Parece que una vez pasados los estivales meses de Julio y Agosto sus señorías se muestran de nuevo bríos en la continuación del teatro del posicionamiento táctico que previo a la celebración de las terceras elecciones generales en nuestro país parece haberse convertido el Congreso de los Diputados. Sólo así , tiene encaje la celebración del debate de investidura al que Mariano Rajoy se enfrentará el próximo 30 de Agosto más con el deseo de continuar en su estratégica política de presión al PSOE y de preparación de los comicios de Diciembre que de un verdadero afán por ser elegido presidente de un ejecutivo con las manos maniatadas por un congreso en donde el PP esta lejos de tener la mayoría que disfruto en las pasadas elecciones, esa que le permitió llevar a cabo una política legislativa excluyente en los consensos y radical en los postulados conservadores de nuestro país que hizo su programa máximo en materia económica, de reforma laboral o educación , algo que hoy parece haber calado en la compleja búsqueda de acuerdos entre el resto de fuerzas políticas.

No obstante, si algo tiene claro el presidente Rajoy a estas alturas es que la celebración de unas terceras elecciones no vendrían más que a desgastar a Ciudadanos, a la postre el único partido que le resta votos en su espacio electoral en el campo de juego político. Sería así la caída del partido de Rivera el transvase perfecto de votos que llegarían al PP en las más que probables terceras elecciones generales que se celebrarían en nuestro país en un año y que auparían al PP a una mayor consolidación de su posicionamiento como primer partido en votos y escaños en nuestro país.

De esta forma, y en este batiburrillo constante de posicionamientos, de idas y venidas de unos y otros lo que parece claro ya es que los partidos emergentes se hunden ante el desgaste de la pérdida de ilusión de un electorado que tal vez se siente traicionado ante las expectativas depositadas en ciudadanos y podemos como partidos “del cambio” frente al “Bipartidismo”, hoy más vivo que nunca y tal vez más útil para la ciudadanía que los experimentos partidistas de nuevo cuño que han hecho para muchos hacer del dicho popular “ más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” un mantra en cuando al reposicionamiento del voto que parece haber calado en el electorado de una España Hastiada.

No por menos, parece que un elemento común en gran parte del seno de los partidos políticos hoy es el de la mediocridad , esa que puede ser acompañada con título ilustre académico y sin el mismo, no por menos esa mediocridad a la que me refiero esta conformada en muchas ocasiones por aquellas personas – con carrera o sin ella – que llegan al caladero político de los partidos con la búsqueda más de un modo de vida permanente en el tiempo, que por el deseo de transformación de la realidad social, económica y política de un país . Lejos de la política quedan ya hoy en la mayoría de las ocasiones así los hombres y mujeres de estado, de consensos y luces largas capaces de transformar un país y prepararlo para el cambio necesario al que España y el mundo se enfrenta desde ya en esta cuarta revolución tecnológica que revolucionará nuestro modo productivo y de vida. Estos, los hombres y mujeres que hoy necesita España parece que están más fuera que dentro de la mediocre partidocracia compartida por unas u otras capas de los partidos políticos de hoy, esas que son capaces no sólo de extenderse como una metástasis por el cuerpo político nacional sino al mismo tiempo capaces de expulsar del seno de los partidos a quienes deberían ocupar espacios por el bien de la ciudadanía de una España raquítica que ha sustituido los liderazgos útiles y de estado por el pantojismo populista y el interés partidista de unos y otros en hojas de ruta que responden primero a los interés de quienes quieren seguir en la “poltrona” del poder en vez del bien común de quienes hoy sufren de la incapacidad política de la España amarillista.

En definitiva, tres a mi juicio serían las medidas necesarias para empezar a combatir la mediocridad de la partidocracia de la España del Siglo XXI: En primer lugar la puesta en marcha de una reforma de la ley electoral que permitiese una mayor correlación entre votos y escaños evitando la diferenciación del elector/a por el territorio, asegurando eso sí un mínimo de diputados/as por circunscripción en pos de la representación global del territorio, En Segundo lugar la puesta en marcha dentro de esta reforma de la celebración de la segunda vuelta en las elecciones generales evitando el bloqueo de las minorías y nacionalismos sobre los necesarios acuerdos de gobierno y en tercer lugar la reforma de la ley de partidos tanto en las formulas de financiación , como en transparencia y limitación de mandatos, impulsando un tiempo máximo de permanencia en determinados puestos políticos , así como la vinculación de los diputados/as a su renovación por circunscripción electoral en procesos de listas abiertas con participación ciudadana en su elección y la generación de un marco lo suficientemente atractivo de desarrollo para la atracción de la vida pública de las personas con mayor capacidad de liderazgo y transformación en positivo del país. Medidas en definitiva que podrían venir a redirigir la vida pública de un país en donde emergentes y permanentes, nuevos y viejos, multipartidistas y bipartidistas, naranjas y morados, colorados y azules deben ser capaces de entender que lo que hoy se juega en la Carrera de San Jerónimo es mucho más que la permanencia de unos y otros en el precioso sillón del Congreso de los Diputados.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre