Salvador

Reducido y en un rincón, en posición fetal, se guarda la cara poniendo brazos y manos de parapeto, pero le da igual porque las patadas van directamente al bazo.  

Ayman, nunca ha tenido fortuna, salvo de nombre. Ni suerte. Siempre decía que había nacido en el continente equivocado, con un color de piel equivocado, y en el tiempo equivocado. Huido de los paramilitares de Boko Haram, había atravesado, Níger, el desierto en Argelia, y la cordillera del Atlas en Marruecos hasta llegar a Melilla. Se había subido tres veces en otras tres cochambrosas embarcaciones con exceso de aforo. Le habían devuelto a Marruecos en dos ocasiones y le habían pegado palizas otras tantas. Todo para llegar a la tierra prometida, esa tierra rica y hospitalaria de la televisión y que sin embargo era un territorio tan hostil, que muchas veces pensaba que no había merecido la pena.  

Cuatro largos años de penurias le había costado atravesar el estrecho y muchos euros estrujados por las mafias de la droga. Sin embargo, todo parecía haberse acabado cuando, por casualidad, llegó a Valdorros. Allí, Tomás necesitaba un pastor desde hacía más de ocho meses. Ayman sabía de animales. Contactó con el ganadero en el campo, junto a las ovejas, por casualidad. El destino le hizo un guiño; una cordera se había quedado atascada en el fango del arroyo y Tomás ya no tenía fuerzas para auxiliarla. El africano aprovechó el envite del destino y sacó al animal del aprieto. Se pusieron a charlar, una cosa llevó a la otra y acabó contratado como pastor.

Durante un lustro, Ayman (Salvador porque el otro no es nombre cristiano) había servido a la comunidad que le había acogido no sin reparos. Por esa zona nunca se había visto a una persona de raza negra y los más viejos lo miraron primero con extrañeza, luego con descaro, para acabar aceptándolo como uno más.

Pero el destino es torticero y miserable. Y los pobres y los “raros”, nunca tienen suerte. La hija del panadero quiso encapricharse del raro y el raro de la hija del panadero. Y Salvador, al que todos recurrían, (y él respondía siempre sin reparos y gratuitamente), cuando necesitaban cargar sacos para el molino, o cuando había que sacar patatas, o para cargar la basura de la cuadra o si había que hacer masa mientras retejaban el corral, o, en invierno, cuando había que cargar leña en el monte, dejó de ser, de la noche a la mañana Salvador, para convertirse en el “puto negro ese” que viene a quitarnos las mozas.  

Este es el primer aviso. Las patadas ya no mellan su cuerpo, pero si su alma. Sólo quiere salir huyendo, pero no le dejan levantarse.

Tres costillas rotas y el bazo reventado son suficientes para entender el mensaje.

Al salir del hospital, nunca más volverán a ver a Salvador por esos campos de Castilla.

 


 

Una persona normal

Pertenezco a una generación a la que le han engañado con casi todo. Cuando tuve edad de ir a la escuela, ya no había leche en polvo del Plan Marshall. Muerto de miedo durante la niñez y rezando todas las noches para que Franco no se muriera nunca porque, a su muerte, la guerra era segura, resulta que la palmó y no sólo no hubo guerra sino que a mi padre le septuplicaron el sueldo en cinco años y pudimos hablar sin temor a ser detenido. Carrillo y La Pasionaria eran el mismo Belcebú reencarnado y cuando legalizaron el PCE en el 77, iban a arder todas las iglesias y se iba a acabar con el catolicismo de España. Hoy, a punto de cumplir cuarenta años de ese suceso, los ministros hablan con estatuas de escayola, las condecoran y se encomiendan a ellas para que se acabe el paro o para que España vuelva a ser una y grade. Sólo nos falta el palio. Felipe González nos iba a sacar de la OTAN, iba a crear 800.000 puestos de trabajo e iba a modernizar España y resulta que de entrada NO, de salida tampoco, el paro aumentó en más de 2.000.000 de trabajadores, se cargó todo el tejido industrial del estado y la modernidad consistió en dejar el arado o la cadena de la fábrica para ser camareros. El PP llamaba al PSOE Corrupsoe y ellos eran la honradez personificada y ya vemos dónde está su honradez en los más de mil casos (aislados según ellos) de corrupción a lo largo y ancho del estado.

Quizá por todo esto creo en PODEMOS. Quizá por todo esto estoy tan harto, que sólo puedo luchar para que los míos tengan un futuro sin engaños, sin miserias y sin explotadores. Quizá por todo esto, a pesar de mi edad, soy un joven soñador y quizá un iluso.

Soy una persona normal como los otros cinco millones, cuarenta y nueve mil setecientos treinta y tres personas que votaron a UP y confluencias

Me considero una persona normal. Trabajo, leo, voy al cine, paseo, hago la compra, paso tiempo con los míos, escribo, cocino, me ducho, me acuesto, me levanto, si puedo ayudar a quién me lo pide, lo hago, tengo amigos que votan al PP, amigos que votan al PSOE, amigos de Podemos, amigos que van a misa, amigos que no, amigos que creen en dios, amigos que no, tengo vecinos, una vivienda habitual y una casa en el pueblo, me gustan los animales (preferiblemente en su estado natural), no creo estar en posesión de ninguna verdad absoluta y tengo mis fobias como todo hijo de vecino. Soy una persona normal como los otros cinco millones, cuarenta y nueve mil setecientos treinta y tres personas que votaron a UP y confluencias.

Una persona normal, ni mejor ni peor que los Carlos Alsina, Antonio García Ferreras, Pepa Bueno, Mariela Rubio, Elena Gijón, Ester Palomera o José Ramón Alonso de turno. Sin embargo, se empeñan en calificarme como antisistema, radical, perroflauta y peligroso para España y para la sociedad. Es lo que dicen, lo que callan y lo que dan a entender de mí, todos estos tipos y tipas.

Lo peor de todo, no es que esta gente me insulte, que me da igual, sino que con sus medias verdades, con sus ocultaciones, adoctrinan y ponen en mi contra a un montón de personas que ni me conocen y a las que ni siquiera les dan opción a dejar que lo hagan.

Hablaba en el puente con una amiga, en el pueblo, y me dejó bastante alucinado. Me decía que, en su entorno, en Baleares (y su entorno tiene lo que llamamos una educación alta porque son licenciados) sólo hay una persona con la que puede hablar de Podemos. Los demás, es oír la palabra y empezar una retahíla de insultos, de palabros soeces que lo hace imposible. El otro día, en el trabajo, a consecuencia de la posible medida de la alcaldía de Madrid de impedir circular coches por la contaminación, dos compañeros, empezaron a despotricar sobre Ahora Madrid sin conocimiento, y, uno de ellos, incluso se permitió la indecencia de llamar corrupta a Manuela Carmena (¡Corrupta, por dios!).Y lo más sorprendente, leo el otro día como una persona le echa la culpa a PODEMOS de la ley Mordaza (ignorancia, sí, pero no caso aislado).

Mienten y adoctrinan, con sus comentarios en los deformativos o en sus artículos como el aparecido el otro día en El Mundo en el que nos acusan de alentar la dinámica del odio, de ser revanchistas y de llevar a España a la situación del 36. Como si Franco no hubiera sido un golpista. Como si lo normal fuera truncar la legalidad cuando no les gusta porque somos imbéciles y no sabemos lo que nos conviene. Pero sobre todo es indecente porque, tras el insulto, lo segundo que dicen es que no respetamos a los que NO opinan como nosotros. Y eso lo dicen quiénes atoran, mangonean, adoctrinan, mienten, dicen medias verdades y camuflan opinión como información precisamente para impedir que otras personas nos vean como gente normal. Lo dicen quiénes si les pides explicaciones te bloquean (o sin pedírselas como le pasó el otro día a Rosa María Artal con Manu Marlasca en twitter). Ahí se ve su capacidad de escuchar a los demás, de aguantar críticas y su talante.

La doble moral de estos individuos es tan felona que no reparan en justificar que sus empresas tengan derecho a “presionar” para que el Gobierno sea de su gusto o acomodo, mientras niegan a las personas que, constitucionalmente, y con el derecho de ser ciudadano, se manifestaban en la calle mientras Rajoy era investido presidente. Su indecencia es de tal calibre, que usar la violencia y asesinar policías en Venezuela es calificado como “la Toma de Venezuela” (seguimos con la necesidad de truncar lo que no les conviene porque somos gilipollas), mientras que a manifestarse pacíficamente lo califican de escrache violento o de acoso violento.

engañan con “el bien de España”, tapando la corrupción a la que no le dan ni espacio, ni minutos

Pero lo más preocupante, lo que más me enciende y lo que más asco me da, es que engañan con “el bien de España”, tapando la corrupción a la que no le dan ni espacio, ni minutos. Eso sí, dedican decenas de artículos, horas de televisión, millares de palabras para mantener en el candelero que un muchacho comprara una casa hace tantos años que ni existía el 15M ni mucho menos PODEMOS. Una casa VPP (Vivienda de promoción pública) a la que accedieron otras veintitantas mil personas en otras promociones de VITRA (CCOO) (no sólo en Alcobendas, también en Valdebernardo (Madrid) o Rivas Vaciamadrid) apuntadas por ser del sindicato o tener conocidos dentro de él. Una casa de la que ellos afirman que era VPO (Vivienda de protección Oficial) que no es ni parecido, mintiendo adrede, desinformando al ciudadano y adoctrinándole en el mantra fascista de que “todos son iguales” para que la gente crea que no merece la pena luchar.

Ni una palabra de la indecencia de que este señor que se dedica a leer el Marca en lugar de perseguir el bien común, nombre Ministra a una persona que aparece en la última lista de Montoro como deudora del fisco (2.305.822,98 euros) o que tiene denuncias ante la Inspección de Trabajo por despidos improcedentes.

Ni una palabra de que el nombrado nuevo Ministro del Interior se embolsara 24.840 € en sobresueldos.

Ni una palabra sobre el plan de Urbanismo que el Supremo ha echado a la basura por no respetar las normas, del nuevo Ministro de Fomento, o de su otra decena de grandes fiascos urbanísticos.

Si, los siete millones novecientos mil votantes del PP merecen respeto, pero no son mayoría como estos acólitos del trolismo comunican. Sólo dos de cada diez personas con derecho a votar (2,24) lo han hecho por el partido de la Gürtel, los sobresueldos, los sobres en B y los pagos de sede con fondos contra el terrorismo (3 sobre 10 si incluimos a los que lo hicieron por Ciudadanos). Y si siete millones de votantes merecen respeto, los cinco que votamos otra opción merecemos, como mínimo, lo mismo. Merecemos una información veraz y derecho a poder coexistir sin odio y en paz. Merecemos que juntaletras maleducados y sentenciados por mentir, no formen parte de programas de debate.

Dejen ustedes de callar lo que no quieren que se sepa, de manipular, de informar sobre incendios dónde sólo hay un hogar y de acallar los fuegos que realmente asolan el estado, y de meterle miedo a la población. Dejen de reescribir la historia y de falsear datos aprovechando la ignorancia de la gente. Dejen de justificar la corrupción y a los corruptos. Dejen vivir en paz y de sembrar división y odio.

Déjenme que yo siga siendo una persona normal.  

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Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.

6 COMENTARIOS

  1. No es extraño, amigo. Somos gente normal, o quizá no tanto, porque no aguantamos la corrupción, la manipulación ni mucho menos la pasividad.
    Pero esto funciona así. Algunos creen que la libertad de expresión es hacerle la rosca a su director, presidente, editor. Y de pronto, se dan cuenta que a las primeras de cambio, saldrán por la gatera como los demás.

    Salud, y GRACIAS

  2. Quizás deberíamos alzar la voz más a menudo. Nos queda la calle y las redes. Llevas mucha razón, ya ni pongo la radio y la única tele que veo es algún telediario de la 2 y a Wyoming, que para mi gusto es bastante más moderado en la sexta que el que escribe en periodicos digitales. Gracias, se agradecen artículos como el tuyo.

    • Pues si. Yo tele poca, de pago y sin anuncios ni noticiarios. La radio, de la que soy un fanático, me ha costado un montón desengancharme. Ahora onda Cero y con pinzas. La SER ya ni con receta médica.
      Esto solo lo arreglamos con la calle. El voto ya no sirve.
      Gracias por leer y participar

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