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50 aniversario de las relaciones cubanas – argentinas

Lois Pérez Leira
Lois Pérez Leira
Coordinador Estatal de la Campaña por un 2016 sin Bloqueo a Cuba
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análisis

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Después de la muerte del Che en Bolivia, en la Argentina se fueron desarrollando distintas luchas contra la dictadura del General Juan Carlos Onganía, que había dado un golpe de Estado en 1966.

El gobierno militar contaba con el apoyo de la derecha peronista sindical, especialmente del Vandorismo. El mismo sector que había hecho fracasar la primera intentona de retorno de Perón, con la ayuda económica de Cuba, a través del Che. La influencia de la revolución cubana y las ideas insurreccionales del Che, había calado profundamente entre los jóvenes, que deciden tomar las armas e inician la vía  de la rebeldía activa, para la toma del poder. Tanto las nacientes organizaciones revolucionarias  peronistas, como las marxistas, se sienten influenciados por su pensamiento. Se daban  las condiciones objetivas y subjetivas para un proceso transformador, donde se combinaban las acciones armadas, con la movilización de las masas. Surgían dirigentes clasistas en el movimiento obrero a través de la CGT de los Argentinos dirigida por Ongaro. Nacían corrientes sindicales marxistas, lideradas por Agustín Tosco.  También tenían su influencia las vinculadas con el Partido Comunista argentino, a través del Movimiento de Unidad Sindical (MUS). El Cordobazo  del 29 de mayo de 1969, fue el primer detonante que hizo tambalear a la dictadura. Luego se producen otros grandes movimientos como el Rosariazo, las movilizaciones de las Marchas contra el Hambre, la creación del Movimiento Nacional de los Argentinos (ENA), las marchas de la Coordinadora de las Juventudes Políticas, etc. En 1971 el desarrollo del ERP- PRT -de origen guevarista- se había convertido en una organización con gran importancia, tanto militar como política. Mientras que  Montoneros, en muy poco tiempo, se  transforma en la organización armada, que arrastra detrás de sus banderas, a la mayoría de la juventud argentina, que lucha por el retorno de Perón y la Patria Socialista.

El gobierno del último presidente militar, el General Lanusse, comienza a preparar una salida a la crisis.  Mientras los partidos institucionales del sistema, empiezan a negociar la transición con los militares. El conjunto de estas luchas permiten que el General Juan Domingo Perón pueda regresar a la Argentina y se convoquen las elecciones generales  de  1973. El triunfo del peronismo a través del  Frente Justicialista de Liberación, cuyo candidato fue  el peronista Héctor Campora, generó una “primavera política” en la Argentina, nunca vista. El mundo avanzaba hacia la liberación de los pueblos. Hacía poco tiempo que había triunfado en Chile la Unidad Popular presidida por Salvador Allende. Los EEUU habían sido derrotados en Vietnam y en toda indochina.

Unos meses antes del traspaso del gobierno, una comisión entre  las autoridades que abandonaban el poder y el Partido Justicialista, negocian aspectos de la transición política. Entre los puntos que se acuerdan, están las vinculadas con las relaciones diplomáticas y las invitaciones que se realizarían, para la asunción del nuevo gobierno. La Argentina había roto sus relaciones con Cuba en 1961, durante el gobierno Arturo Frondizi. En una entrevista que le realiza el destacado periodista argentino Isidoro Gilbert a Emilio Aragonés en Cuba,  este le relata aspectos desconocidos sobre aquellos acontecimientos que narramos:

Cuando nos reunimos con Gelbard en el Plaza Hotel, nos informamos mejor sobre los créditos a Chile. Llevamos el tema a Cuba y le contamos a Fidel esas propuestas de Gelbard. Podemos pedirle lo que Lanusse le otorgó a Allende, le dije, y  acepto.”

presente en la transmisión presidencial, Fidel me llamó a mí, que era el miembro del Buró Político que tenía relaciones directas con Perón. Al General yo lo visitaba con cierta frecuencia en Madrid; antes lo hizo Osmany Cienfuegos, en vida de John Wuilliam Cooke. Fidel me pidió que encabezará la delegación a los fastos, pero yo estimé que debían ir Raúl (Castro) y Osvaldo (Dorticós Torrado). Antes de viajar discutimos qué propuestas podíamos llevar al nuevo gobierno. Dorticós no creía posible ningún convenio él  pensaba en nuestro azúcar, y como la Argentina lo producía, no  veía otro camino. Pero en Buenos Aires me informe de los créditos que el gobierno del General Lanusse le había otorgado a Salvador Allende. Eran  de bajo interés.

Cuando José Ber Gerlbard es nombrado Ministro de Economía,  que paradójicamente era un afiliado del Partido Comunista Argentino, cumplió la promesa que le realizó al gobierno cubano, otorgándole el crédito prometido. Nos sigue comentando Aragonés en la mencionada entrevista realizada por Gilbert: “Él me invitó a que pidiéramos 200 millones de dólares con las mismas condiciones que se le otorgó a Chile, con pago a largo plazo y bajo interés. Entonces los dos fuimos a Gaspar Campos, donde vivía Perón (en Vicente López). Nos recibe Isabel y estaba de visita José López Rega. Allí Perón comenta molesto: “López Rega no se separa de mi hace 26 años”. Hablamos con el General sobre el crédito por 300 millones de dólares y allí comenzó un proceso inesperado: el viejo líder y el ministro aumentaron la oferta monetaria una y otra vez, hasta llegar a 1.600 millones de dólares, aunque más tarde el convenio refrendado con Vignes (Alberto, entonces canciller argentino) fue de 1.200 millones de dólares”.

Isidoro Gilbert señala: Ese era el monto para 6 años, es decir, a razón de 200 millones de dólares anuales, para la compra de automóviles, camiones, tractores, maquinaria agrícola y otros productos”.

Emilio Aragonés termina relatando este histórico acontecimiento señalando: “Así fue la historia del crédito que elaboramos con Gelbard y el respaldo de Perón. El General más tarde, dispuso ordenar a las multinacionales que nos vendieran los vehículos que comprábamos con el crédito. Como había presión norteamericana, Perón hizo comprar por el Estado vehículos de diferentes marcas, para doblegar a las de origen norteamericano” La actitud de Perón y su gobierno, significó la primera importante ruptura del bloqueo norteamericano contra Cuba, desde su implantación en 1961.

Las relaciones iniciadas entre la conducción de la revolución Cubana, alentadas por Fidel Castro  e implementadas por Ernesto Guevara con el General Perón y el movimiento peronista, dieron sus frutos cuando el peronismo volvió a  gobernar en la Argentina, en 1973. Mucho hay que agradecerle a John William Cooke y Alicia Eguren por haber sido unos entusiastas promotores de esta alianza política. También es de destacar la labor de los representantes cubanos Jorge Serguera, Emilio Aragonés y Osmany Cienfuegos, que mantuvieron unas fluidas y estrechas relaciones con Perón en Madrid. Como así también los colaboradores de Perón en el exilio, Julio Gallego Soto y Valentín Luco.

El propio Aragonés en una entrevista que le realizan los periodistas  José Bodes, y José Andrés López, para el libro  Perón – Fidel, línea directa, señala:

“Cierta vez fui testigo de un incidente que me dio la medida de la opinión que tenía de nuestra política. Se estaba celebrando una reunión con varios colaboradores suyos y uno de ellos se manifestó preocupado por las consecuencias que podría tener el acercamiento con Cuba. A Perón no le gusto esa intervención y la refuto de una forma tan fuerte que solo faltó meter en agua caliente al autor de tamaño desatino. Yo confieso que me sentí apenado por lo ocurrido pero le agradecí mucho su respuesta a Perón (…) En otra ocasión, me dijo: ´Tengo que tener cuidado porque se me puede ir la mano en lo que pienso sobre ustedes y no debemos olvidar que nosotros no somos Cuba. La situación es distinta. Ustedes van pregonando a los cuatro vientos lo que piensan y nosotros debemos ser un poco más cuidadosos. Con respecto a la Tercera Posición, nuestro partido entendía perfectamente la política de Perón y nos importaba tres pepinos, así mismo puede escribirlo, lo que pudieran decir nuestros enemigos, ¿con quién podríamos tener choque? ¿Con los americanos? Que algunos amigos de Cuba criticaban a Perón y le reprochaban que no fuese un revolucionario, pero ese criterio fue evolucionando ante las nuevas circunstancias, al ver todo lo que Perón hacía por estrechar las relaciones con Cuba. A eso no se le puede poner un pero (…) Las relaciones con Perón no podían haber sido mejores, le repito, porque para ser mejores tendría que haberse convertido un país igual al otro y eso no es posible. Tal cosa no le cabe en la cabeza de nadie, ni era el propósito de ninguno de nosotros”.

En el transcurso de la llegada de la delegacion cubana a la argentina se produce un simpático acntecimneto, Cuba no tenía relaciones políticas con la argentina, por lo tanto  la delegación no era oficial, apesar de ello los diplomáticos en pocas horas resolvieron el problema burocrático para darle cierta formalidad a la invitación.

Un testimonio interesante que me envió por correo electrónico periodista cubano Jesús Cruz,  miembro de la delegación que viajo a Buenos Aires: Cruz había atendido al Che en su viaje a Paris como diplomático. “A las 72 horas de la asunción de Cámpora nos avisaron al Hotel Plaza que debíamos estar en la Casa Rosada sobre las 10 am para una reunión con el flamante Presidente. Roa estaba para la calle Florida comprando libros y el Presidente Dorticós acompañado por Emilio Aragonés, Ministro cubano de la Pesca que fue designado como embajador en Argentina, conocido por sus relaciones directas con Perón, acudieron a la entrevista.

Tuve la suerte de acompañarlos como responsable del equipo de periodistas cubanos que viajaron a Buenos Aires en aquella coyuntura. Entre ellos estaba el famoso cineasta Santiago Álvarez y otros compañeros del Instituto del Cine.

Al llegar a la Casa Rosada nos hicieron pasar a los salones del Presidente Cámpora pero a los periodistas los retuvieron en la planta baja.

Dorticós y Aragonés me pidieron que continuara localizando al canciller Raúl Roa. Por esta razón me instalé en un amplio salón cercano en donde había un teléfono. Al rato un edecán militar de Cámpora me solicitó cambiar de lugar pues estaba ocupando la silla que usaba Cámpora para sus reuniones.

Roa no apareció y momentos más tarde Cámpora abrió su despacho y con palabras emocionadas declaró que se restablecian las relaciones diplomáticas con Cuba, relaciones que siempre se mantuvieron de pueblo a pueblo.

Le expliqué a Cámpora que no estaban los periodistas cubanos pues se encontraban en la planta baja.

Cámpora afirmó; Bueno, que vengan y repetiré el discurso.

Cuando los periodistas llegaron Cámpora les habló pero ya sus palabras eran menos emotivas y se perdieron aquellas primeras pronunciadas con mucho calor.”

Ese momento me lleva al recuerdo del singular gesto del Presidente Juan D. Perón cuando a principios del 74 le dió a Cuba un crédito revolvente de dos mil millones de dólares de aquella época ( hoy serían unos 20,000 millones de dólares). Perón le declaró al Embajador Emilio Aragonés que era un gesto » de pueblo a pueblo».

Por estas razones creo firmemente que es necesario y urgente trabajar en favor de la integración de nuestros pueblos. Es tarea muy especial para las nuevas generaciones de revolucionarios que luchan por la Patria Grande.

Durante el breve gobierno de Cámpora y posteriormente bajo la presidencia del General Perón, Aragonés profundiza las relaciones con la izquierda peronista, especialmente con Montoneros. Por aquel entonces esta organización político militar, que pedía la Patria Socialista, era un movimiento de masas, que disputaba la hegemonía del proceso transformador, que se producía en este país. El líder de esta organización Mario Firmenich,  mantuvo un estrecho vínculo con el embajador de Cuba: “Conocí a Emilio Aragonés durante el gobierno de Perón, él tenía una importante simpatía por nuestra organización. Durante el breve tiempo de legalidad de  Montoneros, mantuvimos una entrañable relación política y personal. Aragonés continúo estas relaciones con nosotros, incluso cuando pasamos a la clandestinidad. Luego la continuamos, cuando muchos de nosotros nos exiliamos en Cuba. Emilio siempre fue una gran amigo de la Argentina y comprendió como nadie el fenómeno del peronismo”.

Con la muerte del General Perón, 1 de julio de 1974 comienza un proceso de derechización del gobierno que preside su mujer, Isabel Martínez.

El periodista Alberto Nadra que fue un protagonista activo de aquellos años, como dirigente de la Federación Juvenil Comunista, nos cuenta sus vivencias con  el Embajador Cubano: “Conocí a Emilio Aragonés en 1973, flamante embajador de Cuba en la Argentina, luego que el gobierno de Héctor Cámpora rompió el bloqueo comercial,  al que luego seguiría el impactante crédito argentino  de U$S 1.600 M, negociado por Emilio, el ministro José Gelbard y el propio Perón. El impacto de su leyenda era arrollador como su físico y permanente actitud.  Ese hombre que rompió con una familia tradicional de Cienfuegos, para incorporarse a las filas del Movimiento 26 de Julio y tomar la decisiva base naval de su Ciudad, luego de la Revolución estuvo entre los principales jefes de las FAR durante la invasión de Playa Girón. Su amistad con El Che, y su temeridad frente al peligro, la demostró cuando siendo secretario de Organización del PC viajó al Congo para acompañarlo en su momento más difícil, como decidió hacerlo en Bolivia, pero cayó enfermo en el momento de la partida. ¿Tuvo siempre el visto bueno de su organización o “forzó” las aprobaciones, con su tozuda voluntad, a la que era difícil oponerse? No lo sé. Lo años del peronismo, hasta la muerte de Perón y el masivo ataque del ministro de Isabel, López Rega, y la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) nos encontraron en mucha sintonía, pues mi participación desde la FJC en las Juventudes Políticas, y la alianza con la Juventud Peronista (JP) Regionales nos permitieron una respetuosa y fraternal relación, con diferencias menores ante su inquebrantable  decisión que mantuvo hasta el fin de hacer exactamente lo que pensaba, sin preocuparle demasiado el “protocolo” partidario, ni las opiniones en contrario. Tampoco el peligro, luego que el 15 de agosto de 1975, un comando paramilitar intentó asesinarlo.” El 13 de agosto de 1975 un comando integrado por agentes de la CIA   y militares del futuro Plan Cóndor  intentaron  asesinarlo.  Cuando se instauró el régimen militar en 1976, Emilio Aragonés ayudó a cientos de argentinos a escapar.  El 9 de agosto de 1976 dos  diplomáticos de la embajada cubana Jesús Cejas Arias  y Crescencio Galañena Hernández fueron secuestrados  en el marco de la Operación Cóndor. Los dos cubanos fueron llevados al centro Clandestino Automotores Orletti. Los funcionarios cubanos fueron interrogados bajo torturas sobre las actividades diplomáticas de Emilio Aragonés. Estos se negaron a revelar datos  y fueron asesinados. La militante de derechos humanos y periodista argentina Graciela Ramírez, que vive en Cuba desde 1994, nos relata cómo fue el secuestro de los dos cubanos que estaban destinados a la seguridad personal del Embajador: “La tarde del 9 de agosto de 1976 hizo mucho frío en Buenos Aires. Jesús y Crescencio se abrigaron antes de dejar la Embajada. Tenían que ir a cumplir funciones de seguridad a la residencia donde vivía Aragonés. Salieron caminando rumbo a la parada de colectivos. Iban por Virrey del Pino. Cuando llegaron al cruce con la calle Arribeños, un escuadrón de 40 militares se abalanzó sobre ellos. Bloquearon sus pasos con varios Ford Falcón. Los dos muchachos se defendieron con audacia y valentía, pero no pudieron contra tantos hombres. No los querían muertos, los querían vivos. Los secuestraron y los llevaron a Orletti, donde los torturaron salvajemente. Vinieron a torturarlos, especialmente, un agente de la CIA que pertenecía a la DINA de Pinochet, Michael Townley y otro agente de la CIA de origen cubano-americano, Guillermo Novo Sampol. Townley vino desde Chile; Novo Sampol, desde Miami.”

El propio Alberto Nadra protagonista en primera persona de aquellos acontecimientos, nos sigue relatando los difíciles momentos de aquellos días, bajo el terror del gobierno militar genocida de Videla. “Durante la dictadura, siendo yo Jefe de Redacción de la agencia Prensa Latina, me consta personalmente su papel en la salvación de muchos luchadores argentinos. En un caso concreto, el de mi amigo y compañero Ismael Salame, dirigente de la JP y Montoneros, sólo la negativa de “El Turco”, por motivos que no estoy autorizado a revelar,  impidió su salida y en definitiva su salvación, pues poco después, el 29 de septiembre de 1976, cayó combatiendo junto a otros cuatro compañeros (Alberto José Molinas Benuzzi, José Carlos Coronel, Ignacio José Bertrán y Victoria Walsh) en el llamado combate de Villa Luro sobre la calle Corro. Fue precisamente en dictadura que se produjeron lógicas diferencias políticas, yo obligadamente respetando la nefasta línea del que fue mi Partido hasta 1989, Emilio la polémica posición oficial respecto a la exportación de la revolución en el continente.  Sin embargo, durante Malvinas, fue Aragonés el encargado de transmitir la decisión de Fidel y su gobierno de apoyar el combate contra Inglaterra y la OTAN, incluso con acciones militares.” Durante aquellos años de terror la dictadura intentó hacer desaparecer también la figura del Che asesinando a 30 mil militantes del campo nacional y  popular. Mientras el Che se convertía en símbolo mundial por las causas justas, en su propio país era secuestrado bajo el olvido impuesto.

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