Año 2050 a.C. El antiguo imperio egipcio, en otro ejemplo de adelanto a su tiempo, comenzó a perfeccionar uno de los ámbitos en los que los países de todo el mundo siguen utilizando como maniobra y ganancia económica: el comercio. En algunas etapas del imperio más que en otras, lo cierto es que el antiguo Egipto fue una de las primeras grandes civilizaciones en exportar e importar productos a cambio de trueques, al mismo tiempo que la economía local comenzaba a echar a andar. Así, los mercaderes montaban los zocos; vendiendo productos artesanales y alimenticios que con el paso de los siglos se convertirían en uno de los oficios que a priori son en nuestra sociedad de los más denostados, a la par que antiguo: la venta ambulante.

Para recordar la antigua venta ambulante, habría que hacer referencia a aquellas personas que de casa en casa; de pueblo en pueblo; recorrían las calles agazapadas a sus productos. En las mejores, los burros serían buenos compañeros para cruzar travesías hasta que poco a poco; aquella venta que los más antiguos lectores recordarán, fue derivando en los puestos del mercadillo que hoy en día reconoceremos.

Cualquier ciudad del mundo cuenta con varios mercadillos. Al menos, estos ojos han visto algunos fuera y dentro de España y es que, esta práctica de escasa cualificación presenta beneficios. Ni pensar en altas esferas, ni en grandes lujos, pero en la situación en la que nos encontramos, el mercadillo continúa siendo una salida factible para la compra y venta de productos variopintos a precios de ganga. Jerseys, blazers, camisas, vestidos, perfumes, zapatos, complementos, telas o frutas están ahí, a partir de precios tan básicos, tan lógicos, tan dispares a las famosas tiendas de cualquier ciudad, tan cercanos en calidad a muchas de ellas… Realmente el mercadillo sigue siendo desde el antiguo imperio egipcio un lugar factible donde acceder a cualquier elemento. Esos precios tan cercanos, con tan poco margen de beneficio tienen un notable riesgo, ¿no lo sabían?

Muchas ciudades del panorama nacional han preferido evitar la labor del cobro y la gestión de los espacios habilitados, dejando esta tarea a asociaciones de comerciantes, creadas para este menester. Son ellas mismas quienes tramitan en lugar del Ayuntamiento las parcelas, quienes expiden las licencias de venta ambulante y quienes exigen el impuesto municipal, que oscila en los 0,54 euros por metro cuadrado y día. Teniendo en cuenta que los puestos tienen una media de diez metros cuadrados y que los mercadillos se montan una vez a la semana, es decir, a lo largo de cincuenta y dos días, el pago anual que está obligado a realizar cada vendedor es de 280 euros, aproximadamente. En el caso de que los mercadillos se monten los sábados y los domingos, como ocurre en el Charco de la Pava (Sevilla), la tarifa es de 120 euros cada trimestre. Esto es: 480 euros al año. Súmenle esto por cada día de la semana, por cada jornada laboral, por cada puesto, súmenle los días que llueva, o sean festivos, o haya enfermedad del vendedor. Los impuestos siguen siendo los mismos, por lo que las cifras marean, por un lado y por otro.

Las entidades de comerciantes a su vez tramitan las ganancias hacia las arcas municipales a priori. A partir de ahí, estas empresas utilizan la mirada extraviada de los gobiernos municipales para interponer normas en las plazas donde establecen su labor de cobro y gestión. Normativas como la de la hora de llegada y salida de los vendedores: “Comenzará a las siete de la mañana y terminará a partir de las tres de la tarde. No podrá salir del mercadillo ningún vendedor si no es debido a una urgencia”, circulares que puesto a puesto se entregaron en Parque Alcosa (Sevilla); sin sello municipal, las circulares sirven para anunciar al vendedor de lo que está por llegar: “Prohibido vender con mantas en el suelo”, rezaba también, en clara alusión al top manta, cuyos vendedores no gozan de licencias, so pena de un abono “voluntarioso”.

Fue curioso leer detenidamente aquella circular hace unos días, prima cercana a la que envían año tras año, cuando las campanas y los turrones se acercan y las ventas suben como la espuma. Desconozco si en el antiguo Egipto las ventas con las fechas que están por venir subían; probablemente no, aunque si tenemos en cuenta lo adelantada que era aquella civilización, al menos los impuestos los llevaría al día el personal cualificado, sin mirar más allá de su puesto de trabajo. Nos ganaban por goleada en la gestión. Asociaciones que cobran y regulan un impuesto municipal. Que le pregunten a los faraones a dónde iban a parar sus ganancias cuando las dejaban en manos de quien no debían.

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