[INTRO: No hace mucho, un artículo mío titulado La estafa bilingüe se convirtió en viral, recorrió España, algo de América y apareció en multitud de periódicos, radios, televisiones, blogs, foros, etc., echen un ojo por ahí… Sorprendido por la repercusión, he decidido trasladar la fórmula a todos los ámbitos de la práctica educativa. O se afronta este problema: o no hay solución. Con esta finalidad constructiva nace la serie]

[SEGUE]

10. HORARIOS

 En un centro educativo hay montones de horas de clase que no sirven para nada, habría que devolver horario a las materias importantes y no encerrarse en duraciones específicas y obligatorias; a veces dos horas de materia, con los oportunos descansos, son muy útiles, y depende del tramo de la mañana y hasta del clima… Es verdad que tiene que haber alguna optativa, pero sería más importante integrar en los horarios de los estudiantes horas de consulta y trabajo para consolidar lo aprendido realmente básico, convertir el Centro de Estudios en un lugar de indagación, lectura, reuniones con los profesionales (fuera del contexto de una clase magistral) que permitan exigir personalmente el rendimiento adecuado, personalmente, con la cercanía de rostro a rostro, porque el aula (fundamental) altera las relaciones personales y al díscolo le resulta más fácil disolverse y a la interesada no siempre se le puede atender.

Un colegio requerirá una organización más cerrada, más centrada en la guía del docente a cargo de la chiquillería, pero un instituto no puede ser un sitio clausurado en todos los sentidos en el que el alumnado entra como las ratas a probar dónde dan el queso o la descarga; a partir de una edad consensuada y marcada por la Ley se debe poder salir y entrar libremente bajo la responsabilidad de las familias, no tiene sentido que una muchacha de 14 años pueda ir al cine sola en su vida privada y si sale de un instituto y le cae un meteorito la culpa sea de la profesora de Física; ya sé que la Ley lo prevé así por la cesión de la tutela, etc., lo que digo es que hay que cambiarla y devolver la responsabilidad a las familias, una vez que el Centro constate oficialmente que el discente no está donde le corresponde en su tramo horario y alguien se encargue de comunicarlo ipso facto: hay que asumir la Educación y la responsabilidad, porque eso trae la Autoridad Académica al profesorado y ya hemos defendido que esto es fundamental. Además, eso devolvería el ambiente de estudio a los centros minando esta opresión cada vez menos camuflada que quienes diseñan la libertad han introducido con legalismos infructuosos.

Los pasillos de un Centro de Estudios deberían ser un lugar relativamente silencioso, por aquello de que hay actividad en las aulas, pero el trasiego del alumnado a todas horas debería ser lo normal, no ociosos, sino yendo a hacer cosas vinculadas a las Enseñanzas que reciben: la cafetería y la biblioteca deben volver a tener ese papel educador que tuvieron. Cuando un profesor falta se adquiere más formación en esos lugares que encerrados en un aula con alguien que no conoces y no te va a impartir nada; las bibliotecas atendidas por un cuerpo de profesionales y con acceso óptimo a internet deberían ser la norma (otro campo para invertir y dar trabajo, junto con los Servicios Sociales). Es muy cómodo recluir, sancionar y, en el fondo, eludir la responsabilidad de enseñar bajo la cómoda justificación de la indisciplina del alumnado: la indisciplina es el síntoma del fracaso de un sistema de enseñanza, no su causa lineal; nada de lo humano es simple.

El alumnado, y con razón, percibe los Centros de Enseñanzas Medias como unas semicárceles en las que el aburrimiento, el autoritarismo ramplón y la inutilidad de las enseñanzas son lo cotidiano. Itero: ésta es la realidad, si se quiere reparar este Sistema herido, tapemos este boquete. Pero hay que ofertar algo, no pedir chavalería estándar y ahormada a nuestra comodidad.

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11.ORGANIZACIÓN

Tal y como está planteada, la optatividad en el diseño del currículum es inútil, no tiene ningún sentido tener materias con una hora semanal que, cuando coinciden con un día de fiesta, desaparecen durante medio mes del horizonte del aula; hay que hacer una optatividad de verdad, vinculada al acceso a otros estudios o a la Universidad; la entrada en esta última debería estar más fijada al currículum que a las notas y lo digo por experiencia, estamos perdiendo profesionales del máximo nivel en la Facultades de Medicina, por ejemplo, porque sobre 10+4 puntos en vez de 13’7 tienen 13’6, es absurdo y una pérdida irremplazable para la sociedad y una frustración personal desesperante, después de tanto esfuerzo, gente de matrícula de honor… despreciada. El alumnado debe fabricar poco a poco su currículum y después se debe cribar con la exigencia de trabajo y madurez, que cada cual forme su futuro, con la guía y el asesoramiento académico del Sistema Educativo.

Ahora mismo todo se organiza por un criterio economicista y de colocación de las plantillas: un Departamento Didáctico no puede ofertar optativas sin un número de alumnos que la cojan o si al personal del mismo no le sobran horas para completar sus obligaciones; por tanto la optatividad está más vinculada ahora al personal con reducción horaria (edad, cargos directivos…) que a los intereses de los educandos, con lo cual es más un recurso de personal que una opción educativa.

No hay que tener miedo a esa optatividad real, siempre que se oferte un núcleo duro común que garantice una formación igualitaria en todos los tramos; no hay que tener miedo a los grupos reducidos, hay que invertir EUROS en el futuro de verdad y no con Leyes estúpidas llenas de pseudopedagogía que nadie va a cumplir; y no hay que tener miedo a la evaluación del profesorado, porque no hay evaluación más exacta para los Departamentos que el nivel de aceptación de sus enseñanzas por parte de sus discentes, esto nos obligaría a dar resultados verdaderos y no una mera clasificación por notas que muchas veces termina resolviéndose en función de si debe dar un título o no o la psicopatía del evaluador.

Ahora mismo, cualquier evaluación del profesorado es una distorsión de la realidad porque se nos exige algo que casi nadie hace en sus clases, ésta es la raíz del miedo cerval a una Inspección Educativa absolutamente inútil porque habla y pide lo que no ocurre en las aulas, esta cesura entre la Administración y el profesorado es la sima por la que se hunde todo intento de imponer una Ley Orgánica, no puede haber consenso real sin la participación de las partes implicadas y esa grieta en el terreno educativo cada vez es más ancha y profunda. Volveremos a ella.

La autonomía real de los centros tiene que ver con esto, no con largar responsabilidades en vertical descendente para quitárselas de encima el político de turno. En España (y ésta es una necesaria reforma general) el poder se ejerce derivando responsabilidades hacia abajo, y debe ser justo al revés: el responsable debe responder por quienes están debajo suya, su oficio consiste en conseguir que todos hagan lo que deben. Autonomía es que los centros puedan disponer de plantillas y recursos para diseñar un currículo propio dentro de lo que la Normativa permita, lo demás es silencio.

[SEGUE]

 

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