viernes, 29marzo, 2024
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15M, de moda (I)

La murallas del Bienestar

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Si pudiera elegir un oficio imposible sería el de Observador. Quizá Sócrates tuviera razón y nacemos cada cual con una habilidad que, por modesta que sea, tiene su función. Yo observo. Y cuando los demás hablan, a veces yo por medio, sigo observando; saco más conclusiones de la evolución de una conversación que de su contenido. Nunca he servido para memorizar datos históricos, sin embargo: leo, leo, leo y se me van proponiendo explicaciones, estructuras, continuidades… quizá porque me interesa lo pragmático y la erudición siempre me pareció un medio, necesario, pero un instrumento para la vida. La vida de la cultura siempre me ha empujado contra la cultedad.

La esclerotización de Podemos, Más España (“et alia”) y de sus líderes tiene una doble lectura, por un lado la desilusión (sustituta del desencanto) provocada por la institucionalización de una fuerza calificada permanentemente como antisistema por sus antagonistas; al otro lado, el hecho incontrovertible de ser la única puerta de Gobierno para la izquierda desarbolada del socialismo español, sobreviviente más por su profesionalismo que por sus aportaciones ideológicas. La marea subía desde la calle, pareció que inundaría el Poder, se esperaban paraísos… y llegaron iglesias.

La crisis de 2008 fue (y es) sistémica. Lo escribí entonces y lo mantengo ahora, no fuimos los irrelevantes del progresismo naíf quienes afirmamos la necesidad de reformar el Capitalismo. En 2011 la sensación de derrumbe empujó a la gente a la calle porque el “No nos representan” quiso ser un rearme de la democracia, jamás una propuesta anarcoide de tipo revolucionaria. Las reuniones en “ágoras” improvisadas pretendían ser la voz de una ciudadanía que observaba incrédula cómo el poder político seguía debatiendo el sexo de los ángeles, mientras el caos atravesaba las murallas de la civilización del Bienestar, esto es: de la dignidad humana.

Yo asistí y desistí; un par de asambleas me hicieron comprobar la fragilidad de lo humano: el afán de protagonismo, la doctrina pseudoprogresista iniciada siempre con un vocativo “¡Compañero! ¡Compañera!”, el debate infinito y la falta de resolución a mí, con experiencias previas intentando coordinar organizaciones, me señalaron la deriva: muchos de los protagonistas entraron en la pugna personal por la representación, y de los muchos llamados pocos fueron los elegidos… diputados. La década transcurrida, fecha ya conmemorable, y la fingida caída de la izquierda en Madrid elevada a categoría por la victoria derechista, hace que, de repente, la expresión 15M vuelva a la palestra mediática.

En realidad, hablando de porcentajes, estos antisistema originados en aquellas asambleas, incluso escindidos, siguen teniendo una gran relevancia: obtienen uno de cada cuatro votos; de hecho, repito, en porcentaje de votos (no escaños), junto al PSOE igualan el apoyo recibido por el PP (sobre un 44%), cuya diferencia estadística al alza le viene por la derecha extrema con su 10% añadido.

Sin poner en duda la victoria indiscutible de la candidatura que casi llega a la mayoría absoluta, después del recuento de votos, ¿realmente está muerta la izquierda? La dimisión de sus líderes afianza esta imagen que he llamado fingida porque no es real y porque además, lógicamente, es aprovechada por el conservadurismo para consolidar su mensaje ganador. Los mapas de colorines para mostrar los escaños obtenidos, siempre que los leamos como una simplificación infantil para entender algunas cosas, son útiles; el problema es que, en esta sociedad sin pensamiento, sustituyen a los datos de la realidad; no es lo mismo un resumen que una síntesis, los docentes desesperamos explicándolo porque cada vez más aquél suple a ésta, y algo parecido está ocurriendo con una realidad política en la que, como en todo, la imagen sustituye al contenido; y yo no recelo tanto por la imposición de las “noticias falsas” como por la propagación de las medias verdades, que son medias mentiras más peligrosas que los embustes claros.

No es mi voluntad analizar estas elecciones, quiero llevarles a otro lado. Lo único que acabo de afirmar es que la división del voto político en esta capital española sigue respondiendo al más-menos 10% que da las victorias bien para la izquierda bien para la derecha, por lo cual ni la ciudadanía es tan tabernaria como dicen precipitadamente algunos, ni la milonga del cambio (que nunca llega) convence tanto como los que creemos en su necesidad querríamos.

La cuestión es que hemos afirmado que la década transcurrida desde el 15M de 2011 y una muy bien construida imagen de victoria de quienes reaccionaron firmemente contra aquel ansia de renovación, han traído un aluvión de artículos, libros y comentarios tertulianescos evocando aquella movilización ciudadana que, quizá, ha supuesto más cambios de los que querrían algunas pero que corre el riesgo de ser, si no lo ha sido ya, absorbida por, curiosamente, sus detractores.

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