“Bernie Sanders era un populista a la izquierda y Donald Trump es un populista a la derecha”. Oigo a Al Goodman ex corresponsal de CNN en España pronunciar esta frase en Las Mañanas de Cuatro.
***
En la pantalla, grupos de jóvenes de Nueva York gritan que Trump no les “representa”. “Sí se puede, sí se puede” corean por las calles de Manhattan. No parecen votantes de Hillary Clinton.
Siguiendo la lógica de los analistas políticos, ese “sí se puede” representa el populismo tanto como Mr. Trump. Y ahí, precisamente ahí, está la trampa.
***
Finalmente, quieren decir algo así como “antisistema”. Puede que tengan razón en el sentido de que hay un punto en el que se encuentran los votantes de Trump y los de Sanders. Son ciudadanos que han descubierto el engaño de unas instituciones cuyo discurso no sólo es falso, sino increíble.
Por mucho que te digan –y lo hacen todo el rato, aquí y allí– que la economía va bien y qué barbaridad la cantidad de puestos de trabajo creados, por mucho que lo repitan, si no te llega para pagarte tu comida no te lo vas a creer. Peor: vas a pensar que se trata definitivamente de una panda de cretinos incapaces de darse cuenta de lo que sucede. Es lo que tiene la mentira.
A ese punto de encuentro lo llaman “populismo”. Como si el error estuviera en los otros, y no en unas instituciones falsarias, exprimidas por la corrupción, incapaces de dar respuesta al dolor de la mayoría de la población, responsables del empobrecimiento radical y desaparición de lo que llamaron clases medias.
***
No puedo dejar de pensar en la película Los Otros. Ellos, que no saben que están muertos.
***
Mañana más. Aquí.
9/11/2016. La tensión sexual de los Obama
