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8-M. Aquí estamos las y los feministas

Carolina Huelmo
Carolina Huelmo
Enfermera y antropóloga.
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análisis

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Las manifestaciones feministas convocadas cada 8 de Marzo pretenden visibilizar, como eje del movimiento, la violencia machista dirigida hacia las mujeres (y que afecta también a los hombres) desde todos los estamentos de la sociedad en la que vivimos y que estamos transformando. 

Pero ¿De qué hablamos cuando hablamos de violencia machista? Pues hablamos de la violencia física, sexual, psicológica, cultural, económica, digital y/o  vicaria que se ejerce contra la mujer por ser mujer.

Esta lucha por los derechos humanos no presenta como fundamento el fomento de una supuesta lucha hombre-mujer, ni pretende producir una ruptura social. Simple y complejamente manifesta que hombres y mujeres somos seres humanos con iguales derechos y obligaciones

Los  comportamientos no son genéticos, son culturales. En este punto cabe diferenciar, los conceptos “sexo” y “género”. Mientras que el sexo hace referencia a nuestras características internas (genotipo) y externas (fenotipo) asociadas al hecho cromosómico XX (sexo femenino) o XY (sexo masculino), el género  se refiere al comportamiento cultural asociado a esas características sexuales y que varía según la cultura en la que la persona está inserta. Es decir, una persona nace, por ejemplo cromosómicamente XY, es decir varón, su cuerpo se desarrolla según esos rasgos genéticos (vello, masa muscular , altura, desarrollo de órganos sexuales, distribución de grasa corporal…) y su ser, su persona, lo hace influenciado por la representación cultural del género al que pertenece y/o se siente en la cultura en la que se encuentra.

El machismo no es sólo una cuestión femenina y es responsabilidad de todas y todos prevenirlo y combatirlo. El machismo nos atraviesa a todas las personas incluso antes de nacer. Lo mamamos desde que nos decoran la habitación, nos visten o nos hablan desde el minuto cero de nuestra existencia según el sexo biológico con el que nacemos, generando comportamientos culturales desde los que vivimos nuestro género. Comportamientos que si se basan en el ejercicio de abuso del poder, en las relaciones desiguales entre hombres y mujeres basadas en la fuerza masculina y en la sumisión femenina perpetúan el machismo. 

Sectores poblacionales colocados en ideologías que podríamos definir como derechistas/conservadoras, tratan de establecer un hilo conductor entre feminismo, izquierda y desnaturalización con el concepto feminazi. Argumentando que las mujeres cuando nos “hacemos” feministas nos volvemos feas, groseras y nos alejamos de nuestro valor biológico de gestantes, vemos al hombre como nuestro principal enemigo y atentamos directamente a la perpetuación de nuestra especie, y los hombres cuando se “hacen” feministas se vuelven blandos, perdiendo su hombría y por ende su valor biológico. 

¿Pero qué tipo de trampa es esta? ¿Por qué a las mujeres se nos quiere sumisas, buenas esposas dóciles, buenas madres padecedoras y lindas; y a los hombre duros, fuertes e insensibles? Antropológicamente este tipo de sociedades, que obtienen su estabilidad económica, religiosa, social, política y cultural a través del equilibrio entre estereotipos de género mediante la coacción en las libertades, corresponden con épocas medievales. Queridas y queridos, estamos en el siglo XXI, superemos los pensamientos arcaicos y limitantes.

No quisiera caer en ningún tipo de frivolidad al poder establecer que el machismo nos afecta mundialmente a través de nuestras culturas igualando el grado y la intensidad de afectación a ambos géneros, pues los datos hablan por sí solos.

En 2022 en España se han cometido 49 asesinatos machistas habiendo denunciado el 40% de las víctimas (1.191 mujeres y 50 menores asesinados por violencia vicaria desde 2013) según la  Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género y son 2 los hombres asesinados por sus parejas (lo cual no quiere decir que sea por machismo). 

A nivel mundial, según la ONU en 2022 unas 45.000 mujeres y niñas fueron asesinadas, simplemente por ser mujeres, por sus parejas u otros familiares.

Se desconocen datos mundiales de hombres asesinados por sus parejas o exparejas y si los hubiera habría que definir a qué se debe esa violencia que ejercería la mujer sobre el hombre, si es por ser hombre (en una relación desigual, con abuso de poder físico, psicológico, económico, social…) o guarda relación con otros factores sin correlación con el género. 

Es completamente evidente que las mujeres seguimos muriendo simplemente por ser mujeres, por ser vistas como propiedades privadas, por ser inferiores físicamente hablando (si midiéramos dos metros y tuviéramos unos buenos bíceps es posible que los datos fueran otros), por no tener la misma capacidad de independencia económica que un hombre, por “aguantar carros y carretas” por nuestras hijas e hijos, por vestirnos como queramos y porque nos seguimos revelando para no ser agredidas sexualmente.

Según datos del Ministerio de Igualdad, del total de las mujeres españolas mayores de 16 años el 57,3% ha sufrido violencia por ser mujer (1 de cada 2 mujeres) y el 14,2% de las mujeres han sufrido violencia física y/o sexual de su pareja o expareja (2.905.489 mujeres)

Parece mentira que en pleno 2023 no podamos saber cuántas mujeres mueren cada año en Europa porque diez países de la Unión Europea no recaban estos datos y hay disparidad entre las distintas leyes contra la violencia machista, lo que hace imposible comparar resultados.

Actualmente, el índice más fiable es el Eurobarómetro Especial de 2017 que llevó a cabo la Comisión Europea. Según este estudio, los tres países europeos más machistas serían Bulgaria, Hungría y Polonia, en los que más de un 78% de su población considera que el papel más importante que las mujeres deben cumplir es cuidar de la casa y de la familia de forma sumisa y el papel fundamental de los hombres es ganar dinero. 

En 2021, el Institute for Women, Peace and Security de la Universidad de Georgetown (Estados Unidos) actualizó su índice Women Peace and Security que mide la situación de las mujeres en 170 países atendiendo a distintos factores (violencia de género, representación de las mujeres en el Parlamento, brecha salarial, acceso a la educación, seguridad en las calles o leyes que pudieran ser discriminatorias para ellas) siendo los países europeos peor puntuados Ucrania, Bosnia Herzegovina y Moldavia. 

A nivel mundial, según OMS, 736 millones de mujeres en el  planeta (un tercio del total de las mujeres) son víctimas de violencia física o sexual, generalmente desde que son muy jóvenes. 

En España la emergencia social por machismo puede estar alcanzado a más de 110.000 mujeres. Mujeres que en 2022 han pedido ayuda (por todo tipo de violencias contra ellas) a través de los servicios:

  • 016
  • [email protected]
  • Servicio WhatsApp 600 000 016
  • Chat on line violenciagenero.igualdad.gob.es
  • La app ALERTCOPS permite enviar una señal de alerta a la policía con tu geolocalización.
  • Llamadas relacionadas con la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual al teléfono del Ministerio del Interior: 900105090
  • Derivación de llamadas realizadas por menores de edad al Teléfono ANAR de Ayuda a Niños y Adolescentes: 900202010

Servicios que son gratuitos, anónimos, atención 24 horas, accesibles para personas con discapacidad visual o auditiva, atención en 53 idiomas y cuentan con asesoramiento jurídico y psicosocial así como derivación al 112 en caso oportuno.

En Guia de actuación frente a la violencia machista desarrollada por el Ministerio de Igualdad podemos encontrar cómo debemos actuar si somos víctimas de este tipo de violencia y/o hemos sido testigos de la misma.

En la  prevención de la violencia machista, como problema de salud pública que es, debemos colocar las políticas de igualdad en el eje central de cualquier política, ya sea  social, educativa, sanitaria, económica y/o cultural.

En España la Estrategia Estatal para combatir las violencias machistas 2022-2025 supone un nuevo instrumento de planificación y ordenación de actuaciones en el ámbito de las políticas públicas para la prevención, detección, erradicación,  y reparación de todas las violencias contra todas las mujeres. Pues el machismo no es sólo una cuestión ni privada ni femenina, y debemos implicar a toda la sociedad para concienciar sobre la importancia vital de la educación en la prevención mediante el fomento de los buenos tratos, la práctica de relaciones sin violencia, el cambio en patrones sociales y culturales machistas (permitiendo socialmente las nuevas feminidades y masculinidades), eliminando prejuicios, mitos y estereotipos de género y construyendo socialmente una igualdad real

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