En el diario de ayer incluí un párrafo del libro de Zygmunt Bauman Extraños llamando a la puerta. Hoy me ha escrito una mujer joven preguntándome si lo había leído. Le he respondido que claro. ¿Cómo voy a citar un libro que no he leído?
Entonces, me ha preguntado: “¿Qué estás leyendo ahora?”. Yo no sé cómo lee la gente. Yo leo a lo bestia. O sea, muchos libros a la vez que nunca sé si acabaré. A veces, años después, aparece en algún lugar un volumen al que le quedan por leer 40 páginas, no porque me aburriera o tomara una decisión consciente de dejarlo. Sencillamente, porque quedó debajo de alguna pila, y luego se trasladó a alguna estantería, y luego… Normalmente, cuando los encuentro, con esa ansiedad discreta que tienen los libros sin acabar de leer, me llevo una alegría.
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Recopilo de aquí y allá los libros que estoy leyendo ahora, y son estos:






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No sé cuántos acabaré o cuál de ellos aparecerá jadeando un día bajo cualquier montón de objetos domésticos. Sí sé que me salvan, y que el vértigo que me vacía al enfrentarme al propio vértigo retrocede ante ellos. No es lo mismo caer abrazada a un libro.
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Mañana, elijan uno cualquiera y apriétenlo contra el pecho.