Sin lugar a dudas, el proceso de rescisión vivido en nuestro país desde el inicio de la crisis económica ha traído consigo cambios profundos en la estructura territorial, transformaciones que han venido así a potenciar las diferencias entre clases y a impulsar la diferenciación entre regiones del norte y del sur generando una realidad desigual con la que hoy convivimos.  De esta forma, España vive así dos procesos en convergencia como el de la despoblación y la distribución desigual de la riqueza que no vienen más que a generar  tensión y  complicación en un tablero como el de la política nacional enrevesado hasta límites insospechados hace algunos años, tal vez como consecuencia diametralmente directa al empobrecimiento de los discursos y la altura política de quienes hoy han sucedido en los sillones de la carrera de San Jerónimo a aquellas otras personas que antaño hicieron posible la transformación y el progreso de nuestro país.

Y es que, las realidades socioeconómicas de los territorios no dejan lugar a dudas sobre el desarrollo diametralmente contrario que las regiones están recorriendo en esa estructura cada vez más tensionada de las relaciones políticas, sociales y económicas entre el norte y el sur. A esto, responden los datos del CIS que dibujan un escenario cruento sobre esta radiografía de un país en donde el principio de igualdad territorial y de oportunidades parece difuminarse a golpe de estadística y números, esos que fijan la realidad de manera clara más allá de los discursos políticos triunfalistas de quienes aseguran la bondad de su gestión al frente de los gobiernos regionales o de la nación.

Datos que se reflejan de manera permanente en las últimas EPA  que vienen a fijar la creación de empleo y los mayores niveles de renta per cápita por comunidad en los territorios del norte de España incluido Madrid y los de peores tasas de desempleo y menor renta per cápita en el sur, siendo Extremadura, Castilla La Mancha , Andalucía , Canarias y Murcia las que peores tasas de paro registran con datos superiores al 20% ,siendo Andalucía y Extremadura las regiones con mayor tasa de desempleo de España superando el 25%.  Frente a esta realidad, aparece así en lo que a la generación de empleo se refiere aquella otra, esa de la España en verde donde las tasas de desempleo no superan el 15% , generándose así una profunda brecha en lo que al desarrollo de los territorios se refiere y en donde se sitúan regiones como el País Vasco, Navarra, Madrid, La Rioja o Cataluña entre otras. Diferenciación esta que se ve más acrecentada aun cuando se procede al análisis de la renta per cápita por comunidades autónomas, reflejándose en estos datos la cruenta realidad entre comunidades más ricas y más pobres, entre territorios en los que el tejido industrial, innovador , digital y productivo favorece las políticas de desarrollo y aquellos otros que se refugian en el sector servicios, el turismo o la agricultura poco desarrollada como fuentes de desarrollo para sus territorios. Es aquí, donde de nuevo los territorios del norte País Vasco, Madrid, Navarra, Baleares, Cataluña o la Rioja entre otras aparecen en el ranking en las comunidades con mayores tasas de renta per cápita frente a las regiones del sur como Andalucía o Extremadura situadas en la parte inferior de la tabla en lo que a este aspecto se refiere. Siendo además estas comunidades aquellas en donde el PIB creció menos, aun cuando en Andalucía el tirón del turismo en los últimos años ha marcado los mejores datos económicos en este sector de los que hasta la fecha se conocen.

En definitiva, vivimos en un país donde la crisis económica no sólo ha venido a generar una mayor brecha social con una casi difuminación de la clase media, sino que además de igual forma el desequilibrio territorial en el ámbito económico y de desarrollo es hoy  una realidad concreta ante la que la política debería de dar respuesta dejando así de lado los triunfalismos inútiles y aceptando la realidad presente , apostando desde la aceptación de la misma ,por una acción concreta  en aquellos territorios con peor situación en materia de empleo y en lo que a la generación de oportunidades se refiere. Construyendo  para ello, una estrategia concreta de desarrollo del tejido productivo generador de una riqueza permanente y no estacional que apostase por la conexión con los nuevos sectores económicos en crecimiento en lo que a la cuarta revolución tecnológica, apostando así por la toma de medidas que vayan más allá de la confianza en el turismo y los servicios como motor generador de desarrollo, algo que sólo responde a una quimera o idea impostada poco real y creíble para quienes en la posición del poder político deberían de leer con más claridad el momento presente que hoy vivimos, esos que deberían de dejar de lado los brindis al sol en pasillos llenos de advenedizos del sistema político y vividores de la política para apostar por liderazgos transformadores y personas con capacidad y merito capaces de llevar a nuestro país a un puerto mejor que el que la realidad presente nos presenta.

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