qué cojones piensas de tu población? Que estás dentro de una nueva ola de la pandemia, con el sistema súper tensionado y haces saltar por los aires el Gobierno… ¡Es increíble!”. La excusa esgrimida por el PP es que Ciudadanos estaba montándole una moción de censura secreta y a la murciana, un argumento que los naranjas han tachado ya de burda mentira. Hoy mismo, Igea ha llamado cobarde y mala persona a Mañueco, una pataleta más que no irá a ninguna parte porque cuando la maquinaria electoral del PP se pone en marcha no hay quien la pare.

Queda claro que Casado se ha vuelto un adicto crónico a las elecciones y ya vive en permanente mono electoral. El líder popular sabe que si no le gana a Pedro Sánchez de aquí a menos de dos años (la última bala que le queda en la recámara son las próximas elecciones generales) tendrá que hacer las maletas e irse a su casa, dando paso a Isabel Díaz Ayuso, la estrella del momento que tiene mucho más gancho y tirón que él en el mundo conservador. Esas urgencias personales, esa ansiedad demoscópica, hace que para Casado ya haya empezado la campaña electoral. Por eso ha decidido llevar a las urnas a los castellano-leoneses en medio de una pandemia, cuando no era necesario y solo para cumplir su descabellada hoja de ruta. Las elecciones en Castilla y León no las quería nadie, salvo el líder del PP, de modo que el muchacho ya tiene su juguete nuevo.

En ese contexto convulso, es obvio que Ciudadanos no pinta nada en los cálculos y planes casadistas. Sin embargo, Inés Arrimadas insiste una y otra vez en interpretar el rol de la amiga fiel y leal de los populares, arrastrándose por rastrojos indignos en lugar de romper de una vez por todas cualquier tipo de pacto con el PP. “No vamos a tomar represalias en otros territorios. No vamos a tomar decisiones testoterónicas como harían Casado o Sánchez. ¿Qué culpa tienen los andaluces de lo que pasa en Castilla y León?”, se pregunta la dirigente naranja, que se muestra convencida de que Moreno Bonilla aguantará las presiones de Casado en Andalucía y no romperá el trifachito para convocar elecciones. Arrimadas está quedando como una eterna novata que no aprende y que se entera de las oscuras tramas contra su partido por las noticias. “Había hablado con Mañueco el día anterior y la conversación iba de lo contrario. Hablamos de la Conferencias de Presidentes y de otros asuntos. Asusta pensar que se pueda hablar con esa normalidad sabiendo que se estaba preparando lo otro. Creo que o no sabía nada o le pueden dar el Óscar mañana”, confiesa notoriamente dolida. Ni Heidi metida en política hubiese sido tan ingenua. 

La bisoña candidez de Arrimadas resulta conmovedora. El clan popular ametrallando a los naranjas en cada callejón, como en una sangrienta Noche de San Valentín, y ella intentando convencer al Al Capone de Génova de que siempre será su más mejor superamiga, te lo juro por Snoopy. Hace tiempo que la vida pública española se ha convertido en un kindergarten, un jardín de infancia donde las jóvenes promesas del parlamentarismo patrio practican el cantajuegos y los talleres de manualidades sin reparar en que esto de la política es un actividad altamente peligrosa, despiadada, pura violencia, una jungla habitada por bestias carnívoras dispuestas a caer sobre su presa en cualquier momento. Arrimadas, cervatilla inocente, ya ha probado la misma dentellada en más de una ocasión, siempre a bocados de idénticos depredadores del PP, pero la muchacha parece que no aprende. Uno llega a la conclusión de que le gusta el sabor del látigo masoquista de Casado. Y que no trate de convencernos de que todo lo hace por el bien y la estabilidad de España porque ya no cuela. Lo hace simplemente porque el carguete es goloso, el sueldo interesante y la fama engancha. Por todo eso merece la pena tragar con carros y carretas en forma de humillaciones constantes. El ande yo caliente, ríase la gente. O sea.            

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2 COMENTARIOS

  1. Son prostitutas sin complejos, por algo es el negocio más antiguo entre los humanos, y, si lo piensas detenidamente, la posición del proxeneta, la figura del comprador del servicio, la postura de quien abre las piernas están muy instalada en la política española. Marca España.

  2. En política no todo vale, alguien dijo: «la política es una ciencia para los hombres de arte y un oficio para los ignorantes».
    En España, el que se sube al carro, ya no se baja, si no lo bajan, «así nos va».

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