13/1/2017. Nos parecemos ya más al represor

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“El problema es que muchos de ellos no sabían nadar”, dijo el entonces secretario de Seguridad del Gobierno de Mariano Rajoy, Francisco Martínez. En el vídeo de arriba se le puede oír.

Cada vez que oigo a este infame, tiemblo.

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Eran dos centenares de personas, hombres y mujeres jóvenes, valientes, esperanzados, que, tras un largo y penosísimo viaje, un viaje digno de constar en las grandes narraciones épicas, al fin llegaban a la orilla. Llegar a la orilla es una imagen que manejamos bien, que conocemos. Buscaban un mundo mejor. En realidad, solo buscaban trabajar, no pasar hambre, una idea de futuro.

Nosotros somos como ellos, queremos pensar. Como ellos, en teoría. Nosotros tenemos una orilla a la que llegar, por nuestros hijos, tras luchar mucho, queremos pensar. Eso hemos leído de nosotros mismos, ¿no? Que venimos de gestas, de viajes a Itaca, de sagas valerosas…

Ojalá nosotros fuéramos como ellos, capaces de arriesgarlo todo por tener una vida mejor, más digna, por escapar del dolor.

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No somos como ellos, lo lamento. Pero nosotros tampoco somos como LOS OTROS.

En la orilla les esperaba un ejército de hombres viles que los recibió a tiros. En el agua, les dispararon. En el agua, cuando por fin, después de tantísimo sufrimiento, camino, polvo y tormento, ya veían la orilla deseada. En el agua, donde el terror flota y se empeña en seguir flotando. En el agua, donde no se puede correr, nadie puede esconderse. Carajo, en el agua, ¡frente a la orilla!

No somos como ellos.

Ni como LOS OTROS.

Ni como los jefes de LOS OTROS, los que ordenaron disparar.

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Estos son los jefes de LOS OTROS, infames, desalmados, brutales, miserables:

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Jorge Fernández Díaz, entonces ministro de Interior, perteneciente a una secta religiosa.
Arsenio Fernández de Mesa, entonces director general de la Guardia Civil, de pasado falangista y ultraderecha.
Arsenio Fernández de Mesa, entonces director general de la Guardia Civil, de pasado falangista y ultraderecha.
Francisco Martínez, secretario de Seguridad.
Francisco Martínez, secretario de Seguridad.

Recordemos sus caras. Porque aquello que hicieron, lo hicieron en nuestro nombre. Mandaron disparar a seres humanos bravos, duros, hombres y mujeres valientes. Y luego lo argumentaron, ay, lo justificaron.

Pero hay más: Después de que lo argumentaran, se hizo el silencio. No salimos a las calles, no pedimos dimisiones, no gritamos, no volvimos a acordarnos.

Aparecieron flotando los cuerpos de 15 de ellos. Sin vida, después de toda su gesta, en la orilla.

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Y, sin embargo, aunque se empeñen en hacérnoslo creer, no somos como ellos, LOS OTROS. Pero nos representan, y actúan en nuestro nombre. Con el silencio y la mansedumbre permitimos que nos conviertan en miserables. Esa idea me tortura desde hace años. Nos han convertido en una panda de miserables, nos han envilecido, y les hemos dejado hacer. Nos parecemos más a Jorge Fernández Díaz, al personajillo aquel llamado Francisco Martínez, que a los hombres y mujeres que arriesgan su vida por un futuro, contra el hambre o el dolor. Nos parecemos ya más al represor que al reprimido.

Repitan en voz alta: Fernández Díaz, Fernández de Mesa, Martínez y yo.

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En ESTE ARTÍCULO, publicado por Jordi López Gil, se nombra al pequeñísimo puñado de personas que aquí sí siguieron preocupándose. Realizaron dos documentales (ahí, en el artículo, están): Tarajal: desmontando la impunidad en la frontera sur y Transformar el dolor en justicia.

Les doy las gracias.

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Mañana, más. Aquí mismo.

1 COMENTARIO

  1. Creo que aquí, en España, se cumple a raja tabla eso de que «cada pueblo tiene el gobierno que se merece» porque, entre otras cosas, también se cumple ese que dice: «no hay peor ciego, que el que no quiere ver» o, peor aún, » no hay peor ciego que el que ya vió la realidad y decidió cerrar los ojos de nuevo».
    Gracias Cristina por llamarnos por nuestro nombre.

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