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150 minutos a la semana

Óscar Iglesias Fernández
Óscar Iglesias Fernández
Profesor de Sociología de la UNED
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análisis

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¿Tienes más de dieciocho años y prácticas al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada, o al menos 75 minutos semanales de actividad física intensa? Enhorabuena, porque llegas al mínimo de actividad física recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aunque para obtener mayores beneficios para la salud, deberías llegar a 300 minutos semanales de actividad física moderada, o su equivalente.

Esta inocente pregunta en el párrafo anterior, a la que muchos hemos contestado repasando lo que hacemos en nuestra vida diaria y respondiendo alegremente que por supuesto, se enfrenta a la dura realidad de que a nivel mundial, uno de cada cuatro adultos no tiene un nivel suficiente de actividad física. Es decir, no llega a los 150 minutos semanales, ni contando el tiempo que se pone el chándal para estar en casa.

Y lo grave no acaba aquí, porque más del 80 por ciento de la población adolescente del mundo tampoco tiene un nivel suficiente de actividad física. Es decir, no realizan al menos 60 minutos diarios de actividad física moderada o intensa. Un 84 por ciento de las chicas. Y un 78 por ciento de los chicos.

Conclusión: existe un grave problema de salud que hay que combatir. Pero junto a él, viene de la mano un enorme coste económico. Según la OMS, en el ámbito mundial, se calcula que la inactividad física tiene un coste de 54.000 millones de dólares en atención de salud directa, de los que el 57 por ciento corresponde al sector público y 14.000 millones adicionales son atribuibles a la baja productividad.

Durante el Imperio Romano, Décimo Junio Juvenal, escribió en su Sátira X (línea 356) la famosa frase “Orandum est ut sit mens sana in corpore sano(Debemos orar por una mente sana en un cuerpo sano), que reflejaba la importancia que se daba a la formación intelectual, atlética y espiritual.

En la actualidad, el culto al cuerpo y a la imagen se ha convertido en uno de los elementos que caracterizan las sociedades modernas. La presión es constante, no sólo hacia los jóvenes sino hacia todos los grupos de edad. Pero esa presión, en lugar de fomentar la actividad física, que tiene grandes beneficios para la salud y la prevención de enfermedades, está derivando hacia dietas milagro, operaciones estéticas y otros inventos, que lejos de ser saludables están ocasionando riesgos graves para cada vez mayor número de población.

Es un clásico ver como cuando quedan pocos meses para el verano se incrementan de manera exponencial el número de personas que se apuntan a los gimnasios, con ofertas irresistibles que buscar la fidelización del usuario para todo el año a cambio de suculentas rebajas.

El resultado ya es conocido, se va durante un periodo corto de tiempo, y lo que parecía un buen precio se convierte en un gasto importante al pagar por ir todo el año, cuando solo has ido unas semanas. Siendo lo anterior importante, lo más grave es que la falta de actividad física es uno de los principales factores de riesgo de mortalidad a nivel mundial. Un riesgo en aumento ante unos modos de vida que tienden a potenciar el sedentarismo en el trabajo, en el hogar y en el ocio

Si estás pensando no ir al gimnasio, no moverte aunque sea de manera moderada, o que todo esto es una exageración, recuerda que las personas que no hacen suficiente ejercicio físico presentan un riesgo de mortalidad entre un 20 por ciento y un 30 por ciento superior al de aquellas que son lo suficientemente activas.

Por tanto, aumentar la actividad física se ha convertido en una política de Estado que debe estar presente en todas las decisiones, desde las urbanísticas y laborales hasta las de movilidad y educativas, con el fin de incorporar la actividad física en las rutinas cotidianas de toda la población, reducir el sedentarismo y promover la salud.

Mantenerse activo es crucial para la salud y para la sociedad. No se trata de convertir a todos los ciudadanos en deportistas profesionales, sino establecer objetivos de actividad física, y rutinas como subir escaleras, bajarse un par de paradas antes del autobús o metro para caminar un rato, fomentar un ocio no sedentario, que poco a poco cambiarán nuestros hábitos y aumentará nuestro bienestar.

En este sentido, el nuevo “Plan de acción mundial de la OMS sobre actividad física 2018-2030: Más personas activas para un mundo más sano”, es un gran avance, porque muestra posibles vías para reducir la inactividad física en adultos y adolescentes en un 15 por ciento para 2030, al recomendar un conjunto de 20 medidas que tienen por objeto crear sociedades más activas.

Hay que dar un paso, y otro, y otro, hacia la salud. Y hay que darlo ya.

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