Yo, libre

"La verdadera pregunta es si estamos dispuestos a asumir con valentía la libertad"

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NORMALMENTE la libertad está muy sobrevalorada; suele tomarse como un fin en si misma, una circunstancia ideal en la que las personas disfrutan de un estado de bienestar satisfactorio, sin tapujos, sin culpas y sin miedos. Desde ese punto de vista podríamos considerarla como una utopía, un horizonte que fija un rumbo y un destino para los que ansían cambiar su vida.

A esa idealización han contribuido mucho los estereotipos del cine y la literatura. Existen modelos culturales creados que son perseguidos por las personas con frustraciones como única ambición en la vida, entendiendo que si no llegan a alcanzarlos su vida carece de sentido. Tomemos como ejemplo «Cadena Perpetua» de Frank Darabont. Los lugares comunes, los clichés, suelen crear interpretaciones subjetivas restando objetividad a los valores éticos con los que fueron construidos. Una persona se identifica con ellos cuando no tiene una identidad bien formada.

En ese tipo de abstracciones suelen confundirse mucho las fronteras de la libertad, la felicidad y el bienestar. No obstante si la libertad no está bien entendida, si tenemos una confusión, es porque las personas tenemos una obsesión: la de preguntamos si somos o no libres. En realidad esa pregunta es innecesaria por completo. Las personas no debemos plantearnos si somos o no libres, puesto que ya lo somos. Así lo dijo Sartre. Somos libres desde nuestro nacimiento. Tenemos libertad de decisión, libertad ambulatoria y podemos llegar a ser librepensadores.

La verdadera pregunta es si estamos dispuestos a asumir con valentía nuestra libertad. Si somos lo suficientemente osados como para aceptarla y ejercerla según nuestras necesidades y deseos. La respuesta a esa segunda pregunta es más compleja porque entra el juego social y la responsabilidad.

Pero asumir nuestro verdadero estado es la única manera de tener nuestra identidad, la nuestra, a salvo y no vivir confundido en la aspiración de un estereotipo encontrado en una película o en un libro. En cierta forma preguntarnos si somos libres es una perdida de tiempo; saber si somos quienes debemos ser es la verdadera cuestión: si somos seres auténticos, emancipados, librepensadores y si proyectamos nuestra identidad.

Aspirar a la autorealización, que diría Aristóteles, es la mejor vía de evolución personal y la única posible para no confundirnos con los espejismos de nuestra cultura.

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