Un nuevo informe de Save the Children revela que 250.000 niños viven en áreas sitiadas de Siria entre bombardeos, ataques aéreos y bombas de barril. Los padres hablan del horror que supone vivir en estas zonas, no solo por el impacto psicológico en los niños, que viven aterrados por las bombas, sino también por las consecuencias directas de la falta de comida, medicinas y agua potable.

Para la elaboración del informe “Infancia bajo asedio”, que se hace público hoy, se ha entrevistado a más de 125 madres, padres y niños a través de 22 grupos focales. En todos los grupos entrevistados los niños afirmaron que vivían con miedo permanente a sufrir un ataque, y los padres y madres dijeron que la actitud de sus hijos había cambiado y se había vuelto más introvertida, agresiva o  estaban más deprimidos.

Estos testimonios presentan una imagen desoladora de la vida cotidiana en las ciudades sitiadas de Siria. Los médicos están operando a la luz de las velas, faltan medicinas y hay bebés enfermos que mueren en los puestos de control. Los niños se ven obligados a comer hojas hervidas y pienso para animales en su única comida diaria, y a veces los veterinarios y dentistas son los únicos profesionales médicos disponibles para tratar a las personas. Los docentes hablan de escuelas que se instalan en subterráneos para proteger al alumnado de las bombas y los francotiradores disparan a quienes intentan escapar.

«El miedo ha tomado el control. Ahora los niños esperan su turno para que los maten. Incluso las personas adultas ya solo esperan que alguien los mate«, dice Rihab*, una madre de la zona este de Guta.

Los ataques parecen haber empeorado en los últimos seis meses. Según información reciente se están lanzando más bombas de barril en las zonas sitiadas que en cualquier otra parte de Siria, una tendencia que se ha intensificado considerablemente en la segunda mitad de 2015. Entre los ataques se incluye el bombardeo de un parque infantil en Al-Wa’er el pasado mes de septiembre mientras un grupo de niños estaba jugando, así como ataques aéreos que, en tan solo dos semanas de diciembre, causaron la muerte a 29 niños en la zona este de Guta.

Hassan*, un padre de Deir Ezzor, afirma: «Durante el bombardeo los niños se fueron asustando cada vez más. Los míos estaban tan asustados… También vi a cuatro niños que fueron alcanzados por las bombas. Fue muy trágico. Ni siquiera podía mirar lo que estaba pasando. Algunos perdieron las extremidades».

Anas*, un muchacho de la zona este de Guta cuenta: «Los días son todos iguales —lo único nuevo que ocurre es cuando llega otro bombardeo—. Nos hemos adaptado [a vivir bajo el asedio], pero los bombardeos nos siguen asustando mucho y no logramos acostumbrarnos a ellos«.

Los grupos focales, que se llevaron a cabo este año en ocho zonas sitiadas, reflejan un panorama de terrible sufrimiento e injusticia. Además del temor constante a que se produzca un ataque, la investigación constató una carencia generalizada de comida, agua potable, medicamentos y atención médica, que tiene consecuencias mortales. En los grupos focales se observó que:

  • En todos los grupos focales de adultos excepto en uno (16 de un total de 17) se informó de niños que habían muerto por falta de medicamentos o de acceso a atención médica.
  • En todos los grupos las personas entrevistadas dijeron que habían tenido que reducir el número de comidas por día al menos a la mitad.
  • En cuatro grupos las personas afirmaron que habían muerto niños por desnutrición y causas relacionadas con el hambre.

A pesar de que desde 2014 el Consejo de Seguridad de la ONU ha aprobado seis resoluciones pidiendo el libre acceso a la asistencia humanitaria en Siria —una resolución cada cuatro meses—, el número de personas que viven en zonas sitiadas ha aumentado más del doble en el último año. Los recientes esfuerzos para hacer llegar ayuda a algunas de las zonas más castigadas son bien recibidos, pero no se ha logrado suministrar más que una mínima parte de lo que se necesita. Sigue sin permitirse transportar en los convoyes algunos medicamentos esenciales, combustible y alimentos de alto valor nutricional, y continúa sin permitirse la salida de personas para recibir tratamiento médico. Mientras no se logre pleno acceso a la zona no es posible garantizar que la ayuda llegue a las personas que más lo necesitan.

“Los niños están muriendo por falta de alimentos y medicinas en lugares de Siria que se encuentran a pocos kilómetros de almacenes en los que se amontona la ayuda. Los niños están pagando el precio de la inacción del mundo. Ya basta. Después de casi cinco años de conflicto en Siria es hora de acabar con los asedios», afirma Andrés Conde, Director general de Save the Children.

La principal responsabilidad del sufrimiento de los niños de Siria recae en las partes en conflicto. Save the Children les insta a que pongan fin a los asedios, a que permitan de modo inmediato el acceso permanente y sin restricciones a la ayuda humanitaria en todas las zonas y a que terminen los ataques contra escuelas, hospitales y otras infraestructuras civiles esenciales.

La comunidad internacional no ha logrado acabar con el sufrimiento de los niños asediados en Siria, debe hacer mucho más para que las partes implicadas rindan cuentas, se garantice el pleno y libre acceso de la ayuda humanitaria y se evite utilizar esta ayuda como moneda de cambio en las negociaciones políticas.

 

Nota de prensa – Save the Children España

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