Esta “democracia” no nos sirve, porque el poder ejecutivo está secuestrado por los poderes fácticos: la banca, las grandes corporaciones incluidas, por supuesto, las empresas del sector energético, son las que gobiernan a sus anchas por encima de los gobiernos que lo único que hacen es desarrollar los guiones que le vienen dados desde lo fáctico. Por eso, es muy fácil hablar, criticar a los gobiernos, sus presidentes, los ministros, mientras que las cosas se ponen más duras cuando se trata de poner a caldo a los que están haciendo que nuestras vidas sean un martirio.

Que un banco se hunde, no pasa nada, ahí está el dinero público para rescatarlo incluso a coste cero. ¿Cómo nos devuelven los bancos nuestra generosidad? ¿Con zanahorias? No, con palos pero bien duros: intereses impresionantes y desahucios más que dañinos. La cara es siempre para el banco mientras que la cruz es la compañera eterna del ciudadano. Que lo que se va a pique es la explotación privada de una autopista: tampoco pasa nada, se le “expropia” al empresario y pagar el pueblo llano a escote. 

Con la energía ocurre lo mismo: nos endilgan unas facturas de escándalo y, a la vez, nos destruyen el Medio Ambiente al vendernos todo lo que le hace daño a nuestro entorno, el de nuestros hijos, el de nuestros nietos, utilizando energías contaminantes como el carbón y pasando de sustituirlas  por otras limpias como la solar o la eólica, por el simple hecho de que las grandes empresas prefieren las energías contaminantes: más beneficios; y, por si fuera poco, terminan colocando vía “puertas giratorias” a los políticos que, al servicio de la mafia, se han encargado de dictar las leyes necesarias para que nos facturen al alza y contaminen nuestras vidas, nuestros pulmones.

En fin, el legislativo hace las leyes a la medida de la mafia, que luego devuelve favores con puestos en los consejos de administración. Pero no es todo esto. Hay más.

Porque por si fuera poco, cuando al final llega la hora de que actúe la justicia VIP, la que atiende los casos de los peces gordos, los delincuentes de cuello blanco se encuentran con que acuden a declarar sobre moqueta y se sientan a la derecha del juez y, ¡oiga!, parece que nos hacen un favor que tenemos que agradecer.

Bajando en el escalafón, nos encontramos que los más que evidentes culpables se escapan por la gatera y sólo caen los segundos de la fila. ¿Cuántos peces gordos están en la cárcel? Como mucho se dan una vuelta por ella para acabar saliendo más frescos que rosas, y con el dinero a buen recaudo que luego hay que dejarle un buen pellizco a sus descendientes, ¡faltaría más!

A esto se limita la triste vida de la gente: ver, oír y callar, porque como se te ocurra  levantar la voz, o decirle a un gerifalte que es un chorizo, te cae una querella/demanda.

Conclusión, en esta “democracia” no funciona nada: ni el ejecutivo, ni el legislativo ni el judicial. No es necesaria una reforma constitucional, sino una Constitución nueva que esté al servicio de la gente, por lo que no deben estar cerca aquéllos que han arruinados nuestras vidas.

Dejo aquí algunas medidas de carácter urgente: fuera monarquía por lo que significa de privilegio, fin del concordato por la misma razón, una Europa social y no un mercado, regulación –la palabra que odian los apóstoles del liberalismo- de la globalización, banca pública que se dedique a lo convencional, un sector público energético, y los altos magistrados elegidos por sufragio universal.

Esto de momento; seguiremos hablando del resto.

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